Un par de minutos pasaron y Luna dejó de llorar, le pregunté si se sentía mejor y ella asintió con la cabeza. Ella no era para nada como me lo había imaginado hasta el momento, pero incluso así, me sentía muy cómodo hablando y pasando el tiempo con ella. Algo que no lograba muy seguido desde que desperté aquí.
Hablamos por un tiempo más, realmente nos divertimos conversando y bromeando, aunque debo decir que algunas personas que pasaron por allí creían que hablaba solo. Realmente no me importaba mucho lo que las demás personas pensaran de mí, me pregunto si será un efecto secundario de mi pérdida de memoria o rasgos de mi personalidad anterior, sea como fuere disfrutaba el tiempo con mi nueva amiga, a pesar de todo.
—Oh Artemis ahí estás, siempre haciendo nuevos amigos —una voz un poco ronca de una mujer se escuchó a lo lejos.
Mientras miraba hacia nosotros, el gato se levantó y se acercó a la señora quien lo recogió y volviéndose hacia nosotros dijo.
—Parece que te estás divirtiendo, eso es bueno, la risa es la mejor medicina.
Mientras la mujer se iba Luna no la perdió de vista, parecía extrañada, como si algo la molestara o intrigara.
—Se hace tarde, ¿nos vemos después? —dije mirando el cielo que parecía cada vez más oscuro.
—Si —respondió ella sin apartar sus ojos del sitio donde se fue la misteriosa señora.
Nos despedimos y me dirigí a mi habitación, mientras caminaba las palabras de la misteriosa mujer resonaban en mi cabeza, actuaba muy familiar, como si ya me hubiera visto, pero había una sensación extraña que me recorría. Un pensamiento llegó a mi mente.
—Y si no era a mí...
De repente sentí una mano posarse en mi hombro y apretarme ligeramente mientras una voz conocida y aterradora me decía.
—Vaya, vaya ¿no debería estar en su habitación? joven.
Se me erizó la piel en cuanto vi que Susi se encontraba parada detrás de mí con una sonrisa falsa y una mueca de irritación, había olvidado que nos veríamos en el almuerzo y además había pasado casi toda la tarde en el patio. Dudé un poco, pero decidí contestarle.
—Lo siento, estaba... paseando —dije mientras entraba en mi habitación.
Susi entró conmigo al cuarto y en cuanto escuché cerrarse la puerta detrás mío sentí un pequeño escalofrío por el cuerpo, dudé un segundo si mirar en su dirección, pues era casi seguro que estaba fulminándome con la mirada por lo que desistí y me dirigí directo a mi cama. Dentro del cuarto había dos bandejas con comida, una debió ser del almuerzo y la otra de la cena.
Mientras me acomodaba, ella puso la bandeja de la cena frente mío y me indicó que la comiera. No puse mucha resistencia, había estado casi toda la tarde sin comer y sentía un inusual apetito por la insípida comida frente mío, por lo que me dispuse a tomar los cubiertos, pero había olvidado un pequeño detalle.
—Em, Susi ¿podrías ayudarme? —dije mientras levantaba mi brazo enyesado que indicaba que no podría cortar la comida.
Ella suspiró y con una sonrisa se acercó y me ayudó a cortar la comida, su humor había cambiado, ya no parecía enojada, sino más bien intrigada por todo lo que pasó.
—¿Dónde estabas?, me tenías preocupada —dijo mientras terminaba de cortar la comida.
—Perdón salí con una amiga —dije mientras tomaba un vaso de agua.
—Oh, ¿una novia? —preguntó de forma pícara, tratando de saber más del tema.
Su pregunta hizo que me sobresaltara y me atragantara con el agua haciéndome toser un poco, ella se acercó y dándome unas palmadas en la espalda se disculpó por el pequeño comentario.
—¿Te parece soltar ese tipo de preguntas en estos momentos? —dije un poco enojado.
—Está bien, fui demasiado lejos, pero tu fuiste quien se escapó con una “amiga” toda la tarde ¿estamos a mano? —preguntó mientras me acercaba el tenedor con un poco de comida.
—De acuerdo —respondí quitándole el tenedor de la mano, no iba a dejar que me alimentara, me daría mucha vergüenza.
—Entonces ¿qué estuviste haciendo? —me preguntó decepcionada por no haber podido darme de comer.
—Nada... —respondí en tono desinteresado.
Ella guardó silencio mostrándose un poco ofendida mientras terminaba mi cena. En cuanto la terminé ella se llevó las bandejas y mirándome seriamente me dijo.
—La amiga con la que estuviste, era la de esta mañana, ¿no?
Yo no respondí, me mantuve en silencio hasta que agregó.
—Hay algo que debes saber sobre ella —mirándome fijamente y acomodándose cerca mío ella me informó algo con una mirada triste y seria.
El ruido de la puerta cerrándose me despertó de mis pensamientos, había quedado en shock por las palabras de Susi, tardé unos momentos en recobrar el sentido y el primer pensamiento que llegó a mi mente fue ella, por lo que salí a buscarla.
Recorrí varios lugares sin poder encontrarla, no estaba ni en su habitación, ni en el patio o en la zona abandonada. Mientras pensaba alguna otra alternativa escuché su canto, el cual provenía de la terraza del hospital. Subí las escaleras y para mi sorpresa la puerta estaba sin llave por lo que salí al exterior del edificio.
El cielo estaba oscureciendo y las estrellas empezaban a aparecer, busqué con la mirada a la chica hasta que la encontré, estaba sentada con las rodillas en el pecho, cantando sutilmente hacia la parte interna del hospital, donde se encontraba el patio y el cerezo; del cual solo podían verse la copa. Me acerqué a ella despacio y cuando terminó de cantar me senté al lado suyo.
Los siguientes minutos fueron de puro silencio, la noche había caído por completo y el frío empezó a recorrer todo mi cuerpo provocando que tiritara un poco, decidí armarme de valor e intenté hablar, pero ella me interrumpió primero.
—¿Cómo llegaste aquí?
—La puerta estaba abierta, que descuido por parte del personal ¿no crees? —intenté bromear, pero ella mantuvo su silencio observando fijamente la copa del árbol en frente nuestro.
Editado: 04.08.2024