El Misterio del libro: El giro de mi vida

Capítulo 16

He soportado unos días teniendo falsas noticias sobre su paradero, con confusiones repetitivas debido a la recompensa que he ofrecido. Y, como si eso no bastara, se me están acabando las excusas con respecto a mi madre. Ella empieza a preocuparse, ya que no la dejo hablar con su hija y, claramente, tampoco responde a sus llamadas. Por un lado, me alegra que no lo haga; de lo contrario, sería mi fin.

Connor

He permanecido resguardado una semana, tal y como había prometido, incluso si eso significa perder clases. Nada importa más que mantener a mi novia tranquila. Mi círculo social nunca fue estable; ni siquiera en mi niñez. Puedo relacionarme, pero termino alejándome de todos. Cuando mamá murió, mi padre quedó devastado, tanto así que me envió de regreso a mi país y me encargó con sus empleados. Luego huyó de su realidad (quién sabe a dónde), dejando a un chiquillo desamparado. Gracias a eso, mi vida se complicó aún más y, desde entonces, me aislé. Hace poco, sin querer, me abrí hacia una persona que me devolvió el sentido de apreciar y confiar en alguien.

A todo esto, me duele verla en este estado (tan alterada). No es propio de ella; al conocerla, transmitía la impresión de tenerlo todo bajo control. Sin embargo, ahora afirma que se le ha ido de las manos. Aunque parezca una locura y no haya terminado de entender sus pensamientos, debo apoyarla; más que por un deber, es porque quiero hacerlo. Supongo que de eso se trata el amor.

El teléfono principal suena y el sonido logra robarme la concentración. Me pone de tan mal humor...

—Diga —contesto.

—Es el Sr. Beckham —se presenta, indiferente.

—Desgraciado… —sollozo. La sangre me hierve solo con escucharlo.

—¿Disculpe? Aguarde un minuto, ¿quién es usted? —se dirige a mí como a un extraño.

—Era de esperarse. No reconoces la voz de tu propio hijo —me burlo—. ¡¿Qué pretendes al llamar?!

—Es un tema muy delicado para tratarlo por teléfono —suspira.

—Y bien, ¿dónde te escondes? Para algo debes estar haciendo acto de presencia, ¿verdad?

—Ven al aeropuerto —dice antes de finalizar la llamada.

Es tan desconcertante que apenas puedo asimilarlo. He sido duro, pero no ha sido suficiente. Mi cabeza da vueltas y mi instinto decide por mí, entonces salgo en marcha.

Lo encuentro sentado al lado de la cafetería (lleva puesto un traje negro y gafas oscuras, como de costumbre). Tenerlo enfrente causa muchas emociones dentro de mí; tengo ganas de golpearlo y de abrazarlo al mismo tiempo.

—¿Irás a la mansión? —le dirijo la palabra, evitando su mirada, pero me estrecha contra su pecho antes de poder reaccionar.

—No puedes irte y volver cuando te apetezca. No te he perdonado; tan solo estoy haciendo una obra de caridad, ya que tampoco estaba en mis planes armar un espectáculo —me expreso de la mejor manera y, segundos después, me suelta y asiente con la cabeza.

Llegamos al que solía ser nuestro hogar y encuentro a Cadence, quien está de pie en la entrada. Lo olvidé por completo; no debí haber salido... Ella se vuelve hacia nosotros y su mirada destila decepción.

—Quise impedirlo, pero no me dejas ayudarte. No duermo y casi no como; no puedo seguir así… ¡Me voy! —grita antes de darme la espalda y seguir su camino.

Está paranoica; su estado es crítico. He salido y estoy completamente sano. Iría tras ella, siempre y cuando no me encontrara en una mala situación, considerando a mi padre.

—¿Podemos…? —empieza a hablar en cuanto hemos entrado al interior de la residencia.

—Desde luego que podemos hablar; corrección: debemos. Puedes empezar a narrar la historia. Revivamos mi trágica historia —lo interrumpo, esperando a que se defienda.

—Escucha… sé que te abandoné; sin embargo, nunca te faltó nada. Lo que intento decir es que siempre has estado a buen recaudo. ¿Podrías al menos admitir eso? —se pone a la defensiva.

—Lo hago; sé que has cubierto mi economía, a pesar de no ser la excusa perfecta. ¿Sabes lo traumático que es para alguien perder a su madre? ¿Más aún cuando te encuentras en una etapa tan inestable como la adolescencia? ¿Siquiera lo has pensado todo este tiempo? Todo lo que ocurrió hizo un hoyo en mi pecho, uno tan grande que es imposible de cerrar. Pero saber que estarías conmigo, compartiendo la misma pena, me consolaba, debido a mi ingenuidad por creer que no me había quedado completamente solo. Pero me regresaste a base de mentiras y eso agravó el daño; era huérfano por ambas partes. Siempre pensé que estaba haciendo lo correcto, hasta que tus acciones hicieron que me lo cuestionara día y noche. Fue tanta la desesperación por conseguir respuestas que deseé desaparecer con todas mis fuerzas... —finalmente suspiro. Estoy tan asombrado; en la vida había sacado todo lo que tenía en el fondo de mi corazón. Es una sensación tan satisfactoria y, a la vez, desagradable, por tener que excavar en mi infierno del pasado.

—Lamento todo… No merecías nada de lo que viviste y estoy consciente de que desaparecí en el peor momento y sin ninguna explicación. Debes entender que lo hice para protegerte —no hace más que excusarse.

—¿De qué? —discrepo.

—Tu madre no falleció por simples cosas de la vida… El accidente fue provocado —confiesa. Lo que dice simplemente me desmorona—. No quise ponerte más en riesgo; probablemente, la siguiente víctima sería yo, pero mi prioridad era salvarte. No pude decírtelo; no lo hubieras entendido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.