El Monarca De Las Serpientes.

Prólogo

En el reino de Trusey, cada monarca que contaba con herederos veía cómo un magnífico animal decidía su destino y el de su linaje.

Entre estos seres extraordinarios se encontraban el ave fénix, el pegaso y, finalmente, la enigmática serpiente que cambiaba su color entre negro y dorado. La mayoría de las veces, los herederos eran elegidos por el ave fénix o el pegaso, lo que llenaba de alegría tanto a los reyes como a toda la población, ya que estas criaturas simbolizaban la paz y una abundante provisión de alimentos y empleo.

En el año 301, bajo el reinado de Trusey, nació un niño de cabello oscuro y ojos dorados. Su semejanza con su madre llenó de alegría a la reina, ya que a menudo los hijos heredaban las características de sus progenitores. Cuando el pequeño pudo acurrucarse en el pecho materno, las criaturas legendarias hicieron su aparición: el majestuoso ave fénix y el mágico pegaso. Sin embargo, la serpiente, que era mencionada frecuentemente, siempre permanecía ausente.

Hasta que llegó ese día.

La serpiente hizo su aparición y, al hacerlo, hizo que el pegaso y el ave fénix se desvanecieran, sumiendo al lugar en un silencio profundo. La serpiente se acercó al niño, quien, con su inocencia, posó sus manos sobre el hocico de la criatura. Este gesto significaba que si el niño llegara a reinar, el reino caería en el caos, la destrucción y la lujuria, algo que los monarcas no podían permitir. Decidieron ignorar lo sucedido y afirmaron que el niño no había sido elegido por ninguna de las tres criaturas.

Un año después, los reyes dieron la bienvenida a otro hijo. Esta vez, el pequeño se parecía a su padre, con cabello rubio y ojos azules. Las criaturas legendarias volvieron a aparecer, y con gran confianza eligieron al ave fénix para este nuevo niño. La noticia emocionó al reino, proclamando al bebé como el verdadero heredero.

Con el tiempo, los dos hermanos alcanzaron la edad de doce y trece años. El mayor, conocido como Kiran Ruthford, y el menor, su heredero, fue nombrado Ronan Ruthford.

El hijo mayor solía ser ignorado por sus padres en el reino, ya que su mera presencia les recordaba aquel fatídico día marcado por la serpiente. Rara vez jugaba con su hermano menor y, por lo general, pasaba las noches en un lago cercano, buscando consuelo en la soledad. Allí, escuchaba el suave susurro de pequeñas serpientes de diversos colores que se acercaban a él, intentando ofrecerle compañía. Este acto, sin embargo, solo le provocaba un torrente de lágrimas en silencio.

Esa noche, mientras Kiran sollozaba, una voz delicada interrumpió su tristeza. Una niña lo observaba desde lo alto de un árbol.

— ¿Por qué lloras, hermoso niño? — preguntó con una sonrisa, mientras le ofrecía una fruta del árbol — Puede que esto te haga sentir mejor.

La niña parecía tener su misma edad. Su cabello rizado castaño oscuro, y sus ojos la hacían destacar con una belleza cautivadora ante los ojos de Kiran.

— Lloro porque me siento tan solo — Kiran se secaba las lágrimas y recibía la fruta— ¿Cómo te llamas?

La niña, como un pequeño mono, saltó del árbol y aterrizó justo a su lado. Al mirarla más de cerca, Kiran notó que sus ojos eran más bellos de cerca.

— Yo soy Ulani Sutreth. ¿Y tú quién eres? — preguntó, mientras se sacudía la ropa desgastada - ¿Eres un esclavo como yo?

Kiran, temeroso de que ella descubriera su verdadera identidad como príncipe, asintió sin titubear. Se inventó un nombre y un apellido cualquiera, comunes entre los esclavos. Ulani sonrió y le dio un suave abrazo de consuelo.

"Sé que la vida es difícil, pero no te preocupes, después de cada tormenta siempre brilla el sol". Al sentir por primera vez el abrazo de alguien, Kiran no pudo contener las lágrimas en los brazos de esa niña desconocida.

La niña secó sus lágrimas y partió su fruta, invitándolo a compartirla. Kiran notó que ella no temía a las serpientes como lo hacían los demás, lo que despertó su curiosidad. Pasaron la noche conversando sobre cualquier cosa, buscando mantener la conexión entre ellos.

— Si alguna vez te sientes solo, solo grita así — Ulani, llevó sus manos a la boca y demostrando cómo hacer ruidos fuertes. — ¡Ulani Sutreth, te necesito! Y vendré enseguida.

Kiran no pudo evitar reírse ante la escena tan cómica. Supo que Ulani había perdido a su madre y que ahora trabajaba en un lugar donde las mujeres entretenían a los hombres con sus danzas. Era cuidada por esas mujeres, quienes la escondían de cualquier hombre con malas intenciones, ya que su madre había sido querida por ellas y la consideraban como la hija que nunca tendrían.

Cuando los primeros rayos del sol comenzaron a asomarse, Ulani se despidió de Kiran. Desde ese día, nunca volvió a verla, ya que sus padres le prohibieron salir del castillo. En su ausencia, la serpiente llegó al lugar con una amenaza inminente: "Si continúan negando al verdadero heredero, les juro que pronto estarán entre mis dientes y en mi estómago en cualquier momento de sus miserables vidas".

Entonces, la vida del joven príncipe se convirtió en un verdadero infierno.

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