Abrí los ojos debido a los rayos de sol, busqué con la mirada el techo blanco de mi habitación tan conocido a este punto, pero nada, solo pude ver un enorme cielo de color celeste que se extendía por todo el lugar. Había césped debajo mío y el ruido de algunos autos pasando cerca de aquí me indicaban que ya no estaba en el hospital.
Me incorporé y busqué señales de algo conocido con mi mirada, pero nada, no había visto este paisaje antes; Había árboles de todo tipos y tamaños, unos caminos de cemento que recorrían las grandes zonas llenas de césped verde, incluso pude notar algunos juegos a lo lejos, no había dudas: era un parque.
Caminé un poco por el lugar, en dirección hacia los columpios, allí había sentada una chica de pelo largo y rubio, con vestido blanco con flores rosas, y unos zapatos rojos brillantes. Pude reconocerla casi de inmediato, aunque se veía más joven, no cabía duda que era Luna.
—Eres tú —dije sin pensar.
—¿Qué? —preguntó desconcertada la muchacha.
—Nada, ¿Quién eres?
—Me llamo Casandra.
—Qué lindo nombre —afirmé.
—Lo odio —dijo enojada.
—¿Por qué?
—Es feo, el que me dio mi papá es más lindo.
—¿Y cuál nombre es ese?
— Luna…
Mientras la muchacha contestaba con una sonrisa por el nombre que su padre le había puesto, todo comenzó a brillar con un tono blanco, las imágenes iban desapareciendo mientras mi conciencia volvía al mundo real: desperté.
El techo blanco de mi habitación, una sensación de tranquilidad me invadió «empiezo a querer un techo blanco en mi cuarto cuando salga de aquí» pensé a modo de broma mientras me sentaba en mi cama.
Allí estaba Susi, junto con Angelica, parecían estar hablando algo entre ellas, Susi no tenía su uniforme, al parecer su turno había terminado.
De pronto ambas se percataron de mi presencia y se acercaron a mí.
—Al fin despiertas, estaba preocupada —dijo Susi mientras se cruzaba de brazos.
—Lo sé, perdón —contesté.
Angelica dio un par de pasos al frente y sosteniéndose el brazo se disculpó conmigo.
—Tu hermana me puso al tanto de tu problema. Lo lamento mucho, mi reacción provocó que esto te sucediera.
—Tranquila, no hay problema.
—¿Por lo menos pudiste recordar algo? —preguntó Susi.
—De hecho, sí— contesté mientras miraba a Angelica —pude recordar la primera vez que vi a Luna.
Traté de levantarme para ir a ver a Luna, tenía que contarle lo que había pasado y lo que podía recordar, pero Susi me lo impidió.
—¿A dónde crees que vas?
—Debo…
—Debo nada, te quedas en cama lo que resta del día por tu seguridad— dijo mientras me recostaba a la fuerza en la cama.
—De acuerdo —dije rindiéndome, conocía a Susi y sabía que era inútil seguir.
—Señorita Angelica, deberíamos irnos y dejar descansar a Max —agregó dirigiéndose a Angelica.
Ambas mujeres salieron de la habitación casi enseguida, y volví a quedarme solo, pensé durante un tiempo lo que había soñado, era el recuerdo de cómo conocí a Luna.
—Entonces todo era verdad… —dije para mí mismo.
—No quería que lo supieras así.
—¡Ah! Luna, —dije sorprendido de verla de pronto a mi lado. —¿Dónde te habías metido?
Ella no contestó, simplemente se sentó en el borde de mi cama y se quedó allí en silencio con una expresión de tristeza y duda en su rostro.
—¿Ya lo sabías? —pregunté.
—Desde hace un tiempo, pero lo confirmé hace poco —respondió con la mirada baja —tenía miedo, de que te culparas por lo del accidente.
—¿Qué pasó ese día?
Luna guardó silencio, era evidente que no quería hablar del tema.
—Si fue por mí que tú…
—¡No! —interrumpió. —tú no has hecho nada malo, pero…
—Pero ¿qué? —pregunté serio.
—Ya no quiero seguir hablando de esto —dijo mientras se levantaba y se iba de la habitación.
—Luna, espera —traté de detenerla en vano, ella ya se había ido del cuarto.
Me quedé pensativo durante un tiempo, tanto la reacción de Luna con el tema del accidente como el que ya nos conociéramos, eran cosas que no podía dejar pasar por más tiempo; mientras pensaba recordé algo, Angelica me reconoció por el accidente, es decir que ella estaba allí. Si quería respuestas tenía que hablar con ella.
Descansé el resto del fin de semana, honestamente estaba impaciente por hablar con Angelica, pero ese no era el momento para hacerlo.
A la mañana del lunes, luego de los chequeos rutinarios, fui en dirección a la habitación de Luna como era bastante habitual, pero esta vez iba con la intención de ver a Angelica para que me dijera que pasó aquel día.
Editado: 04.08.2024