Giselle
Ethan habla por teléfono con Nathan y su abogado, suena molesto, demasiado. Lleva quizás más de dos horas con ellos, sin embargo cada minuto parace generar más molestia que el anterior.
Me da una sonrisa tensa, con sus labios pronuncia en voz baja "Creo que tendremos que cancelar la reservación, o puedes ir tu e invitar a alguien."
Sinceramente, la cena es una idea perfecta para que la noticia de que Ethan y yo estamos juntos llegue a su familia, principalmente a Esther y Frida.
Niego mientras aviso, cuando termino volteo a verlo noto que esta sentado en una pequeña mesita y apunta algo en una hoja, recarga el papel sobre su rodilla facilitando su acción.
Me acuesto en la cama, estoy en la habitación de Ethan vestida con un entubado vestido verde de escote recto con finos tirantes, zapatillas plateadas y el cabello en ondas.
Jugueteo con las puntas de mi cabello negro, se vería muy bonito con algún color pero hasta ahora no pienso en el ideal.
—Nathan, dime que me estás haciendo una broma—Su voz furiosa resuena en la habitación.
¿Ven a lo que me refiero? Uy, si hubieran escuchado lo demás.
—No, no voy a hacer eso.
Escucho atenta, apreciando cada detalle que discute y en un par de minutos más antes de revolverse el cabello y colgar.
Se sienta cerca de mi y me levanto para llegar a él, luce desanimado y estoy tentada a consolarlo pero me quedo a unos centímetros de distancia.
—¿Todo bien?
—Si, descuida —dice pero suena distraído, distante y evita mirarme.
Puede fingir pero no mentir, o al menos hasta ahora.
Ethan por lo general se le puede encontrar divertido o serio, de otra manera resulta raro verlo.
Dejo de lado mi paranoia, él realmente necesita al menos un par de palabras motivadoras.
—Lamento que te arreglarás para nada, Sel —agrega poco después.
Me río un poco por su preocupación a eso, aún cuando es lo de menor importancia.
—Descuida —gateo un poco para abrazarlo y me recibe, su agarre se vuelve fuerte y suspira, me tenso bajo su tacto pero tomo aire tratando de evitar que lo note.
—Esto es un desastre.
—¿Qué te dijo Nathan y el abogado?
—Se trato de hacer un acuerdo pero no es tan fácil y tampoco aceptaron —murmura abrazándome con fuerza, mis rodillas empiezan a doler un poco, establezco un poco de distancia para poder sentarme viéndolo —Será una demanda y puede que sea un proceso largo.
—¿Y...? —le presionó un poco, dudo que solo eso no pusiera así.
—Un par de tonterías más —añade.
Su mano juguetea con un hilo de la cobija, sutilmente tomo su mano, y ahora soy yo jugando con sus dedos.
—Lo vale para ti?
—No es solo yo, también están un par de casos más —argumenta.
—No has respondido.
Suelto su mano y con la misma lo obligó a mirarme, sus ojos conectan con los mío y siento el aire atascarse en mi pecho, abro la boca dispuesta a decir algo pero me toma más de lo esperado.
Esto es demasiado íntimo, muevo su cara un poco para así evitar su mirada.
—¿Entonces Ethan, lo vale?
—Si.
—Lucha por lo que quieres, que sea difícil no debe ser un impedimento.
Sonríe de manera cansada, algo me dice que quiere hablar pero se mantiene en silencio.
Prendo mi celular, noto lo tarde que es, debo de regresar a la habitación porque Sebas me hará videollamada para que lo ayude con una tarea.
—Debo irme —le digo mientras me levanto, tomo mis cosas y las guardo en mi bolsa mientras las voy encontrando —Llamame si ocupas algo.
No es que me gusta la idea de dejarlo solo pero tampoco voy a cancelar, además, estará bien.
Mis pies tocan la suavidad que tiene la alfombra, piso toda la superficie alfombrada buscando mis zapatos y cuando los visualizo, los tomo de las correas junto a mi bolsa ya avanzo hasta el marco de la puerta.
Siento su mano sostener mi brazo, bajo la mirada a la unión y luego, a él, no aprieta pero si es firme como para llamar mi atención
—Podemos bajar al restaurante. —murmura —O pedir algo, te debo una cena.
La luz de la luna entra por la ventana alumbrando su cara, siempre supe porque me había enamorado de él. No es que físicamente no sea atractivo y sus sentimientos resultan reales, sino que cuando lo veo puedo notar algo que me atrapa, no es misterio pero es algo que nunca encontré descripción perfecta.
Y estos pensamientos no deberían de volver.
—¿Sel?
Sel, Giselle es lindo pero la gente tiene algo con recortar mi nombre, no es que suene mal pero hay uno que si aborrezco que me digan, Elle y para mi desgracia o fortuna de él, Sel es de mis favoritos.
Carraspeo quitando esa sensación rara que empieza a instalarse en mi, suelto el pomo de la puerta y asiento, jala de mi lo suficiente para adentrarme en la habitación y dejo en el suelo los zapatos, no es como si mi habitación esté muy lejos pero la idea era ir descalza.
—Pero primero tengo que hablar con Sebastián.
Señala su laptop que está en el buró, me acerco mientras él toma el teléfono y empieza a marcar.
—¿Tienes ganas de romper la dieta hoy? —pregunta.
Sonrio un poco tímida y asiento.
—Siempre tengo ganas, eso ni se pregunta.
Lo escucho ordenar mientras yo entro a mi cuenta de Skype, aun no está conectado pero seguro no tardará.
—Hola —dice alargando la "a".
Lleva el cabello despeinado y húmedo, también veo el desastre de su habitación.
—Hola, ¿Te acabas de bañar? —cuestiono, la luz del sol se filtra un poco y lo veo caminar antes de sentarse frente a la pantalla.
Hace una mueca.
—Si, tuvimos entrenamiento tarde. Estas muy arreglada —Observa, curiosea tratando de ver más de lo que la pantalla le permite.
—Ouch —digo divertida y desviando el tema —Eso fue un golpe bajo.