¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

¿Qué le pasaba?

 

 

Matt

—¿Dejarás de manosear mi coche alguna vez? —curioseó Triz con un brillo divertido en los ojos.

—Nunca —dijo con una sonrisa diabólica, Triz lo observó con irri- tación y vio cómo sus pecas se movían. Dios, estaban tan cerca que podría hasta contarlas, se inclinó un poco y acercó sus rostros unos centímetros, haciendo que su corazón latiese descontrolado.

—¿Por qué solo sales con chicas mayores que tú? —preguntó Triz en voz baja y él la miró con sorpresa, no esperaba que preguntase algo así. Ella se sonrojó levemente, pero luego lo miró enojada—. Puedes estar descartando a tu pareja perfecta solo por ser un año menor que tú, y no es como que ella estuviese encantada con el hecho de haber- se enamorado de ti… ¡Eres manipulador, entrometido y demasiado sobreprotector, y un violador de coches y…

Triz no pudo seguir insultándolo, pues sus labios se lo impidieron. No supo cómo pasó, solo sabía que tenerla tan cerca lo calmaba y que ella era preciosa cuando se molestaba y arrugaba la nariz y sus pecas

se movían.

Además, desde el beso que le había dado en la comisura de los labios no había parado de pensar en las ganas que tenía de volver a besarla.

Sintió cómo Triz deslizaba los dedos desde su rostro hasta su nuca, y este simple acto hizo que por cada lugar donde ella había pasado sus dedos se le erizara la piel, lo que lo hizo volver a la realidad para darse cuenta de lo que estaba haciendo.

¡Estaba a punto de aprovecharse de ella!

 

Por suerte, esta vez sus sentidos regresaron antes de que ese simple roce de labios se convirtiese en algo más peligroso. Necesito de toda su fuerza de voluntad para alejarse de ella, y cuando la vio casi se deja llevar de nuevo. Triz estaba con los ojos cerrados y los labios entreabier- tos, preparada para devolverle el beso, aguantó estoicamente las ganas de darle un rápido besó y tosió con fuerza.

Triz abrió los ojos lentamente y miró a los lados con confusión para luego centrarse en él.

—Si no querías contestar me hubiera bastado con un simple “sin comentarios” —se quejó ella haciendo pucheros, pero con ojos bri- llantes y una gran sonrisa. La miró con vergüenza, pero ella no pareció alterada ni enfadada, lo que lo hizo sentir peor—. ¿Ahora me cargarás como a una princesa?

—Ni loco —murmuró intentando sonar normal, aunque en su interior estaba completamente alterado, Triz puso los ojos en blanco, pero no se soltó de su cuello y él se percató de que durante todo este tiempo la había tenido sujeta de la cintura, y avergonzado las retiró; Triz apartó las manos de su cuello y él aprovechó para darse la vuelta  y agacharse—. Sube.

—¿Seguro que estás bien? —preguntó Triz antes de subirse a su espalda.

—Estoy bien.

Menuda mentira. Estaba de todo menos bien.

Tenía una mezcla contradictoria de sentimientos y unas enormes ganas de tirarse a las vías del tren. ¡La había besado! ¡Esta vez había sido él quien la había besado! Por suerte, había recuperado el control antes de hacer algo más estúpido, pero eso no quitaba que la hubiera besado.

¡Se había aprovechado de ella otra vez! ¡Era muchísimo peor que Kyle!

En cuanto notó que Triz enrollaba los brazos alrededor de su cuello se puso en pie y comenzó a caminar. Sintió cómo apoyaba la cabeza sobre su hombro y apretaba su agarre entorno a su cuello, por lo que sintió que la piel se le erizaba y su corazón latía a más velocidad.

 

¡Esto no era bueno! ¡No podía ser bueno que Triz le hiciese reaccio- nar de esa forma! ¡No podía estar desarrollando sentimientos románti- cos por ella! ¡Era Triz! ¡Estaba loca!

Refunfuñó frustrado y enojado consigo mismo. Triz era absoluta- mente todo lo que no buscaba, ¿qué le pasaba?

Para su sorpresa, hicieron el resto del camino en un silencio digno de un cementerio, aunque tampoco es que estuviera de humor para ha- blar. Por lo que cuando llegó al parque Lorca se sintió tremendamente aliviado.

—Llegamos —dijo rompiendo el incómodo silencio que se había establecido entre ambos. Esperó alguna palabra por parte de Triz, pero ella se mantuvo en completo silencio, resopló y no pudo culparla por no querer hablarle. Seguro que estaba enfadada por el beso. La había atacado mientras trataba de ayudarlo, ¡era una persona horrible!—. Triz, hemos llegado.

—Cinco minutos más… —balbuceó ella ladeando la cabeza, la vio durmiendo cómodamente sobre su hombro. Parpadeó sorprendido, nunca la había visto dormir, de hecho por Góngora hasta hubo una leyenda que decía que Triz  nunca dormía, así que verla tan relajada    y tranquila era totalmente inesperado, pero aun así no pudo evitarlo. Tenía que vengarse.

—¡Dan acaba de arrodillarse para pedirle matrimonio a Sonia y ella le ha dicho que sí!

—¡¿Qué?! ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Y mi móvil? ¡Díganme que alguien lo está grabando! —exclamó Triz a gritos, por lo que comenzó a reírse sin parar—. ¡Serás timador!

Ella le golpeó la cabeza, pero él continuó riendo sin parar mientras caminaba hacia el edificio donde vivía.

—A eso se le llama ser cruel —protestó Triz moviéndose sin parar sobre su espalda—; ¡me debes una noticia!

—Te compraré un helado.

—No quiero uno de tus cochinos helados, quiero mi noticia —pro- testó ella y él ladeó la cabeza ofendido, pero no le contestó, pues de reojo vio a Pablo. Puso los ojos en blanco y siguió caminando fingiendo

 

no verlo, pero por desgracia comenzó a llamar a Triz—. Anda, pero si allí está mi admirador secreto, ese que te provoca tantos celos.

—Que no estoy celoso —murmuró con irritación, pero Triz lo ig- noró y le devolvió el saludo a Pablo, que según se iba acercando a ellos notaban un olor cada vez más horrible, y sonrió divertido—. ¿Qué tal, Prudencio?

—¡Estoy seguro de que esto ha sido cosa tuya! —gritó Pablo de mal humor, señalándolo con el dedo—. Hemos tardado cerca de media hora en conseguir llegar aquí porque alumnos de Góngora no hacían sino lanzarnos globos llenos de… prefiero no saberlo.



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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