¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

Triz versus Matt

 

 

Triz

Tenía tanto sueño.

Pero ese era el precio a pagar por llevar un periódico de éxito na- cional. Se golpeó las mejillas con las manos para despertarse y metió  el neceser a presión dentro de su bolso, podía maquillarse en el coche mientras esperaba a Dafne y Ann.

Se dirigió a la cocina y se bebió una enorme taza de café de golpe, luego engulló un par de oreos y se dirigió al baño. Allí se cepilló los dientes con prisa y se miró en el espejo, lo bueno de tener el pelo tan corto era que apenas necesitaba mantenimiento, se pasó el cepillo un par de veces y ¡listo! Amaba su pelo. Aunque no podía decir lo mismo de esas pecas tan horribles que adornaban gran parte de su rostro, ¡ben- dito fuera el maquillaje! Aunque las muy desgraciadas se empeñaban en aparecer pese a ponerse cinco capas de maquillaje. Arrugó la nariz y las pecas se movieron con ella, ¿a quién podía gustarle eso?

A Matt.

Matt había dicho que le gustaban sus pecas.

Sonrió contenta y salió del baño. Pasó por su dormitorio y tras reco- ger el bolso abandonó su casa sin hacer mucho ruido, sus padres no se levantaban hasta dentro de una hora y no quería molestarlos.

Una vez en la calle sus pensamientos regresaron al rubio cabezota. Iba a enfadarse un poco cuando viese el periódico, pero él se lo había buscado. ¡Se negaba a darle una entrevista! Así que como buena perio- dista había tenido que buscar una alternativa a su entrevista, además ahora si quería desmentir algo de lo dicho por sus citas iba a tener que dejarse entrevistar sí o sí. No iba a librarse, si lo conseguía podía crear un precedente y luego los demás podían negarse, ¡y eso sí que no!

 

Caminó por el parque Lorca y saludó a Nayra cuando la vio cami- nando hacia la parada de metro. Esa chica era tan adorable, esperaba que le concediese una entrevista en un futuro. Se dirigió hacia donde estaba su coche y se detuvo de golpe cuando encontró un enorme vacío donde se suponía que debía estar su auto.

—¿Qué demonios? —murmuró atónita mientras miraba hacia los lados buscando una cámara de vídeo pegada a un árbol, a una farola o a lo que fuese.

Eso tenía toda la pinta de ser una broma de Dafne y Ann.

Al no encontrar nada se preguntó si realmente había aparcado el coche en ese lugar, pero tras repasar todo el día de ayer llegó a la con- clusión de que sí. Su coche debía estar ahí, ¿por qué no estaba?

Se pellizcó la mejilla con fuerza para asegurarse de que esto no era una horrible pesadilla en la que le habían robado el coche, pero no, no era un sueño. Era la terrible realidad.

—Me han robado el coche, ¡qué hijos de puta! —gritó enojada ti- rando el bolso al suelo.

 

Matt

Tamborileó con los dedos sobre el salpicadero y movió la cabeza al ritmo de Iron Maiden.

Le hubiera encantado ver el rostro de Triz cuando llegó y encontró el aparcamiento vacío. Dafne sugirió que dejaran un móvil pegado     a un árbol, pero él confiaba en los gemelos, aún estaban un poco dormidos cuando los llamó, pero seguro que salieron a tiempo para grabar la cara de Triz cuando se diese cuenta de que su coche había sido robado.

Iba a colgar ese vídeo en YouTube y en la web de Noticias Tata- ta-chán, además no descartaba hablar con Ren para que lo ayudase a colgarlo en más páginas. Si creía que iba a poder publicar sobre su vida amorosa sin quedar impune, estaba totalmente equivocada. Además, prácticamente le estaba haciendo un favor.

—No puedo creer que nos convencieras para hacer esto —se quejó Ann en el asiento trasero.

 

—Oye, oye… ¿y ahora cómo vamos a ir a clase? —preguntó Dafne a Ann, su hermana dejó de bostezar y miró a Dafne con los ojos muy abiertos.

—Ahora iremos todos juntos en el metro, como en los viejos tiem- pos —anunció emocionado haciendo que las dos chicas se mirasen horrorizadas.

—¡Nora, para el coche! ¡No vamos a llevarlo al taller! —gritó Ann.

—Tú, Kyle y Matt juntos en un vagón todas las mañanas, esto va a ser la bomba —indicó Dafne ganándose una mirada asesina por parte de Ann—. Oye, oye… ya sabes que estoy de tu lado, si hay que matar a Matt lo haremos juntas; tú solo dime el día que mi pala estará lista.

—Eres la mejor mejor-amiga del mundo —dijo Ann mientras se abrazaba a Dafne.

—Locas —murmuró antes de mirar a Nora, quien conducía, y como la había obligado a levantarse tan temprano su pelo estaba suel- to y bastante desordenado, además de que llevaba gafas, algo que era bastante raro de ver—. Estoy por echarte una foto y mandársela a José para que se muera de envidia.

—¿Quieres que hablemos sobre por qué soy yo la que conduce y no tú? —amenazó ella sin apartar la mirada de la carretera.

Sí. Como que no quería tener esa conversación. Y menos con Ann sentada en el asiento trasero. Su hermana era capaz de aprovechar que estaban en un espacio cerrado y obligarlo a tener una sesión.

—Porque tú eres la que sabe hacer el puente; ¿y por qué sabes hacer un puente? —curioseó desviando la conversación.

—Papá cree que nos puede ser útil en caso de apocalipsis —expli- có Dafne rápidamente—. Un día nos llevó a un desguace y nos tuvo encendiendo coches durante cuatro horas, sinceramente creo que ve demasiadas series post apocalípticas.

—Tienes que enseñarme —pidió Ann con ilusión.

—¡Claro! Así podemos ir a un parking y cambiar los coches de sitio, entre las dos seremos más rápidas —dijo Dafne con emoción mientras Ann asentía.

 

—Y luego te preocupas porque pase tiempo con Kyle —indicó Nora señalando hacia atrás, donde sus hermanas hablaban sobre más cosas que podían hacer cuando Ann aprendiese a hacer un puente.

—Aun así prefiero que pase tiempo con Dafne que con Kyle, soy hombre, sé cómo piensa —señaló la carretera que aparecía a la derecha y Nora giró.

—Kyle no es Will —habló Nora mirando por unos segundos hacia él para así poder ver su cara de asco.



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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