Caminamos por los pasillos del hospital hasta una puerta grande que conducía a una sala de reuniones. La señora Ramona entró primero y tomó asiento en una de las sillas alrededor de la gran mesa ovalada en el centro de la habitación.
Mientras entraba pude ver la sala vacía, las paredes de color crema y el techo naranja contrastaba con el blanco habitual del edificio, había una mesa grande en el centro, rodeada de sillas de oficina y un pizarrón blanco en una pared, posiblemente para escribir en las reuniones.
Mientras tomaba asiento la mujer sacó su portafolios con hojas y algo para escribir, se colocó unos anteojos y comenzó a hablar.
—Bueno Max, primero que nada, quiero decirte que soy…
—Una asistente social, ¿verdad? —interrumpí.
La mujer se mostró sorprendida de que lo supiera, pero eso no dejó que la afectara y prosiguió como si no le importara.
—Correcto, eso nos ahorra tiempo —dijo con una peculiar sonrisa en su rostro.
La mujer empezó a escribir en una de las hojas y mientras lo hacía comenzó a preguntarme.
—Te haré un par de preguntas si no te molesta. Siéntete libre de no contestar las que quieras, pero por favor no me mientas, ¿de acuerdo?
Asentí mientras escuchaba a la mujer frente mío, miré ligeramente a Luna, quien estaba parada al lado mío observando la situación con una cara muy seria. «Supongo que también desconfiaba de Ramona».
—Dime Max, ¿qué sabes sobre tu situación actual? —preguntó.
—Sé que tuve un accidente de tráfico, mis padres fallecieron en él y yo quedé con amnesia —contesté.
La mujer anotó lo que le dije en sus papeles y prosiguió con las preguntas.
—¿Algún pariente ha venido a verte desde el accidente?
—No, ninguno —respondí con tristeza.
—¿Qué hay de las personas del hospital, se han portado bien contigo?
—Sí, todos fueron muy amables, sobre todo el doctor Marcus y la enfermera Susi.
Ella volvió a anotar algo en el papel, parecía como si cada cosa que le dijera le estuviera dando motivos para sospechar algo, ¿el qué? no sabía con exactitud, pero no podía ser bueno.
Mientras respondía a sus preguntas le hice una seña a Luna para que viera lo que la Ramona estaba escribiendo, ella asintió con la cabeza y se dirigió detrás de la mujer y observando lo que escribía me respondió.
—Parece que está anotando tus respuestas al pie de la letra, pero también está haciendo notas alrededor de tus respuestas, seguiré leyendo, tu sigue respondiendo.
—Dime, esa tal Susi, ¿qué hace por ti exactamente?
—Su trabajo, me da mi medicación, realiza los controles de rutina…
—Bien, bien, continúa —interrumpió
—Si necesito algo me lo trae, charlamos mucho, y últimamente estuvimos hablando de que me ayudaría con mis estudios.
—Parece que pasan mucho tiempo juntos, ¿no? —dijo mientras arqueaba una ceja y dejaba la lapicera sobre la mesa.
Ramona parecía muy interesada en la conversación, tanto que dejó de escribir y puso sus manos sobre los papeles haciendo imposible que Luna siguiera espiando, por lo que volvió a mi lado.
—Sí, pero…
—Por lo que tengo entendido la enfermera Susan, o Susi, debería trabajar solo durante el transcurso de la mañana aquí, pero parece que últimamente ha estado haciendo horas extra, ¿sabes la razón? —preguntó cómo si tratara de llegar a un punto.
—No —respondí confuso.
—Este comportamiento comenzó hace aproximadamente un mes y medio, casualmente es la fecha en la que has ingresado aquí, ¿no te parece extraño?
No sabía qué decir, la mujer seguía sacando conclusiones y con cada palabra que decía algo empezaba a preocuparme, tal vez lo que ella decía y lo que Luna y yo habíamos hablado podía ser verdad, Susi podría estar relacionada conmigo o mi pasado.
La mujer seguía preguntándome cosas, pero yo había dejado de escuchar completamente.
Poco a poco un dolor en mi cabeza empezó a hacerse presente mientras Ramona seguía insistiendo con las preguntas. Traté de hablar con Luna, pero me di cuenta que no estaba por ningún lado, estaba solo.
—Max, ¡Max! —llamó mi atención la mujer —realmente no crees que Susi hace todo esto solo por su trabajo ¿verdad?
—Em…
Traté de responderle, pero el dolor en mi cabeza comenzó a ser más intenso, a tal grado que ya no podía soportarlo. En ese momento se escuchó un fuerte golpe, la puerta de la sala se abrió de manera repentina, Ramona se levantó de la silla conmocionada y yo traté de hacer lo mismo, pero había empezado a marearme, por lo que tuve que apoyar un brazo en la mesa para no caerme.
A la sala entró Susi, se veía preocupada, Ramona se le acercó para decirle algo, pero ella no parecía interesada. En cuanto me vio apartó a un lado a la mujer y se dirigió corriendo hacia mí.
—Max, ¿estás bien?, ¿qué te dijo ella? —preguntó preocupada.
Editado: 04.08.2024