¿Él merecía morir?

Drogalandia

Julieta

Pasado

¿Y si me pinto el pelo de azul?

O sea, no tengo razones, pero sería divertido.

Mi hermana se lo tiñe todos los meses, no sé porque yo no podría. Además, me quedaría bien, o por lo menos eso dice Vanesa, es a quien usualmente le platico mis ideas de cambio de apariencia, un día de estos me planeo tatuar al gallo Claudio en el glúteo ¿Por qué? Porque puedo, y porque estaría divertido reírme de eso en sesenta años ¿Te imaginas a una anciana con un gallo Claudio en el trasero?

Azul eléctrico se miraría genial, de paso me corto las puntas y me hago algo más, ¿él que? No tengo idea, pero esté cumpleaños dieciocho dejaré de ser una niña, lo que significa que podré teñirme mi pelito, tatuarme el traserito y perforarme el labiecito.

También tengo que ir con el optometrista esta semana, que pereza, pero cada día veo menos. Detesto usar lentes, en especial de los negros y gigantes, los que para mí pesar, mi jefa considera lindos, que horror.

Vanesa me mandó a llamar para salir esta noche, pero le cancelé. Diantha, Liz y yo saldremos a dar una vuelta y vendrá Amelia y José, la muy aburrida insiste en llevar a su novio a pesar de ser solamente chicas, Liz y Diantha querían mandarlos a volar y salir solamente las tres; y yo me opuse, siendo honestos es siempre un placer tener a ese chico en el auto.

Lizeth se indigno con nosotras y decidió que llevaría a Thom con ella, al final acabamos por declarar la salida de esta noche como "Cita triple" Elisa y yo contando cómo tercera cita

No me moleste en contarle a Vane mis nuevos planes, somos de grupos muy distintos, y entre ellos se aborrecen. Ella seguro prefiere quedarse con Alvin jugando ajedrez y reproduciendo por quinta vez "Crepúsculo" en el televisor de la sala, mientras mantienen una sana distancia, digna de dos novios adolescentes, cristianos y respetuosos.

El invierno esta a la vuelta de la esquina y estamos celebrando a su servidora, conseguí graduarme del penúltimo semestre del año y sigo sin saber de que manera, juro que no soborné a nadie.

Terminé de alistarme y deje volar mi aburrido cabello negro con la secadora, salí de bañarme hace media hora y aún sigue húmedo, detesto tener tanto pelo y no hacer nada con él; cada día me aburre más la monotonía de mi cuerpo y anhelo más un cambio, quizá hoy me peine de lado, una cola de caballo o trenzas. Obviamente lacio siempre será mi mejor amigo, pero hoy voy a cambiar, me haré dos colas y las embutaré al frente de los hombros. Me veo muy niña linda, lo odio. Pero a la vez es distinto, y con una buena vestimenta todo puede versé bien dándole cierta magia.

voila, una falda corta y camisa blanca suelta, abotonada de los tres primeros botones solamente. Unos zapatitos con poquito taconcito, para verme super estilizada, perfumito Paco Rabanne, me veo en el espejo, hago un retoque aquí, uno allá; y estoy lista. A salir se ha dicho.

***

Acordamos ir juntas las tres en el auto de Thomas, él conduciendo y Liz sentada en el asiento del copiloto, dando las instrucciones para llegar a nuestro destino.

¡Thom, mira al frente cuando conduces! ¿Quieres matarnos a todas? — Regaña la copilota. —Si sigues volteándome a ver cuándo estas manejando no vuelvo a invitarte, eres un jodido peligro—

Ella suele exaltarse cuando está bajo presión, claramente suena molesta, pero no necesariamente lo está; es complicado.

—Ya. Es que me distraes, te desgastas hablando y cuando dices algo importante quiero ver la expresión que haces, es parte de tu personalidad hacer expresiones que a cualquiera le da la gana mirar— Responde él.

—Ah okey. Seré tu payasa de hoy en adelante— Contraataca Liz.

Thomas lo niega y ella replica, así estarán largo rato, no vale la pena ponerles atención. Así que dirijo mi atención a Diantha que parece estarse muriendo de la risa.

—Oye, oye— Murmura. —¿Crees que Thomas alcance los pedales? — Suelta una carcajada en voz baja. Ella ama reírse del enanismo de Thom, y yo amo reírme de su humor. No sabía que estuviese borracha tan rápido, son las once de la noche.

—¡Shh! — Le callo entre risa y otra, señalo hacia el asiento de adelante y los dos tortolos dejaron de pelear, ahora están en la segunda fase "ley del hielo". Lizeth siempre acaba ganando, es una profesional en el arte de ignorar; puede ser una ridícula manera de arreglar los problemas, pero da igual. No es mi relación y me vale.

—Oye, oye— Susurra aguantándose la carcajada, lo veo en sus gestos.

—¡Ya! Nos van a escuchar— Murmuro ocultando la gracia de la situación.

—Es que... es que Liz es muy cruel— Ríe antes terminar y agudiza más la voz —Ella siempre le da golpes bajos, y él se queda muy corto— Suelta una carcajada en voz alta.

No me cabe duda que está ebria. Pero su risa me da tanta risa que no puedo evitar reírme yo igual, aunque tardé en entender el chiste.

—Esa es buena, pero te estas pasando de crecida— Regreso y ella ríe aun más.

No cabe duda que ya nos escucharon, pero están tan absortos en su cosa esa del hielo que ni nos responden.

Me limpio las lágrimas con mi puño y resoplo de alegría. No puedo esperar a sacar la artillería pesada, Diantha y yo nos pondremos hasta arriba, y ese ya no es un chiste de enanos, es un chiste de drogas y fiesta clandestina fuera de la ciudad.

El tramo de llegada fue tardado y algo tedioso por la situación de nuestros novios protagónicos, pero tratamos de ignorarlos y revise mi muro de Facebook hasta llegar a la casa cerca del pie de la montaña. Efectivamente, hora y media para llegar a una montaña, pero lo importante no es el monte, sino la gente que se aglomera en la parte más baja de éste.

El plan original era ir las cuatro al cine, pero se alistaron los hombres y ya que José tiene una gran cantidad de amigos acá, decidimos venir a divertirnos un poco más de lo acordado.




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