El Misterio del libro: El giro de mi vida

Capítulo 3

Mis clases han terminado a las tres de la tarde, sin embargo, ha sido un día ajetreado, estoy tan agotada que apenas logro abrir la cerradura del apartamento esperando encontrar paz y tranquilidad, pero lo que hay dentro es todo lo contrario, las cosas están revoloteadas (claramente por mi reciente mudanza), ni he podido armar la cama yo sola, es por eso que tengo que dormir sobre un colchón tendido en el piso. Al tumbarme en la suave superficie pensé que el dormirme sería sólo cuestión de segundos, sin embargo, mis pensamientos me invaden, divago entre la idea de estar haciendo lo correcto o de estar haciendo exactamente lo mismo que mi padre (abandonar a la familia en busca de propios beneficios). Tardo un par de horas en conciliar el sueño, hasta que mis párpados se han vuelto lo suficientemente pesados.

Al despertar, lo primero que observo es el reloj, son las diez de la noche y el hambre que siento es insoportable. Ahora mismo salgo en busca de comida, a pesar de no conocer bien la zona, confío en que aún puedo encontrar alguna cafetería abierta.

Las calles están casi vacías y la iluminación no es la mejor, pero eso no me detiene, sigo caminando en línea recta con la esperanza de llegar a un buen lugar para poder saciar mi apetito. En pocos minutos me doy cuenta de que no estoy sola, alguien va detrás de mí, (y está bien, puede ser una persona común y corriente así que no debo exagerar), intento conservar la calma, pero mis pies no me obedecen, empecé a acelerar el paso y el individuo que me acecha lo ha notado así que está haciendo lo mismo en mi dirección, desde luego sé que es una mala señal, pero no puede parar de avanzar en este punto. Para mi suerte he logrado ver un local que irradia una intensa luz comparada a la de las calles, (es un establecimiento de comida) me siento tan aliviada por estar “salvada” y sin pensarlo me dispongo a correr (un gran error), el hombre ha venido tras de mí y se me ha abalanzado por el cuello, intento forcejear, pero es casi inútil pelear contra su fuerza, no puedo gritar, no puedo hacer absolutamente nada. Estoy perdida.

Con todo lo que me estaba pasando no tenía esperanza alguna, sólo podía ser un milagro; Connor había aparecido desde las tinieblas para ayudarme, le dio un brusco empujón a mi agresor obligándolo a soltarme (jamás podré describir esta sensación, podía volver a respirar otra vez), acto seguido estrelló sus puños repetidamente en aquel siniestro personaje de la noche, el cual salió huyendo poco después.

–¡¿Estás bien?! -pregunta alterado. Asiento en silencio mientras me lleva a un lugar seguro.

–¿De dónde has salido? -pregunto al fin.

–Estaba saliendo de este lugar en cuanto vi esa horrible escena, no podía simplemente verlo y no hacer nada. Y si se trataba de ti, era peor aún. -dice indignado.

–Gracias. -me limito a decir

–Te traeré algo de comer. -me informa antes de irse para hacer el pedido.

Ha regresado con la comida minutos después, mucha comida de hecho.

–¿Sabes que no puedo comer todo esto, verdad? -digo entre risas.

–Lo lamento, tengo la cabeza en otro lado. -admite.

Al final hemos terminado los platillos entre los dos (supongo que él ha comido más de la cuenta esta noche). Después de lo ocurrido, ha insistido en acompañarme de vuelta a mi apartamento.

–Veo que aún no terminas de “decorar”. -intenta hacerse el gracioso al ver todo patas arriba.

–Bueno, es más difícil de lo que pensé…

–Aún no me has dicho de dónde vienes. -saca un tema de conversación mientras se pone cómodo en el sofá.

–Soy de Belfast, Irlanda del Norte. -respondo a su pregunta.

–Increíble, viví un tiempo en tu país. Verás… mi padre consiguió empleo allí cuando tenía dieciséis años. -cuenta una parte de su historia. No puedo dejar pasar su mirada que transmite tristeza en esos recuerdos, pero decido no ser indiscreta y no preguntar más acerca del tema.




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