Ha pasado un tiempo considerable desde que Connor y yo somos “inseparables”; casi a diario lo acompaño a casa y nos perdemos en su biblioteca por horas. De todos los libros que he leído, sin duda alguna el que más me ha cautivado es aquel libro viejo que llamamos “sin nombre” (tal como lo describimos; no tiene un título, la portada está vacía. Por el color amarillento de sus hojas deduzco que se trata de un libro muy antiguo), contiene un relato místico; aunque no sé dónde lo consiguió. Desde luego mi preferencia por ese escrito no está relacionada con el hecho de que me lo haya obsequiado el joven Beckham, simplemente es demasiado bueno que merece todo mi reconocimiento.
Acabamos de iniciar la temporada de vacaciones así que aprovecharé este tiempo para viajar de vuelta a mi ciudad natal. Anoche tuve una conversación con Macky, la cual se mostraba muy inquieta por contarme todo lo que le estaba ocurriendo. Mi vuelo saldrá en un par de días y por supuesto mi “fiel compañero” tendrá la amabilidad de escoltarme al aeropuerto. Le dí la idea de venir conmigo, así podría enseñarle más sobre mi vida antes de empezar esta travesía; sin embargo, Connor no aceptó la invitación con la excusa de tener que resolver algunas cosas pendientes aquí, desde luego esa no es la verdadera razón y lo entiendo, no me imagino lo que debe ser volver al lugar en dónde se remonta tu mayor desgracia.
Estoy tan feliz de reencontrar a mi familia, a pesar de no haber pasado mucho tiempo fuera, estos meses se han convertido en años para mí. Me pregunto qué es lo que trae tan ansiosa a mi hermana, el hecho de no saberlo me genera una curiosidad inmensa… Fuera de ello, es tan satisfactorio ver la conexión que tenemos, la confianza que ella deposita en mí. Es digno de admiración, y no es por creer que soy un modelo perfecto de hermandad, es sólo que usualmente no suelo oír buenas reseñas de las relaciones entre hermanos. Es por eso que me siento afortunada de no sólo tener un buen trato con uno, sino con mis dos hermanos.
Día del vuelo:
Me he despedido en la entrada que tiene acceso al avión, Connor prometió escribirme cuando le sea posible, y luego se disculpó por no poder venir conmigo. El vuelo se hace largo, estoy tan aburrida que empiezo a ver una película hasta perder el conocimiento.
Al despertar puedo notar que he llegado a mi destino, pues los pasajeros se dirigen la salida, sin pensarlo más me apresuro para no ser la última en partir.
Cuando apenas recobro la señal de mi teléfono móvil, me salta una llamada de Jayden.
–¿Has llegado? -pregunta.
–Me estoy acercando a la sala de espera. -respondo con la intención de que me ubique para así no tener que cargar con mis maletas yo sola.
–Aguarda… -dice antes de cortar la comunicación.
Mi hermano tiene un problema, es un tipo lacónico cuando se trata cosas importantes (con palabras concretas y nada más que eso, es como una contestadora automática). Mientras me quejo de su actitud en silencio, siento un empujón. Al darme la vuelta para responder agresivamente (siendo un reflejo) veo el rostro del robótico Jay, acto seguido nos damos un fuerte abrazo y luego le devuelvo el empujón, a lo que él se ríe mientras se ofrece a llevar mi cargamento hasta el auto que espera por nosotros.
Es una sensación extraña volver a mi hogar, una mezcla de melancolía y emoción se apodera de mí. Decido entrar a casa en el primer momento en que la tengo en frente. Es todo un festín, la sala está llena de globos y esa clase de decoraciones (es fácil descubrir que jamás he estado lejos por siquiera un mes), también hay pastel sobre la mesa y más bocadillos a los cuales no les presto atención. Sólo estoy interesada en encontrar al resto de la familia.
–¡Cadence! -escucho mi nombre justo detrás de mí. Macky comparte ese sentido del humor perverso con Jayden, a ambos les encanta asustarme en vez de saludar como la gente normal lo hace.
–Te he echado tanto de menos… -le digo mientras la abrazo.
–Mamá es la que te extraña más, no ha dejado de hablar de ti en sesenta días. -se queja.
–¿Dónde está ella? -pregunto.
–Justo aquí. -mi madre responde desde el balcón interior de la casa. Enseguida se dispone a bajar por las escaleras para por fin reencontrarnos.
La celebración ha empezado, mi madre ha invitado a mi grupo de amigos (el grupo que ya había mencionado), nos encontramos en el sofá poniéndonos al día sobre las cosas que nos han sucedido en este lapso de tiempo, hay música de fondo, el ambiente es realmente bueno.
Pasadas unas horas Macky ha conseguido robarme de la fiesta, ha dejado a mi madre conversando con Stephanie, mi mejor amiga con la que no he tenido contacto alguno en todo este tiempo.
–Creí que ellos ya no eran tus amigos. -se refiere a las personas que nos acompañan hoy.
–No estoy segura, jamás corté mi amistad con ellos formalmente, es sólo que nos hemos distanciado. - explico. En realidad, me sorprende que hayan venido.
–Bueno, esa no es la razón por la que te secuestré. - bromea.
–De acuerdo… Había algo que querías decirme, te escucho.
–Se trata de un chico, un alumno nuevo en mi clase, ha sido transferido desde Inglaterra…