El misterio de Luna

Capítulo 17

Los días pasaron, y no encontramos una respuesta al porqué deje de ver a Luna en ese momento. La verdad al principio tenía mucho miedo que de repente ya no pudiera volver a verla o hablar con ella, mientras más me hacía a la idea de que podría llegar ese momento más miedo sentía y más impotencia con respecto a su condición. Pero con el paso de los días el miedo y la angustia fueron descendiendo poco a poco. 

Quedamos en posponer la investigación de Susi hasta que ella volviera, le había contado todo lo que hablamos junto con Marcus ese día. Ambos llegamos a la conclusión de que debíamos ir a preguntarle a Susi directamente cuando volviera, pero ¿qué íbamos a hacer hasta que ella volviera?

Eso nos trae aquí, las luces de la habitación estaban apagadas lo más posible, sin embargo, aun con las cortinas cerradas, se podía notar pequeños rayos de luz que pasaban por las rendijas de estas. Las habitaciones del hospital contaban con televisores colgados en la pared para que los pacientes tuvieran entretenimiento, aunque no había utilizado el mío, hasta ahora.

Luna había dicho que debíamos ver cierta película que iban a pasar por la tele, realmente pensé que era innecesaria, pues había otros asuntos que tratar más importantes. Pero ante su insistencia y la falta de pistas no me quedó otra que seguir sus juegos, «¿qué podría pasar?».

 —¡Ah! —gritó asustada por una escena de la película.

La miré mientras seguía mirando la película, aún con el miedo en su cara, no podía decir si le gustaba o le asustaba. Yo, por otra parte, más allá de algún susto ocasional la verdad no sentía miedo de la película, después de todo tenía el espíritu de una chica en coma al lado mío «¿quién necesita una película de fantasmas? con una amiga así» pensé.

Al cabo de una hora terminó la película, mientras encendía las luces Luna y yo charlamos tranquilamente.

—Esa parte del fantasma me dio mucho miedo —comentó Luna.

—Te das cuenta que eres un espíritu asustado del fantasma de una película ¿no?

—Sí, pero yo sigo viva, así que puedo asustarme si veo uno —bromeó mientras se sentaba al lado mío.

—Bueno, ¿qué quieres hacer ahora? —le pregunté.

—Tengo una idea —dijo mientras me susurraba su plan.

***

El día había pasado, faltaba un poco de tiempo antes de encontrarme con Luna; Amanda, una enfermera, me había traído la cena. Ella había estado atendiéndome en lugar de Susi, aunque no era lo mismo, hablábamos lo justo y no solía pasar mucho tiempo aquí.

—Supongo que esto es lo normal —dije por lo bajo.

—¿Qué? —preguntó ella creyendo que le hablaba.

—No es nada, hablaba conmigo mismo.

—Muy bien, ¿supiste que Susi vuelve mañana?, debes estar muy feliz ¿no?

—Sí —afirmé pensativo mientras comenzaba a comer la cena.

Mientras cenaba pensaba en mañana, y todo lo que sucedería ese día, al fin tendría las respuestas de lo que estaba sucediendo. Mi instinto me decía que Susi sabía más de lo que aparentaba y mañana podría averiguar algo que me ayudara a revelar mi pasado. Pero, ¿realmente quería eso?, no recordaba la persona que fui antes del accidente, y siendo honesto ya me había acostumbrado a mi día a día aquí.

Las dudas y los pensamientos contradictorios provocaron que me doliera la cabeza, por lo que traté de alejarlos. No era el momento de dudar, no ahora.

La noche había caído, era el momento de encontrarme con Luna. En mi armario busqué el abrigo que Susi me dio y me lo puse mientras me dirigía hacia la puerta del cuarto. Los pasillos estaban oscuros y unas pequeñas luces en el techo daban la suficiente luz para ver el piso y evitar tropezarse.

Caminé en silencio para evitar alertar a los médicos, últimamente me había metido en muchos problemas y no quería más, fui en dirección al techo del edificio, donde prometí despertar a Luna de su coma. Habíamos quedado en ir allí para ver las estrellas, pues el pronóstico predecía una noche agradable.

Mientras subía las escaleras y me acercaba a la puerta pude ver cómo seguía sin traba y abierta.

—Estas personas nunca aprenden —dije para mí mientras salía al exterior.

Igual a como lo describió el pronóstico del tiempo, el cielo se encontraba despejado y estrellado, había un poco de viento, pero no era problema. Las luces de las casas alumbraban tenuemente el pequeño pueblo que se podía ver desde allí. El hospital se había construido en una pequeña colina lo que le daba más altura que varios edificios y una sensación de estar más alto que todo el pueblo. Por el otro lado, en la parte trasera del hospital, había un par de kilómetros de campo y con la ausencia de casas y luces artificiales, pero el cielo nocturno podía verse más claramente.

Luego de admirar brevemente los paisajes tan distintos que se podían observar, busqué a Luna por la terraza. Ella estaba sentada de espaldas a las luces del pueblo mirando el cerezo, estaba sobre sobre una manta con bordados rojos y negros. Mientras me acercaba a ella me hacía la pregunta ¿de si ya había visto esa misma manta? pero no conseguía recordarlo y cuando me acerqué dije sorprendiéndola.

—¿De dónde sacaste esto? —pregunté señalando la manta.



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En el texto hay: misterio, romance, amistad

Editado: 24.03.2024

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