El misterio de Luna

Capítulo 12

Desperté cerca de las seis de la mañana, el cielo estaba nublado y parecía aún de noche, el viento soplaba fuertemente y todo indicaba que pronto empezaría a llover, «no es un inicio favorable del día» pensé.

Las luces de la habitación se encendieron y de la puerta una mujer vestida de blanco ingresó, aún medio dormido podía reconocerla, Susi siempre venía a este horario, a veces no me despertaba y dejaba que siguiera durmiendo hasta más tarde, pero hoy parece que me debía despertar temprano.

—Buenos días Susi, ¿qué será hoy? controles, medicación…

Ella no respondió, simplemente se limitó a controlar mi estado general, con un poco de apuro en terminar, se veía muy seria y casi triste en ese momento. No era normal verla así por lo que me armé de valor y le pregunté.

—Susi, ¿está todo bien? —en cuanto lo dije ella se detuvo me miró a los ojos y me dijo.

—Ponte un abrigo y sígueme.

Definitivamente algo estaba pasando, ella se encontraba más seria de lo normal, pero no parecía querer decirme que pasaba por lo que no me quedó otra opción que seguir sus indicaciones. 

Del armario tomé un abrigo que habían dejado para cuando el clima fuera frío, no era mío, Susi me lo dio de una caja de donaciones que tenía el hospital, por lo que era útil para casos como este. Con dificultad traté de ponerme el pesado abrigo, Susi al verme se dio cuenta y me ayudó a colocarlo, aunque no pude poner el brazo enyesado en la manga derecha.

Caminamos en silencio por los pasillos del hospital, todo estaba en calma, salvo algunos del personal la mayoría de los pacientes estaban dormidos aún. En cuestión de minutos llegamos a nuestro destino, el cuarto de Trish y Luna, le pregunté a Susi por qué estábamos allí, pero ella no contestó simplemente me miró y diciendo. 

—Tienes unos minutos, no tardes.

No entendía lo que estaba pasando, miré a mi alrededor y vi a Luna salir atravesando la puerta, ella se sorprendió al verme y mientras se acercaba a mí me susurro.

—Deberías entrar, ella te está esperando —luego de decirlo siguió caminando en dirección al patio donde estaba el cerezo.

Con mi cabeza todavía confundida tomé la puerta y la abrí, al entrar vi como Trish estaba sentada en su cama hablando con su madre. Ambas parecían cansadas y un poco afligidas, Trish tenía un suero conectado a su brazo izquierdo y una máscara en la boca que le daba oxígeno. Algo había sucedido, y no era bueno.

Natasha se percató de mi presencia y se acercó a mí para hablar, parecía feliz de verme, pero debajo de esa débil sonrisa pude notar que estaba muy triste, sus ojos tenían un par de ojeras y estaban ligeramente llorosos; vestía su clásico conjunto de oficina, pero este estaba un poco arrugado, al parecer no había ido a casa esa noche.

—Hola Max, me alegra que llegaras a tiempo —me dijo guiándome a una silla vacía.

—¿Qué está sucediendo?  —pregunté con una voz confundida, ella me miró sorprendida de que no lo supiera por lo que se acercó a mí y tomando mis manos dijo.

—A Trish la llevarán a cirugía en unos minutos.

Quedé completamente mudo, sin saber qué decir ante esta noticia, ¿cirugía?, ¿por qué?, ¿qué había pasado en tan solo un par de horas? Natasha al ver mi desconcierto me explicó.

—Anoche el estado de Trish empeoró de repente. Con los doctores decidimos que lo mejor sería adelantar la operación a hoy, pero…

—Pero ¿qué? —pregunté titubeando un poco.

—Es una operación muy arriesgada, y Trish quería verte antes… por si las cosas no salen bien —dijo con mucho pesar.

No sabía que decir en ese momento, el pensamiento de que algo pudiera salir mal me oprimía el corazón, miré a Natasha buscando alguna respuesta, pero ella estaba igual o incluso peor que yo.

—Deberías ir —me dijo mirando a Trish que estaba escribiendo algo en un papel, y parecía ajena a toda esta situación.

Caminé hacia ella y me senté en la silla al lado de su cama, al verme guardó el papel y me sonrió muy alegremente. Me sentí feliz cuando vi su expresión, era como en los viejos tiempos en los que ella sonreía sin preocupaciones.

—Llegaste —me dijo, su voz sonaba cansada y su respiración agitada, el contraste de lo que su cuerpo decía y lo que ella expresaba era abismal, pude entender porque quería verme.

—No me lo perdería, sabes que estoy para apoyarte en todo ¿verdad? —conteste con una sonrisa, ella asintió con la cabeza sin borrar su sonrisa.

—Me dijeron que esto podría ser peligroso, pero sabes, yo no tengo miedo, porque sé que, tanto mamá, como tú estarán conmigo hasta el final —en su voz se notaba el miedo y la angustia, pero también esperanza.

—Por supuesto, te esperaremos para que podamos seguir jugando juntos otra vez, como antes —mi voz estaba a punto de quebrarse, por la situación, cuando alguien tocó a la puerta.

—Ya es hora —dijo un médico entrando con una camilla especial para trasladarla.

Los médicos comenzaron a preparar todo para llevar a Trish a cirugía, mientras lo hacían uno de ellos se acercó a su mamá y le dijo.



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En el texto hay: misterio, romance, amistad

Editado: 24.03.2024

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