¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

El esguince

 

 

Triz

¿Cómo era posible que ese patético beso que había dado a Matt en la comisura de los labios hacía ya diez minutos aún la hiciese sonreír como una tonta? ¡Maldito enamoramiento!

Pero había merecido totalmente la pena, no solo porque había cal- mado ligeramente su necesidad de besarlo, sino porque su reacción había sido de lo más divertida. ¡Matt se había quedado totalmente descolocado y confuso! Tan adorable.

Pero lo mejor es que la había mirado con un destello de deseo, ¡como si ese roce no hubiera sido suficiente y quisiera más! O bueno, al menos eso creía… Esperaba que no hubiera sido una alucinación debido a las muchas ganas que tenía de ser correspondida. Porque deseaba con toda su alma ser correspondida por ese manoseador de coches.

¡Dios! No podía creer que hubiera bloqueado el volante de su coche solo porque no lo dejaba acompañarla. ¿Pero cómo iba a dejarlo? Esta- ba siguiendo a Tania. A la mujer que día tras día comprobaba que era de lo más perfecta para él, y eso la enfurecía y frustraba tanto que ayer había mirado durante más de cinco minutos una caca de perro mien- tras pensaba si sería capaz de acertar en su perfecto pelo.

Afortunadamente para Tania, una tienda de camisetas llamó su atención y decidió que sería más productivo comprarse camisetas frikis a lanzarle una mierda a la cabeza. Y tenía razón, Matt le había dicho que le gustaba su camiseta.

Continuó caminando con una gran  sonrisa,  solo  era  cuestión  de tiempo que también admitiese que ella le gustaba.

 

—¿Has vuelto a atacar a Matt? —La voz de Will le provocó un escalofrío, volteó a la derecha y se encontró al modelo con una sonrisa traviesa.

—No tengo ni idea de lo que hablas —negó en rotundo y Will enarcó una ceja.

—Tienes la misma sonrisa de la otra vez —dijo Will observándola de arriba abajo para luego sonreír—, aunque hoy no se te ve con ganas de lanzarte a la carretera para que te atropelle un coche.

—¿Es cierto que se han roto todas las cámaras de tu estudio? —cu- rioseó y Will bufó.

—Dale las gracias a las maldiciones de tu amiga la bruja —dijo Will con rencor.

—¿Qué le hiciste esta vez?

—Solo fui a comprar un batido donde ella trabaja y puede que me quejara a su jefa de que no era muy amable conmigo —puso los ojos en blanco, pero Will no le dio importancia. Se estaba ganando todas sus desgracias a pulso por no parar de molestar a Angy—. ¿Besaste a Matt o no?

—No te importa.

—Eso es que sí.

—No lo besé, bueno, sí… pero fue en la comisura de los labios, no es la gran cosa —contó con vergüenza. ¿Por qué le contaba estas cosas a Will?

—Al parecer para ti sí es la gran cosa —indicó Will señalándole el rostro—; tu sonrisa compite con la del gato Cheshire.

Se tapó la boca con rapidez y lanzó una mirada asesina a Will.

—¿Y qué estúpida razón buscaste hoy para tener una excusa para besarlo? —indagó Will agachándose un poco para intimidarla.

—Quería robarle el móvil —Will enarcó una ceja—. ¿Qué? Tenía que hacerlo o él podría llamar a Tania.

—¿Y esa quién es?

—La única chica de las citas que le gustó, así que la estoy investi- gando para descubrir sus trapos sucios —explicó rápidamente—; pero es muy frustrante, porque cada vez que la sigo descubro lo perfecta

 

que es para él y solo tengo ganas de lanzar una montaña de estiércol de caballo sobre ella.

—Si te sirve de consuelo, yo pienso que no existe una pareja más perfecta para él que tú —indicó Will guiñándole el ojo—. Eres todo lo que necesita.

—Lo sé, pero no es a mí a quien tienes que convencer, ¡es a él! —ex- clamó frustrada llevándose las manos a la cabeza y luego dando un par de vueltas sobre sí misma hasta que se detuvo y enfrentó a Will, que la miraba con una gran sonrisa victoriosa—. No te pongas en plan gallito, desde hace unos días tengo asumido que estoy enamorada de él.

—¡Aleluya! —exclamó Will levantando las manos al cielo—. Ya pensaba que iba a tener que aporrear tu cabeza con todos los artículos que escribiste sobre Matt y sus citas.

—Voy a tener que releer esos artículos —murmuró para sí misma, y luego miró a Will, que la observaba con emoción.

—¿Y cuál es el plan? —preguntó el modelo.

—¿Qué plan?

—El plan para enamorar a Matt, porque digo yo que tendrás un plan. —Ella negó con la cabeza y Will se acarició la sien—. Aficiona- dos.

—¡Ah, perdona que había olvidado que estaba hablando con Hitch, el especialista en ligues! —exclamó con indignación, Will sacudió la mano y la ignoró.

—¿Desde cuándo Ann tiene una vespa? —preguntó Will fruncien- do el ceño.

—Ann no tiene… —Vio a su amiga pasar conduciendo una vespa amarilla con Dafne agarrada a su espalda, la morena pareció verla y la saludó enviándole un beso. Ella abrió la boca con sorpresa y vio cómo sus amigas desaparecían haciendo zigzags con la moto—. ¡Tengo que irme!

—Te llamaré cuando tenga el plan de conquista escrito —habló Will, por lo que ella puso los ojos en blanco.

—No necesito tu ayuda —se negó mirando hacia la calle por donde Ann y Dafne habían desaparecido.

 

—¿En serio? Porque estamos hablando de que quieres enamorar a Matt, el mismo Matt que tiene un extraño fetiche por las chicas ma- yores que él, cosa que tú no eres —indicó Will con malicia, por lo que ella sintió una presión en el pecho. ¡Ya lo sabía! ¡Sabía perfectamente que no era su tipo! ¡No tenía por qué recordárselo!

—Quiero esa lista para mañana —ordenó y Will asintió feliz antes de cruzar la calle.

Ella miró la dirección que tomaba el modelo y negó con la cabeza. Si no estaba equivocada, por ahí se iba a la heladería donde trabajaba Angy. Iba a conseguirse otra maldición.

Agitó la cabeza y salió corriendo por donde sus dos amigas habían desaparecido con la moto. ¿De dónde habían sacado una vespa?



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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