El Misterio del libro: El giro de mi vida

Capítulo 4

Rayos de luz atraviesan la ventana y van fulminantes directo hacia mis ojos logrando así despertarme. Pero, ¿Cómo he llegado aquí? ¿Dónde estoy?, es lo que trato de descifrar mientras analizo las paredes de la habitación (la cual no es mía), al parecer estoy en la segunda planta de la que parece ser una gran casa, intento reconocer lo que sea, aunque es inútil, los únicos lugares que he visitado desde que llegué a Inglaterra fueron; mi desordenado apartamento, la universidad y aquella traumática cafetería.

Sin más preámbulos decido salir de este espacio esperando obtener respuestas, sin embargo, no encuentro nada que pueda ayudarme, el lugar está aparentemente vacío. Es tan extraño… lo último que recuerdo es haber tenido una charla con Connor después de mi ataque.

Mientras mi cabeza da vueltas sin parar sobre este asunto, percibo que la puerta principal se abre, y como era de esperarse mi querido héroe ingresa a la propiedad.

–¿Puedes explicarme por qué estoy aquí? -me dirijo hacia él, quien trae una especie de caja de herramientas consigo, espero que no sea una clase de psicópata o algo así.

–Ante todo, buenos días. ¿Cómo estuvo tu sueño? - evade mi pregunta, lo cual me empieza asustar.

–Bueno, supongo que fuera de amanecer en un lugar extraño y con la mente revuelta… Sí, mi sueño fue estupendo. -soy sarcástica.

–Sé que estás confundida y voy a explicarte todo, es menos aterrador de lo que crees. -dice mientras empieza a reír sutilmente. – Anoche te quedaste dormida en tu apartamento mientras conversábamos…

–El detalle es que éste no es mi apartamento. -lo interrumpo.

–En efecto no lo es. Es mi casa. Como iba diciendo, te quedaste dormida en el sofá, el cual me pareció muy incómodo para ti así que te tomé en mis brazos para llevarte hasta tu cama, pero enseguida recordé que no estaba disponible como lo habías comentado y no iba a dejarte dormir encima de un colchón prácticamente en el frío suelo. -explica.

–Y entonces me trajiste aquí. ¿Es correcto?

–Así es, no sé por qué estás tan irritada. Acabo de volver porque salí muy temprano a dejar preparado tu nuevo hogar, la cama está lista, el comedor también…

–Lamento haberme enfadado contigo, y muchas gracias por hacer eso por mí, significa mucho. -lo interrumpo nuevamente, pero esta vez expresando mi gratitud con un inesperado e impulsivo abrazo. Retrocedo al instante, no sé por qué he hecho algo así, es decir, apenas lo conozco desde ayer.

–Iré a tomar una ducha. -dice nervioso, es claro que no quiere hablar sobre lo raro que acabo de hacer, y así es mejor para los dos.

Me desplazo por la casa sin rumbo, y sin planearlo me he encontrado con el paraíso en la tierra (o al menos mi paraíso), es una biblioteca, una muy grande, ordenada y linda. Amo leer desde siempre y desde luego he visto muchas bibliotecas a lo largo de mi vida, pero nunca una tan grande dentro de una casa. Al parecer Connor y yo tenemos hábitos en común. Esto se pone interesante.

–Te llevaré a clase, aún estamos a tiempo. -oigo a mi espalda.

–De acuerdo, tomaré una ducha rápida y nos iremos. - respondo mientras avanzo hacia la escalera, para luego volver a la habitación donde empezó esta mini aventura.




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