¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

No me gustas.   Ni un poco

 

 

Matt

Miró con seriedad a Will y este puso los ojos en blanco antes de cruzar los brazos sobre su pecho.

—Te repito que yo no fui —contestó Will con desgana por enésima vez desde que lo había acorralado en los aparcamientos de la facultad de arquitectura—. Ir dejando notas amenazantes no es para nada mi estilo.

—En eso tengo que darle la razón —apoyó Nora y Will le guiñó el ojo.

—Además, este rostro necesita ocho horas de descanso, no voy a perder horas de sueño para colarte una estúpida nota amenazante —in- dicó Will mientras saludaba a un par de alumnas que lo saludaban con emoción, por lo que puso los ojos en blanco.

—Pues anoche debiste dormir mal, porque juraría que estoy viendo un grano en ese rostro —dijo señalando la frente de Will, que rápida- mente empezó a mirarse en el espejo retrovisor.

—¡Esa maldita bruja, mi cara es sagrada! —reclamó Will con enojo mientras se frotaba la frente, miró a Nora y ambos rieron.

—Pues si él no ha sido, ¿quién te dejó la nota? —le preguntó Nora y él se encogió de hombros antes de ponerse a pensar.

—No pudo ser Pablo, no creo que nos mintiera a la cara, y ahora que lo pienso, no pega nada con su personalidad…

—¿Pensabas que había sido Pablo? —preguntó Will en tono bur- lón—. Dejarte una nota amenazante es algo demasiado osado para él, es medio alumno de Quevedo, no le pidas tal nivel de valentía.

 

—¿Medio alumno? —preguntó Nora con interés.

—Así les decimos a los que no estuvieron desde el principio en Quevedo —explicó Will—; Pablo fue transferido cuando yo estaba en el último año, al parecer el director de su instituto robó el dinero o no sé qué… ese año trasladaron a muchos alumnos a Quevedo.

—Esta historia me resulta familiar —dijo en voz baja, aunque no le dio importancia, ya que Will continuó hablando.

—¿Y qué decía la nota? —curioseó Will.

—«Mantente alejado de ella. Atentamente, admirador secreto»

—contestó y Nora le dirigió una mirada divertida.

¡Sí! Había obviado la parte de «Os vi ayer», pero si lo decía Will pre- guntaría y no pensaba decirle que Triz y él se habían besado. Bastante tenía ya con los comentarios de Nora y sus propios pensamientos para unir también las burlas de Will.

—Obviamente esa nota fue hecha para que no te alejases de Triz y odiases a Pablo en cuanto lo conocieses —dijo Will, y tuvo que darle la razón—. No es por nada, pero tiene toda la pinta de ser una estrata- gema de vuestras hermanas, ellas son las únicas que serían capaces de ir dejando notas amenazantes por ahí.

—No han sido Dafne y Ann —respondió rápidamente Nora.

—Opino lo mismo —dijo con seriedad. Si Ann lo hubiera visto besarse con Triz, su hermanita no le hubiera dejado una simple nota, no, su hermana hubiera ido a por él sin piedad.

—Pues empiezo a quedarme sin sospechosos —habló Will para lue- go saludar a un par de alumnas que le sonreían con descaro—. Lo que tengo claro es que no ha sido nadie de Quevedo, tuvo que ser alguien de Góngora.

—¡Eso es! —respondió Nora con la misma sonrisa que tenía cuando descubría al asesino de sus libros—. ¿Tienes la tablet?

—Sí —dijo sacándola de su mochila, Nora la tomó y se apoyó sobre el coche de Will, algo que también hicieron ellos colocándose cada uno en un lateral. Nora encendió la tablet y se conectó al wifi de la universi- dad, luego fue al Skype y buscó entre sus contactos hasta que encontró a Héctor—. Really?

 

—¿Ese no es el novio de Triz que huyó? —preguntó Will.

—No hui, a mi padre lo trasladaron —respondió un adormilado Héctor de muy mal humor—. ¿Y qué mierda…? ¡Oh, oh!

—¿Oh, oh? —inquirió levantando una ceja, Héctor les sonrió con inocencia.

—Puedo explicarlo —contestó Héctor rápidamente.

—Más te vale que esa explicación sea convincente —dijo entre dientes viendo cómo Héctor se frotaba el rostro con fuerza para luego sentarse en la cama.

—Lo hice por Triz —dijo Héctor con solemnidad.

—Siempre es por una mujer —añadió Will.

—Ahórrate tus comentarios de Doctor Corazón, ¿quieres? —dijo de mal humor, Will rio y los tres volvieron a mirar la pantalla donde Héctor bostezaba—. ¿Por qué?

—Porque sabía que con esa nota me aseguraba que odiases a su admirador secreto antes de conocerlo y que pasases más tiempo con ella —explicó Héctor, Nora y él se miraron, a esa conclusión habían llegado minutos antes.

—Sigo sin entender por qué —dijo y Héctor bufó.

—Porque te besó —recordó Héctor con tono acusador, tosió con fuerza y escuchó cómo Will reía—. Triz puede estar muy loca, pero no te besaría para disimular y evitar que la reconozcan en una de sus investigaciones.

—¿Esa fue su excusa para poder besarte? —curioseó Will y le dirigió una mirada de odio—. Me declaro su fan.

—Llevaba tiempo sospechando que podría estar empezando a te- ner sentimientos hacia ti, pero cuando la vi histérica y fuera de sí por haberte besado estuve completamente seguro. Triz se había enamorado de ti —explicó Héctor—. Así que tenía que pensar una manera para obligarla a estar contigo y que se diese cuenta de sus sentimientos…  y bueno, lo mejor que se me ocurrió fue que te dejaran una nota ame- nazante de parte del admirador secreto…

—Para que así se pusiese en plan sobreprotector y quisiera estar todo el rato con ella —terminó Nora.

 

—Exacto —dijo Héctor.

—Usando su exagerado sentido de protección contra él, bien pen- sado —intervino Will con orgullo, Héctor asintió—. Me caes bien.

—Me siento manipulado —murmuró con rencor.

—Si no te hubieras dejado llevar por los celos hubieras llegado a este razonamiento mucho antes —señaló Will—. Ir dejando notas amena- zantes no pegaba con la personalidad de Pablo.

—Yo no me he dejado llevar por los celos —negó con efusividad.



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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