El modelo perfecto del amor

Treinta y dos

Ethan.

En la gran mesa de vidrio frente a mí se encuentran dispersos los papeles con todo lo referente a la demanda que finalmente con un poco de suerte terminemos ganando, pero con lo complicado que se pone toda la posibilidad de un juicio es más tangible de lo que me gusta.

Sthep mencionó que son desgastantes y caprichosos, más sobre un juego tratándose de ganar que de realmente una demanda, pero eso no me hizo cambiar de opinión. Porqué ya estaba, estoy harto de lo que han hecho y no solo conmigo, eso es lo que tiene tan feliz a Sthep y por lo tanto se aleja con el celular en la mano prometiendo que nos dirá más tarde lo que tiene.

Desvío la mirada del abogado para ir directamente a Nathan, quien otra vez está demasiado inmerso en su celular. A ratos se ríe y a otros hace un par de muecas, lo que me hace creer —nuevamente — que se trata de una chica, pero cuando nota que lo observo guarda su celular y me da una sonrisa tensa.

—¿Algo va mal? — Niega como si nada tomando un par de hojas y leerlas, igual no está concentrado así que vuelvo a interrumpirle —. ¿Seguro? Estabas muy expresivo al celular.

—Seguro —afirma desde la misma posición, pero levanta la mirada al preguntar —. ¿Y tú? Marque el otro a casa de Lana para preguntar por ti y me dijeron que tenías visitas.

Una sonrisa se expande en su rostro, con sus cejas hace un baile que me provoca negar mientras trato de ocultar mi sonrisa al recordar.

—No sabía que llamaste, ¿era algo importante?

Rueda los ojos al notar mi patético intento de ignorar lo obvio, él va a preguntar y yo de alguna manera me voy a delatar. Porque Nathan me conoce, así como yo lo conozco.

—No realmente... ¿Y qué hay de tus visitas?

—Técnicamente no son mis visitas, si no de mi mamá.

—No te hagas del rogar.

Es qué no lo hago, quiero decir, creo que una parte de mí me dice que como yo diga algo mi burbuja de felicidad se va a desvanecer y no lo quiero, ya he tenido suficiente de eso por un largo tiempo.

—No suena como si hablaras con mi mamá o con mi padre —puntúo.

Jugueteo con un par de papeles cerca, todos estos están llenos de anotaciones y citas. Definitivamente una demanda lleva trabajo, y entender la metodología que usan aún más.

—Oh, es que no lo hice. La hermosa Esther me contestó, ya sabes... con su adorable tono de "Habla rápido que me fastidias".

Hago una mueca al pensar que ellos dos cruzaron palabras. No es que ella sea el problema, sino que todos parecieran tenerlo... está bien, puede que en parte si tenga que ver con ella.

—Sea lo que te haya dicho solo créele la mitad, el resto puede que no tanto.

—Le creo cuando me dice que no contestas el celular porque estás muy entretenido durmiendo con tu ex.

—Si lo dices así suena muy mal —bromeo de ello.

Quizás si esquivo el tema lo suficiente se dé por vencido, quiero engañarme con eso cuando la probabilidad es menos de lo que mi positivismo me permite.

—Además, no es mi ex novia.

—Ah, tú hablas de la chica Lee —tantea, deja de lado lo que tiene para inclinarse sobre la mesa y habla con determinación —. Pero yo no hablo de Giselle.

Y la sonrisa se borra de mi rostro.

—Dijiste que esto no iba a salir a la luz —las palabras salen como reproche, pero no tiene la culpa de mis decisiones.

— Y no lo hará, quedamos en que nada que involucre a los Lee —aclara su garganta tratando de aliviar la tensión que se ha provocado, y entonces me lanza un trozo de papel.

—¿Qué es esto? —cuestiono confundido entre sus cambios y entendiendo que no pretende tocar el temas nuevamente e internamente se lo agradezco.

Al tomarlo el papel se desliza por mis dedos, reconozco el papel Contac sobre ello para protegerlo al igual que el logo tan característico de cierta empresa.

La constructora de los Lee.

"Pase de visitante." Se puede leer en la parte superior sin nada más que lo acompañe.

—Tienes una cita, Ethan —Confirma con un rastro de burla, entrecierro mis ojos en su dirección sabiendo que lo que vienen no me va a gustar. —Y no precisamente con tu Lee favorita.

Y aún más confundido, sostengo entre mis dedos el papel que me llevará directo a la persona que me espera.

[ 💛 ]

Nunca me había tomado el tiempo para detallar a fondo la sala de estar del lugar, pero a minutos de pasar a la sala de juntas me parece que su decoración es tan única y quiero fingir que puedo entender cada detalle, al menos para no verme como un inculto respecto a diseño de interiores.

—Llega justo a tiempo.

Justo, justo... ¿para qué?

Daniel sale minutos después, el traje azul que trae lo hace ver más joven a su edad y contrario a lo de siempre, esta vez no me sonríe. Solo se queda viéndome. Carraspeo un poco, tratando de aclarar mi garganta que de un momento se ha cerrado y espero que con eso me diga algo.

Solo que no lo hace y soy yo quien abre la boca.

—Parece que llego a tiempo.

—Largo de aquí, Luke —responde su padre.

Una sonrisa apenas perceptible escapa de mis labios antes de poner de pie. Intercambian un par de palabras antes de que se vaya y Daniel me invita a entrar.

Termino por sentarme frente a él, ojea un folder antes de extenderlo en mi dirección.

Trago saliva sin querer ser obvio, la idea de que el papá de mi novia — o algo así —esté frente a mí y con el semblante más serio que nunca no ayuda a mis crecientes nervios.

—¿Puedes verlo por mí? Lo he estado pensando demasiado pero no me termina de convencer y pensé que una opinión externa no nos vendría mal.

Claro...

No pasa más de quince minutos que termino, tras un par de comentarios damos por cerrado ese tema.

—Sé que no estoy aquí por eso — menciono armándome de valor.

Él arquea una ceja, asiente lentamente.



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En el texto hay: humor romance juvenil, romance drama

Editado: 20.01.2021

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