¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

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Triz

—Sobre Pablo… —empezó Matt captando su atención y haciendo que su enfado se marchase.

¿Sobre Pablo qué? ¿Iba a decirle que le caía mal y que no quería que volviese a juntarse con él? ¡Que fuese eso, por favor! Así podría man- darlo a la puñeta y acusarlo de estar celoso. Entonces lo negaría y ella se burlaría de él durante toda la tarde. Además, solo con pensar que podría estar celoso sentía una gran emoción.

Se detuvo y lo miró expectante, Matt se rascó la barbilla y abrió la boca para hablar, pero de repente frunció el ceño a algo que había tras ella.

—Shit!

No. Eso no era para nada lo que esperaba.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó dándose la vuelta para reconocer la causa por la que Matt parecía como si hubiera visto un fantasma—.

¿Ese no es el enfermero gay que te mete mano cada vez que te ve?

—Sí —murmuró él con pesar—. Y ahora sabe que Nora y yo no somos novios.

Se mordió el labio para no estallar en carcajadas.

Sí, recordaba eso. José no había parado de repetirle al enfermero que Nora y Matt nunca habían sido novios ni lo serían mientras él viviese. Lanzó una mirada de reojo a Matt y lo vio con cara de sufrimiento. Bueno, se lo debía por haberla sacado de la cárcel.

—No  te preocupes, yo me encargo —aseguró antes de ponerse   de puntillas y juntar sus labios con los de él.

 

Matt tardó unos segundos en reaccionar, pero en cuanto lo hizo y la acercó a él tomándola de la cadera se olvidó del mundo, se olvidó de que era solo un beso para espantar al enfermero y se dejó llevar.

Notó cómo la piel se le erizaba y apretó la camiseta de Matt con fuerza. Quería más y más… Besarlo era tan refrescante y dulce, aunque eso podría deberse a que antes de ir a sacarla de la cárcel había estado comiendo helado. «Ice-cream, ice-cream».

Sonrió mentalmente y pasó una de sus manos por la nuca del rubio para atraerlo más hacia ella, sintió una mano subiéndole por el costado y su piel se fue erizando a medida que sentía su roce, por lo que pro- fundizó el beso aún más.

No sabe cuánto tiempo estuvieron besándose y tampoco le impor- tó. Había sido un beso grandioso, ardiente y… ¡besar tan bien debería considerarse delito! Miró a Matt y lo vio un poco agitado, estaba des- peinado y sus ojos brillaban de forma extraña, pero no la veían, él agitó la cabeza y en cuanto la miró fue consciente de lo que había hecho    y quiso morirse.

¡Lo había atacado otra vez! ¡Se suponía que tenía darle un simple besito para espantar al enfermero, no besarlo como si fuera el último helado en mitad del desierto! ¡¿Qué estaba mal con ella?!

—De nada —masculló avergonzada dándole una palmadita a Matt en el hombro antes de salir corriendo sin mirar atrás.

¡Lo había hecho de nuevo! ¡No podía creer que lo hubiera besado de nuevo! ¡¿Pero qué le pasaba?! ¿A cuál de sus neuronas le había parecido una buena idea besar a Matt para espantar al enfermero gay? Bueno, en teoría era una idea grandiosa, ellos se besaban y el enfermero dejaba de perseguir a Matt. Con un pequeño roce de labios hubiera bastado,

¡pero no! ¡Ella tenía que excederse y convertir otro inocente beso en uno caliente como el infierno!

Corrió y se metió en la parada de metro más cercana, quería ir a casa y golpearse contra la pared.

¡Había vuelto a besar a Matt! ¡Y le había gustado! ¡Le había gustado mucho!

Pero eso no quería decir que  estuviese  enamorada  de  él.  No.  Era imposible. Lo que pasaba es que hacía demasiado tiempo que nadie

 

la besaba. ¡Sí! ¡Tenía que ser eso! Además, Matt tenía mucha experien- cia y sabía lo que hacía.

No le gustaba besarlo, es que él besaba demasiado bien.

—¿Por qué tiene que besar tan condenadamente bien? —gritó asus- tando a las personas que estaban a su alrededor—. Lo siento.

Una anciana la miró mal y ella resopló molesta hasta que volvió a rememorar el beso en sus pensamientos, tras lo que quiso pegarse una bofetada.

¡Tenía que dejar de pensar en lo bien que se acoplaban los labios de Matt a los suyos! Sintió que las mejillas se le calentaban y se pegó dos cachetadas, pero eso no evitó que su mente volviese al momento en que notó la mano de Matt subir por su costado y lo bien que se sintió.

Y ese beso… ¡joder! ¡Ese beso!

—¿Con quién te has besado?

Al reconocer la voz sintió un escalofrío y maldijo su suerte.

Se dio la vuelta y se encontró con un sonriente Will que la admiraba con curiosidad.

—¿Qué diablos haces en el metro? ¿No tienes un coche? —pregun- tó asombrada por lo bien que vestía ese chico siempre. Incluso con uno de los gorros de lana de Ren lucía perfecto.

—Tu  amiga la gótica le ha echado una maldición a mi coche, en  lo que va de semana se le han pinchado tres ruedas distintas, el siste- ma eléctrico casi me electrocuta y se ha roto la correa de distribución

—contó Will con frustración, y ella se rio.

—¿Qué le hiciste?

—Decirle que su compañero de trabajo es idiota —contestó Will despreocupadamente, luego la miró fijamente  antes  de  sonreír—. Así que… ¿con quién te besaste?

—Saber a quién beso no es asunto tuyo —dijo esquivando la pre- gunta.

—Eso quiere decir que lo conozco —habló Will asintiendo con fuerza y ella puso los ojos en blanco.

Ni loca iba a decirle que Matt y ella se besaron. ¡Ay, no! ¡Había besado a Matt!

 

Sintió el impulso de tirarse a las vías para que el tren le pasara por encima, pero no creyó que fuera buena idea, esperaría a llegar a su casa para golpearse contra la pared.

¡Dios, había besado a Matt! ¡Otra vez! ¡Y no un besito casto e inocen- te! ¡No! ¡Ella tenía que ir a lo grande y hacerle un examen a fondo! Le en- cantaría cavar un agujero, meterse y tirarse una tonelada de tierra encima.

¿Y ahora qué iba a hacer? ¿Cómo iba a enfrentar a Matt? ¡Seguro que pensaba que estaba completamente loca! Y no lo culpaba, hasta ella estaba empezando a dudar de su cordura. ¿Pero cómo no iba a hacerlo?



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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