El Mundo de Eterna: La Elegida ©

6: CERCANÍA

Cercanía

6

 

Tolfian y Eileen continuaban caminando, se alejaron por un sendero más allá al norte del valle de las encantadas. Se habían adentrado a un bosque lleno de sauces por doquier, la tierra estaba húmeda y las ramas de los árboles parecían cantar alegres. Se mecían con gracia por el viento fresco del día, los rayos de sol apenas eran unos destellos de luz que lograban filtrarse entre la espesura de las altas ramas.

La joven humana admiraba todo lo que sus ojos le permitan contemplar al paso, también volvió a observar con curiosidad como la armonía del bosque vibraba en compañía del elfo, era como si la naturaleza se agraciara con él. El viento danzaba y las hojas que habían cumplido su ciclo se desprendían como si quisieran acariciar a ese ser pasando a su lado antes de caer en la tierra y fundirse en ella.

Era más cuando llamaba su atención, una cosa era su atracción por él y otra que no sabía nada más que era un elfo guardián, encargado de mantener la paz, la vigilancia de los bosques y el responsable de cuidarla porque era portadora de un poder que necesitaba su raza.

El elfo avanzaba a paso firme, atento a los pasos de la humana detrás de él, como de todos los sonidos del bosque a su alrededor, uno en calma por el momento.

—¿Desde hace cuánto conoces a Cenit? —cuestiono de pronto Eileen, luego de horas de camino en silencio.

—Hace mucho tiempo atrás —contesto el sin detener sus pasos.

—¿La quieres mucho? —volvió a preguntar, a su vez temiendo de la respuesta porque el elfo no respondió—. Eres más gentil y amable con ella.

—También lo soy contigo — respondió con una dulzura que no era habitual en él.

Eileen sonrió al escucharlo, lo sabía, él era demasiado bueno y bondadoso con ella desde el día en que le conoció. La defendió de Shea y también compartieron la misma tristeza cuando ella perdió a su abuela y él, le hizo una promesa. Estaría con ella siempre. Seguramente eso no era común en un elfo; su abuela Lanefe siempre dijo que eran reservados.

—En verdad lo agradezco —agradeció alegre, luego añadió—. Sé que los elfos no tienen lazos amistosos con otros seres que no sean de su misma raza "y" —hizo énfasis—. Son muy, muy reservados.

Tolfian hizo un gesto como "oh" y siguió el camino, Eileen era una joven con bastante curiosidad por los de su raza, parecía encantada. Aunque ella se basaba seguramente en lo poco que conocía de ellos.

—Eres reservado —le dijo sin temor—. Y enigmático.

—Tú también lo eres —Tolfian le dedicó una mirada curiosa y volvió su vista adelanté—. Me sorprende tu forma de adaptarte rápido a una situación. No todas las mujeres humanas quieren ser guerreras ¿Verdad?

Ella negó con la cabeza a esa pregunta. Ambos continuaban su caminar por el bosque, manteniendo una cercanía entre ellos como sus pasos, lo suficiente para escuchar y seguir su conversación.

—No todos los seres sienten amor por la naturaleza ¿Tú abuela te enseño sobre nosotros? Sobre estas tierras —cuestiono el elfo con curiosidad.

—Me hablaba de tierras elficas, de lugares hermosos y también como todos, decía que: posiblemente habían dejado de existir. ¿Sabes? —Por un momento hizo una pausa—. Siempre pensé que lo decía para que yo no indagara más.

—¿Porque lo piensas?

—Soy curiosa y nunca paraba de preguntar cómo eran los elfos, o si había visto alguno alguna vez. Si en verdad eran como las demás personas los describían.

—¿Y ahora qué piensas? —pregunto más interesado en el tema y en la opinión de Eileen sobre ellos.

—Nadie sabría en verdad hasta no ver a uno y hablar con él. En realidad, los elfos son más hermosos de lo que imagine, aunque... si son reservados.

—Es una opinión sincera.

Ella sonrió por escuchar eso, a decir verdad, Tolfian si era reservado, no lo veía sonreír muy a menudo, no había escuchado su risa como tal, sin embargo, conocía una pequeña parte del elfo: su bondad, cariño, protección y su lealtad.

—Entonces... ¿Habías visto un humano del exterior de Eterna? —Eileen siguió con las preguntas, ocasionando que Tolfian voltease a mirarla un par de veces en su andar.

—Nunca había ido a las tierras exteriores.

—¿Qué piensas de mí? —pregunto—. ¿Soy como los humanos de aquí?

—No —negó al mirarla, ella también lo observó—. Tú eres diferente, hay algo especial en ti.

—¿Qué es? —inquirió.

—Eres la humana más curiosa y hermosa que he mirado —respondió sinceramente con aquel tono de voz varonil que encantaba a los oídos de Eileen; aunque eso él no sabía.

El corazón de Eileen parecía danzar por las palabras del elfo. En cambio, a él, sus propias palabras lo habían tomado por sorpresa, expresó libremente su sentir.

—Eres distinta a las demás por muchas razones —añadió; luego pensó que debería quedarse callado.

—Tiene que ver el hecho que este aquí justo ahora ¿Verdad? —pregunto de nuevo, Tolfian no respondió enseguida. Por tanto, agrego—. Anoche… escuché parte de tu conversación con Cenit




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