El mundo de Anna

infancia

Uno de mis pasatiempos favoritos es cantar mientras nadie me escucha, y a pesar de que mis gustos son muy variados las canciones que más me gustan son esas que te hacen llorar, aquellas que te llegan al alma, ya sea por un desamor o la pérdida de alguien.

Ese tipo de canciones me encantan, y suena tonto pero es de una manera inconsciente, la verdad yo nunca escucho a detalle las canciones, es hasta después de ya unas cuantas cientos de veces que las escucho cuando me doy cuenta que están para llorar. Un perfecto ejemplo de esto es aquella canción, en la que los cantantes dicen querer volver a su pasado y revivir aquella infancia tan hermosa que tuvieron, volver a esos años donde para ellos todo era posible…

 

“Quiero volver”

A esos momentos

Donde todo era posible

Donde había días de sol

Y menos días tristes

Poder volver a esos años otra vez

 

Hermosa canción que quizá a ti no te haga llorar, y normalmente a mí tampoco me haría llorar, por más tristes que estén las canciones nunca me tocan mi corazón (y creo que esa es la razón por la cual las escucho, creo que quiero sentir algo, sin importar que ese sentimiento sea el dolor) pero esta canción, lo logró, me llegó al alma.

Creo que se supone que el tener catorce años era genial en los tiempos de mi madre y mis abuelos.

 

-Eres tan depresiva, aburrida y pesimista- me dicen tanto mi madre como mi abuela- yo a tu edad andaba con el novio o con mis amigas ¿y tú?, todo el día en la casa encerrada.

Jamás les respondo, pero siempre tengo una excelente respuesta en mi mente

“los tiempos son diferentes, y no es por decirte que ya estás vieja, simplemente ve cómo era todo cuando tenías mi edad, jamás tenías que preocuparte por el cómo te vieran en redes sociales, nunca te llegó a preocupar el hecho de solo tener dos o tres amigos. Ahora lo más importante es tu foto de perfil y tus amigos agregados, quizá esto no es la gran cosa para ti, pero para mí lo es todo, porque si no te importa y simplemente eres tú, todos te criticarán por ser tan raro, pero claro que si eres como los demás, te criticarán por ser tan básico, en este tiempo ya no puedes complacer a nadie, y si tu propósito no es hacerlo, pues quizá sufres de depresión, como yo, pero si no es así, créeme que tu vida es perfecta”.

Si, lo sé, es algo muy raro, pero esta charla te juro que me la pensé mientras me bañaba.

Pero espero que mi vida se venga mejor mientras crezco, porque si pienso en mi infancia y no en mi adolescencia, pues la verdad es peor.

Es como esa clase de historias que escuchas en la tele al ver una película o al ver un noticiero. Y no me gusta para nada esta historia, pero la contaré solo para que te pongas al corriente.

Un año después de nacer, mis padres se separaron, (el motivo: mi madre engañó a mi padre), pero eso actualmente siendo sincera no me importa, unos tres años después mi tío, falleció, quizá en el momento no me llegó a doler mucho pues no sabía que era lo que significaba su muerte, pero sé que actualmente si duele saber que esa persona con la que jugaba a las escondidas sufrió demasiado antes de descansar. Pero igualmente esto no viene siendo lo peor; un año después de esto, él, llegó a ser alguien que jamás olvidaría, dándome momentos que jamás olvidaré. No cambies el contexto de esto, una niña pequeña no se iba a enamorar a tan corta edad.

No sé si fue un lunes o quizá un sábado, pero si recuerdo que fueron muchos días, puesto que no le bastó uno solo, me tomó e hizo cosas que no tenía que hacer, cosas que no tenían que pasar con mi cuerpo hasta tener una edad mayor.

Él, siendo una mierda de persona me hizo odiar los vestidos, shorts, camisas, bueno, me hizo odiar toda la ropa haciendo que todos los días a partir de ahí me cubriera cubrirme toda la piel con muchos suéteres y pantalones, tratando de cubrir cada espacio de piel en mí.

Teniendo apenas cinco años, mi vida ya era miserable. Con un secreto, mi único amigo muerto, visitas de padre a madre, y muchos regaños y golpes de mi madre por no ser perfecta.

Si, así era mi vida, pero hasta eso que en realidad no era infeliz, (bueno, excepto cuando estaba con mi madre). Mis peores momentos desde una perspectiva de una niña de cuatro o cinco años, eran cuando me tenía que ir de la casa de mi padre, eso era lo peor del mundo.

-Tengo que ir al baño- le decía yo a mi abuela al darme cuenta de que en unos segundos mi madre tocaría el timbre



#22760 en Otros
#1751 en No ficción
#35130 en Novela romántica
#5755 en Chick lit

En el texto hay: adolescencia, lgbt, amor

Editado: 20.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.