El mundo de Anna

colapso

Era un día tan normal como los demás, mi familia criticándome y molestándome, mientras que yo estoy de mal humor, un poco depresiva, y en total aburrimiento; pero no sé qué sucedió, estallé, no aguanté más.

Es de noche y estoy ya acostada en mi cuarto con las luces apagadas; solo mi teléfono y un par de peluches me acompañan en mi soledad. Hablo con Vero por mensaje, son las dos de la mañana y no tengo sueño, pero siendo sincera, es temprano, pues sé bien que me he llegado a desvelar mucho más, pero de igual manera ya quería dormir, “me pondré música y dormiré para mañana hacer tarea y trabajos pendientes” eso le dije al aire, tal y como siempre me hablo a mí misma.

 

-Lo siento pero es que no supero el hecho de que me lo ocultaste- me dice Vero en un mensaje

-Lo sé lo sé, pero es que entiéndeme, no sabía cómo reaccionarías, tenía miedo

Y ahí me tienes discutiendo a las tres de la mañana con ella porque “la traicioné”, y a mi parecer no fue así, pero ella siempre ha sido una persona extremadamente sensible, y jamás se lo guarda, siempre lo expresa. Y siendo yo una persona mega depresiva que siente que solo le hace mal a la gente, pues no lo soporté; esa fue la gota que derramó el vaso.

Siempre se me ha complicado el tratar de explicar cómo es que me siento o cómo son mis sentimientos, pero lo he estado pensando y pues creo que ya sé cómo explicarlo:

En mi cabecita hay una burbuja, esa burbuja almacena y resguarda cada sentimiento de tristeza y enojo, (si, porque cuando estoy triste me enojo y viceversa) esa hermosa burbuja hace que siempre me muestre indiferente ante las cosas que me hieren y lastiman, muchas veces es de mucha ayuda, pero siempre llega el momento, en el que esa burbuja ya no soporta más cosas dentro y se vacía/explota. Lo cual causa que me venga un “episodio” (o por lo menos así le llamo yo).

Siempre es la misma cosa, cuando eso sucede, (curiosamente siempre sucede por la noche) comienzo a temblar (yo siempre tiemblo pero en ese momento es más notable), intento dejar de mover mi pie y comienzan a moverse mis dedos, pero en cuanto los detengo comienzan a temblar mis manos, literalmente se me es imposible el detener mi movimiento; seguido de mi temblor intento irme a dormir pero tengo un insomnio horrible. Y en cuanto sucede eso me doy cuenta de lo que sucede, igual que en toda ocasión en la que ocurre esto, trato de negarlo “Anna, tú estás bien, es solo tu cabeza, todo es mental, tranquilízate”, (si, estas son mis palabras de consuelo), después de un buen rato de repetirme aquellas palabras, lo acepto. “Si Anna, estás mal, llora desahógate” y seguido de mi aceptación, viene el llanto y mis ganas de querer herirme para liberar presión. Aún sigo sin entender por qué o de dónde viene la afición de hacerme daño, pero siempre llega y se apodera de mí. Sin necesidad de hacerme cortes con alguna navaja o cuchillo como era antes, comienzo a dañarme, ya sea pegándome en la cabeza, encajándome las uñas en la palma de mi mano, o mordiendo mis dedos a tal grado en el que queda una marca o comienzo a sangrar. Y ya que quedo claro cómo son mis llamados “episodios”, seguiré con lo que me quedé…

 

Vero reventó la burbuja, normalmente lo hace mi madre, pero esta vez fue mi mejor amiga la que me hizo sentir una mierda de persona. Se lo expresé, claro que no le dije que ella lo causó (para no hacerla sentir mal) y en su intento de ayuda, solamente me cambió de tema y comenzó a hablarme de la que en ese momento era su quedante (prefiero no decir su nombre, así que diré su apodo:) Ouchurus, duramos algo de rato hablando de Ouchurus, y ya cuando yo dejé de morderme las manos le dije:

-Oye, ya estoy un poco mejor, creo que debo dormirme, hoy vamos a salir así que tengo que levantarme temprano

-Está bien, descansa, buenas noches –me dijo ella y dejamos de hablar

 

Sinceramente ya no recuerdo cuál era el punto de contar esta historia, pero igual seguiré relatando lo que fue del resto del día. Por la mañana ya estaba mejor, o por lo menos así fue hasta que comencé a hacer mi desayuno y logré notar que mi mano temblaba, al igual que mis pies. Pero ya no había marcha atrás, ya estaba cocinando mi desayuno “Anna, se fuerte, por favor no comiences a llorar, solo aguanta hasta que comas tu desayuno y después podrás llorar todo lo que quieras” y sí, logré aguantar mi llanto con un pequeño nudo en la garganta, al terminar todo estaba mejor, creía ya no necesitar llorar, pero luego llegó la hora de la comida.

-Revisé a qué hora te desconectaste y decía que fue hace siete horas ¿te dormiste a las tres de la mañana?- me pregunta mi madre, y sonará como algo falso pero yo jamás le miento a mi madre, que yo recuerde la última vez que le mentí, fue hace dos años cuando le dije “saldré con Vero” y en realidad salí con el que ahora es mi ex. Pero mi punto es que al igual que siempre le dije la verdad.

-Si

-¿Y con quién te estabas mensajeando?

-¿Es enserio? Sabes que no tengo amigos, con quién más estaría hablando si no es Vero- le digo algo frustrada mientras pongo los ojos en blanco, y pues no mentí, ya no le hablo a Andrés (desde que se me declaró todo se hizo incómodo) y pues Hugo no es mi amigo, él es mi novio.

-¿Segura?- me cuestiona ella

-Claro, ¿por qué mentiría?



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En el texto hay: adolescencia, lgbt, amor

Editado: 20.08.2021

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