El Misterio del libro: El giro de mi vida

Capítulo 5

Al llegar al campus, nuestros caminos toman rumbos distintos, ya que no estudiamos la misma carrera; solo compartimos algunos cursos básicos. Camino hacia el edificio central mientras siento una presión intimidante (tengo un complejo de persecución justo en este momento). Tal vez haya desarrollado un trauma después del incidente de anoche.

La clase empieza como cualquier otra, y hay personas tratando de socializar conmigo; sin embargo, me niego a darles confianza. Sé que es ridículo, pues es normal formar círculos sociales en un entorno nuevo, pero no puedo permitirme fallar otra vez. Siempre antepongo las necesidades de los demás a las mías, y creo que es hora de dedicarme a mí misma (aunque, por alguna razón, Connor es la excepción).

—Receso—

—Hola —escucho una voz varonil acercándose. Sé que es el joven Beckham; ¿cómo podría no reconocer su voz?

—Al parecer, no es fácil escapar de ti —respondo en tono burlón. Y lo que digo es cierto; nos encontramos en el patio de comidas, donde hay bastante gente. ¿Cómo ha podido encontrarme?

—Fue una simple coincidencia; si prefieres, puedo irme —amenaza.

—No es necesario, solo bromeaba. De hecho, me agrada que estés aquí; después de todo, eres la única persona que conozco —le recuerdo.

—Lo sé —dice mientras toma asiento frente a mí.

—Voy a sonar indiscreta, pero ¿no es tu casa muy grande para una sola persona y muy costosa para alguien de tu edad?

—Sabía que ibas a mencionarlo. Las respuestas son sí y sí; aunque no vivo solo, también está el personal encargado de mantener la casa en buenas condiciones. Y en cuanto al costo… tienes razón, no podría imaginar pagar un lugar así. Mi padre compró la propiedad, pero ahora está legalmente a mi nombre —explica.

—No tenías que responder; fui imprudente. Y lamento mucho lo que le sucedió a tu padre. Si hubiera sabido sobre su fallecimiento, no habría sacado el tema —me disculpo.

—Ojalá fuera cierto, él está bien, aunque sigue prófugo del país. Mi padre me hizo mucho daño cuando apenas empezaba a entender la vida. Pero probablemente no te interese y no quiero abrumarte con mis traumas de infancia, así que olvidémoslo.

—He escuchado que hablar de tus problemas con alguien puede ayudar a cerrar el ciclo. Yo estoy dispuesta a escucharte, porque, desde luego, me importas —ahí voy otra vez con las cursilerías.

—Te lo agradezco; no hay muchas personas con quienes pueda tratar temas tan delicados. Antes pensaba que solo sería una etapa difícil, que tomaría tiempo, pero que al fin lograría sanar. Pero mírame, sigo aquí recordando la muerte de mi madre y el terrible abandono de mi padre, lo cual sucedió hace siete años —dice cabizbajo. No puedo evitar sentir lástima; me gustaría poder hacer más para ayudarlo.

—Me apena escuchar eso... Si te sirve de consuelo, mi padre también me abandonó cuando tenía ocho años. No estoy comparando los hechos, porque fueron en circunstancias distintas. Solo quiero que sepas que de algún modo te entiendo y deseo estar aquí para ti si me necesitas —le doy apoyo moral, extendiendo el brazo sobre la mesa y tomando su mano.

Creo que jamás me había sincerado tanto con alguien fuera de mi familia, del mismo modo que nadie me había confiado algo tan íntimo e importante. Éramos dos almas rotas reunidas para, por fin, sanar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.