Capítulo 23

Salí del encierro hace solo unos días. He decidido reinstalarme aquí en Irlanda, pero un poco alejada de mi familia. Con la ayuda de mi hermano, he conseguido un departamento en Cork (una ciudad aledaña) para volver a empezar y olvidar todo lo que pasó. Empiezo a desempacar las cosas que he mandado traer desde Inglaterra, ya que todo lo había dejado ahí durante todo este tiempo.

Mientras intento poner todo en orden, me encuentro con un libro de tapa dura; pero no solo era un libro, era el libro misterioso que tanto daño me causó. Entro en pánico mientras la rabia se apodera de mí. Enciendo la chimenea y me dirijo hasta ahí con aquel vejestorio entre las manos. Sin más preámbulos, decido arrojarlo al fuego. Observo cómo sus páginas se van quemando poco a poco y siento una sensación de paz llenando mi alma.

—Días después—

Oigo mi teléfono zumbar sobre la mesa; no me apetece hablar con nadie, y menos con Steph, que ha intentado llamarme desde que soy libre. Al ver la pantalla, me congelo; no puedo siquiera contestar. Según mi teléfono, es Connor quien llama. Estoy segura de que es solo una broma de mal gusto; cualquiera podría estar detrás de esto. No he respondido, solo estoy intentando calmarme. Tal vez, si yo imaginé todo —como dicen los psiquiatras—, este teléfono le pertenece a alguien más. ¿Pero a quién, y por qué lo tengo registrado como Connor?

Minutos después, el teléfono zumba otra vez. Esta vez se trata de un mensaje de texto. Lo leo, aún estando nerviosa: hay una dirección. La misma dirección que envió Connor cuando me pidió ser su novia. Quien sea que esté usando este número, quiere verme. No estoy segura de si debería ir; después de todo, ese hotel se encuentra en otra ciudad. Tras pensarlo detenidamente, finalmente llego a la conclusión de que es necesario, y de que vale la pena ir para así acabar con este asunto de una buena vez. Contesto el mensaje, acordando la fecha y hora: el próximo sábado por la tarde. Así me dará tiempo de llegar.