El modelo perfecto del amor

Treinta y uno

Ethan

El día comenzó soleado a pesar de los pronósticos, pero estos no se habían equivocado del todo, la lluvia tenía media hora que se desató con fuerza por eso es que termino de guardar un par de cosas para evitar que se mojen y regreso al interior de la casa.

—¿Esta bien?

Mentirle a mamá se ha vuelto tan fácil estas semanas que la mentira casi sale por si sola de mis labios así que solo niego.

—Le duele, no sé si sea lo mejor la manera en la que Daniel lo está manejando, pero no me gusta verla así.

—Se notó decaída en la comida.

Revuelvo mi cabello para sacar mi frustración, jamás me ha gustado demostrar lo mucho que me afecta, pero todos saben que Ethan Luna tiene una debilidad... una debilidad de cabello tan oscuro como la noche, unos ojos tan profundos como el mar y una sonrisa que me desarma por completo, por eso lo que le pasa siempre termina siendo una prioridad solucionarlo o en dado caso, ser parte de su apoyo.

—Si, algo... bastante en realidad. Se quedo en mi antigua habitación cambiándose, ¿y su familia?

—Se quedaron con tu padre en el comedor, están tomando chocolate caliente — Su sonrisa se expande —. Tu padre y tu suegro, yo que tú me apuro antes de que saquen las anécdotas vergonzosas.

Sonrío, pero es mi menor de mis preocupaciones, Giselle lleva bastante rato arriba. Mamá nota mi preocupación porque señala las escaleras con un movimiento.

—Les serviré, los espero en el comedor —asiento, antes de que se aleje la atraigo a mí en un abrazo.

Aún estoy muy asustado, aún temo estar soñando con que seguimos en el hospital y no hemos salido, aún me despierto agitado por los sueños o más bien, pesadillas que suelo tener.

—Te amo tanto.

La siento temblar en mis brazos así que se aferra a mí, o quizás soy yo el que está aferrándose a ella, pero eso deja de importarme cuando un ruido de arriba nos alerta.

Me alejo de ella con cuidado, pero con mis sentidos alerta, no quiero dejar este momento, pero también tengo la urgencia de saber que sucede arriba.

—Yo también cariño, ve arriba ¿sí? —sonríe con los ojos acuosos. —Yo estoy bien, lo voy a estar.

Pero temo que no sea así, la culpa me está carcomiendo porque sabía que esto podía pasar y aun así lo dejé. Estuve tan centrado en resolver mis cosas que me olvidé de ella, de la única persona que ha estado para mí siempre.

Asiento nuevamente antes de casi salir corriendo por las escaleras, cuando alcanzo a estar frente a la puerta de mi antigua habitación me debato entre abrir o tocar.

Finalmente, solo abro la puerta con cuidado, esperando encontrar algo tirado o así, pero en cambio, lo único que veo es a Giselle dormida en la cama con el cabello aún húmedo.

Con la sigiles de un gato me acerco sin despertarla, sus espesas pestañas tocan parte de sus mejillas sonrojadas y un par de mechones rebeldes caen sobre su frente. A pesar de que quiero ser viéndola, me enfoco en mi prioridad... si ella está dormida ¿qué fue lo que se escuchó caer? Al moverme, una luz emerge del piso en señal de un mensaje y es cuando percibo que el sonido fue su celular cayendo al suelo junto a todo el contenido de su bolsa.

Me dedico a guardar sus cosas tratando de no dejar nada sobre el piso, cuando termino con ello. Me dedico a verla desde lejos, en el marco de la puerta.

Verla de lejos me permite ver la fragilidad que la rodea pero que aun así la mantiene de pie, como su toda esa debilidad solo la hiciera reconstruirse, aun cuando se siente perdida.

—Es bonita, ¿no?

—Es más que eso —no necesito voltear para saber quién es.

Esther.

—No lo entiendo —dice después de un par de segundos en silencio. —Si que por algo está en tu mundo de modelaje y eso, pero no lo entiendo.

Esther no siempre es caprichosa y no siempre lo fue. Aún recuerdo escucharla correr por la casa con mamá regañándola mientras iba detrás de ella, o robándome galletas solo porque mi tío le prohibía comerlas, pero en algún punto se volvió muy retraída y cuando su padre se fue, una soga que la ataba se liberó, pero ya la habían lastimando bastante.

—No tienes que entenderlo, solo respetarlo.

Aprieta los labios con molestia, sacude su cabeza antes de mirarme.

—Sé que se ve como un Ángel, que pretende engañar a todos con su fachada de que "Hago lo mejor para todos" pero yo veo más allá de eso —sentencia. —Ella se está hundiendo tan lento que nadie se ha dado cuenta, decae tan sutilmente que apenas lo has notado, pero te diré algo, ella se hundirá y te arrastrará consigo.

Respiro lento, encontrando un poco de calma porque las palabras de mi prima me molestan. No es que ponga a una delante de la otra, ni mucho menos, el detalle reside en que no lo hace con intención de ayudar.

—Si lo habías visto, ¿por qué no decirlo? —ella me mira, pero no es capaz de emitir palabra. —Eres mi prima y te adoro, aun cuando eres muy fastidiosa solo que no me explico muchas de tus acciones, principalmente estas.

—Ella... —susurra demasiado bajo para darse cuenta de que las palabras escapan y sacude su cabeza, alejando aquello que estaba por decir. —Solo quería decirte que prepares las habitaciones de invitados, cuando llegamos la lluvia se desató y tu madre sugirió que la familia Lee se podía quedar así que... ¡Yuju!

Su falso entusiasmo no me convence, pero la arrastro conmigo a que me ayude con las habitaciones, si la familia de mi novia se va a quedar entonces estarán lo más cómodos posibles, y quizás, el llevar conmigo a Esther me ayude a recuperar un poco de la chica que era.

[ 💛 ]

La luz que emite el ordenador frente a mi empieza a cansar mis ojos, el sueño ya parece estar alcanzándome, pero aún me faltan las referencias en el documento, después de horas estar leyendo las referencias se sienten como alcanzar la gloria.

Estudiar en línea una licenciatura parecía ser cosa fácil pero no lo es, parece más una clase de tortura en casa.



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En el texto hay: humor romance juvenil, romance drama

Editado: 20.01.2021

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