¿el mejor sabor de helado? Tú (tqst Libro #3)

Friendzone

 

 

Triz

Estúpido Matt. Su estado de negación empezaba a ser preocupante y muy desesperante.

¿Cómo era posible que ninguno de sus planes estuviese funcionan- do?

Vale que el plan de intentar que le confesase su amor mientras dor- mía para grabarlo y usarlo en su contra no había sido una de las mejores ideas que habían tenido, pero las demás ideas habían sido brillantes. Lo de usar sus camisetas (previamente robadas por Ann) había sido una gran idea, pero desgraciadamente con eso solo había logrado unas extrañas sonrisas por parte del rubio y unos escuetos «linda camiseta».

¡Nada de arrastrarla a un lugar oscuro mientras la besaba apasionada- mente e iban perdiendo prendas de ropa por el camino, como ella había imaginado!

Con lo sexy que se veía con sus camisetas, ¡¿es que tenía helado reco- rriendo sus venas o qué?!

Tampoco había servido de nada enseñarle el vídeo de su beso frente a Góngora, los idiotas de Kyle y José ya lo habían usado para burlarse de él; por lo que en cuanto trató de usarlo, él simplemente comenzó a disculparse por haberla obligado a besar a alguien que «no le gustaba. Ni un poco».

¡¿Se podía ser más ciego?! ¡En ese vídeo se veía claramente que es- tán enamorados! Sus posturas, sus miradas… ¡todo en ellos grita «nos queremos»! De hecho, iba a gritarle precisamente eso, pero Dafne y Damián aparecieron de la nada y la arrastraron lejos de Matt, sin em- bargo, eso no impidió que le lanzase una de las libretas de su bolso a la cabeza. Lástima que la esquivase.

 

Todos los intentos de usar el vídeo contra él habían sido desastrosos. Tras su fracaso, trató que Ann lo usase a su favor, pero el intento de  su amiga también terminó con Matt pidiéndole disculpas por haberse comportado de forma tan deshonrosa. Finalmente, Dafne y Damián tuvieron que intervenir de nuevo y llevarse a Annalise antes de que golpease a Matt.

Otro fracaso estaban siendo los supuestos mensajes subliminales de Ann, en serio, no creía que escribir «sal con Triz» en los envoltorios  de los helados se considerase un mensaje demasiado sutil.

Afortunadamente, no todos sus planes estaban siendo una ruina. Con la excusa de que ella la única con quien se relajaba dentro de un coche, daba vueltas con Matt en su coche de choque por Góngora todas las tardes.

No pudo evitar sentir una oleada de orgullo, en apenas dos semanas había avanzado muchísimo, prácticamente ya no temblaba y estaba muchísimo más relajado. De hecho, lo estaba haciendo tan bien que Ann había dicho que si seguía así dentro de poco estaría preparado para conducir un coche de verdad.

Otra cosa que alegraba su humor era que la perfecta de Tania no había vuelto a dar señales de vida, no sabía si Dafne y Ann tenían algo que ver con eso, pero tampoco le importaba. La quería bien lejos de Matt, al menos hasta que saliese de la maldita zona de negación.

Gruñó frustrada y garabateó con fuerza en la hoja.

Asquerosa zona de negación y estúpido Matt, que se empeñaba en permanecer en ella.

¡La quiere! La quiere con él. Él mismo lo había dicho.

Sonrió tontamente al recordar al Matt dormido que le decía que la quería con él. Si tan solo le dijera lo mismo estando despierto.

¡¿Por qué tenía que ser tan ciego y desesperante?! ¡¿Por qué?! ¡Pues no iba a rendirse! ¡Lo sacaría a besos de la zona de negación si hacía falta!

Dejó de garabatear y levantó la cabeza. Un momento. ¡Ese era un gran plan!

Podía calmar su ansiedad besándolo y sacarlo de la zona de negación al mismo tiempo, ¡era brillante! ¿Por qué no se le había ocurrido algo así antes?

 

Sonrió contenta y comenzó a escribir a toda velocidad en su libreta.

—¿Todavía sigues enfadada? —curioseó Matt mirándola de reojo; ella le dirigió una mirada molesta.

No estaba enfadada, bueno, sí, pero lo que más estaba era frustrada. Frustrada por su ceguera amorosa. Ah, sí, y enfadada porque ayer lo pilló metiéndole mano a su coche. ¿Por qué a su coche sí y a ella no?

—Te digo que vi salir humo del…

—¿Y? Eso no te da derecho a levantar el capó y manosearlo —dijo con indignación.

—Extrañaba tanto toquetearlo —indicó Matt con malicia haciendo que ella abriese la boca con irritación.

—¡Claro, al coche sí que admites que extrañas toquetearlo! —ex- clamó ofendida para luego darse cuenta de lo que acababa de decir—. Digo… ¡Deja de manosear a mi coche! ¡Se sintió tan sucio que luego tuve que abrazarlo por una hora!

—Una hora, nueve minutos y trece segundos —corrigió Matt sin apartar la mirada de la “carretera” y ella frunció el ceño—; Dan y yo te cronometramos.

—Dan tiene bien merecido que perdieran los resultados de su aná- lisis —murmuró con rencor viendo cómo Evan y Dan los saludaban desde su coche.

—Por mucho que Matías y Marco lo nieguen, sigo pensando que fue cosa de ellos —añadió Matt y tuvo que darle la razón mientras veía que Marco le entregaba un trozo de pizza a Miguel.

Desde hacía un par de días se habían instalado puestos de comida en el patio para que los alumnos y clientes que iban a montar en los coches de choque también comiesen.

—Lo de los puestos de comida ha sido una gran idea —dijo al ver la larga cola que había en el puesto de galletas caseras que había montado Gabriel, y en el que trabajaban Damián y José, este último obligado por su padre.

—Eso me recuerda que Angy abría su puesto hoy —indicó Matt comenzando a mover la cabeza con ritmo, por lo que ella rio—. Ice-cream, ice-cream…

 

Si las cosas seguían así al final no iba a ser tan mala idea la sugerencia de Dafne de sobornarlo con infinitos helados.

Matt condujo con mucho cuidado y cuando aparcó se quedó unos minutos admirando el volante. Ella no pudo evitar sentir unas desespe- radas ganas de abrazarlo, lo estaba haciendo tan bien. Se estaba enfren- tando a su trauma y lo estaba superando, era muy admirable.



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En el texto hay: humor, locura, amistad

Editado: 14.05.2020

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