El misterio de Luna

Capítulo 18

Respiré hondo, estaba parada frente a la puerta de su habitación, la habitación de mi pequeño hermanito. Siempre pensé que había hecho lo correcto, pero después de verle sufrir la pérdida de su primera amiga desde su accidente, comprendí lo equivocada que estaba. No estuve para él, no podía decirle que llorara en mis brazos, los brazos de su hermana. No pude decirle que todo estaba bien porque yo estaba allí. No pude hacer nada por él.

Abrí la puerta lentamente, tenía miedo de lo que sucediera allí, ¿qué diría? ¿qué responderá? ¿me odiará?, eran preguntas que me hacía mientras pasaba por el umbral de la puerta. Allí justo frente mío se encontraba él, sentado en su cama de hospital esperando las respuestas que tanto se había esforzado por conseguir, y las cuales yo tenía.

—Muy bien, te contaré todo así que escucha por favor —dije mientras me sentaba en el borde de su cama.

Sus ojos se veían igual que la última vez que nos vimos, lucía cansado y triste a la vez que confundido, siempre tuve buen ojo para ver a través de él, o al menos en el pasado, cuando aún vivíamos juntos. Personalmente me sorprendió que conservara esa cualidad, a pesar de los años en que estuvimos separados, seguía siendo su hermana mayor.

—Hace casi ocho años que pasó. Vivíamos en una casa como cualquier familia, nuestra madre, nuestro padre, tú y yo; puede que lo olvidaras, pero durante ese tiempo eras muy apegado a mí, siempre decías que querías ir conmigo cuando salía con mis amigas y en casa te la pasabas en mi cuarto.

A medida que recordaba los momentos felices que vivíamos, unas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Se me hizo imposible seguir con la historia así que limpié mis lágrimas y respiré hondo para poder continuar mi relato.

—Un día discutí muy fuerte con nuestros padres, en realidad las cosas habían estado tensas entre nosotros desde hacía semanas, pero ese día fue la gota que rebasó el vaso. No vale la pena recordar el motivo, pero lo que debes saber es que ya no podía seguir viviendo allí, por lo que me fui en cuanto alcancé la mayoría de edad, tú me suplicaste que no me fuera, pero yo… ya me había decidido.

Mientras le contaba eso, Max puso una expresión diferente en su rostro, parecía saber de lo que estaba hablando. Ahora que recuerdo él había dicho que tenía sueños muy reales, casi como recuerdo. Tal vez recordó ese momento, de todos los posibles recuerdos de mí, tuvo que recordar nuestra despedida, «que cruel puede ser la mente» pensé.

Pude sentir una calidez en mi mano mientras pensaba, era él, que había tomado mi mano para ver si me encontraba bien. Sus ojos demostraban una auténtica amabilidad y preocupación por mí, todos estos años y seguía siendo el mismo niño amable de antaño. En ese momento recordé por un instante una de las discusiones que había tenido con mi padre, y Max, que no le gustaba verme triste, se quedó conmigo mientras lloraba en silencio en mi cuarto para hacerme compañía.

—Después de todo lo sucedido, sigues siendo tan amable y considerado con todos los que te rodean —dije mientras acariciaba su mejilla con mi mano —. Estoy tan orgullosa de ti.

Las lágrimas caían por mis mejillas, mientras le decía esas palabras, verdaderamente me sentía orgullosa de él como persona y como hermana, pero al mismo tiempo me sentía culpable por no poder haberlo visto durante todo este tiempo, y ahora sin que él pueda recordarlo ese tiempo se había esfumado por completo.

—Perdón Max, sé que querías recuperar tus recuerdos, pero no te he vuelto a ver desde ese día, yo no puedo ayudarte en eso, sigo siendo una inútil desde entonces.

Mientras me disculpaba me sentía impotente, pese a todo lo que se había esforzado y como había seguido adelante, yo seguía sin poder hacer mi trabajo como una buena hermana mayor.

De pronto sentí algo apoyándose en mi pecho, era Max que se había abalanzado hacia mí, y con sus brazos alrededor mío, me dio un fuerte abrazo. El abrazo de él fue mágico, hizo desaparecer todos mis malos pensamientos y me dio una tranquilidad que solo un miembro de la familia te puede dar. Fue cuando lo dijo.

—No importa lo que haya pasado, para mí fuiste y serás siempre… —Hizo una pausa para alejarse un poco y mirarme a los ojos —Una gran hermana mayor.

Mientras lloraba por las hermosas palabras de mi pequeño hermanito ambos nos abrazamos y nos quedamos unos minutos así, en silencio, solo con mis pequeños llantos de fondo, llantos de alegría por poder estar junto a él.

Un par de minutos después me sentía mejor, más tranquila y bastante feliz, hacía bastante que quería contarle todo, y que él me abrazara como ahora; honestamente pensé que jamás pasaría, pero aquí estamos.

—¿Quieres que siga mañana? ya es bastante tarde…

—No, quiero oírlo ahora, por favor —sus ojos marrones brillaban con la luz de la lámpara encendida que iluminaba el cuarto. Su mirada intensa y decidida hicieron imposible que me negara, desde siempre tenía una debilidad para rechazar sus peticiones y caprichos cuando era niño.

—Supongo que los viejos hábitos se arraigan —dije para mí misma.

Max me miró sin poder comprender mis palabras en ese momento. Haciéndole una seña para que no se preocupara por eso, seguí con mi historia.

—Bueno, luego de eso fui a vivir con una amiga que tenía, ella estudiaba para ser enfermera, por lo que decidí unirme con ella, ¿sabes de quien te hablo?



#1081 en Thriller
#554 en Misterio
#6808 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, romance, amistad

Editado: 24.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.