El Mundo de Eterna: La Elegida ©

14: DANZA DE ESPADAS

Danza de Espadas

14

Al día siguiente, Tolfian se presentó en los terrenos de entrenamiento llegando más temprano para poder practicar y de paso calmar a su intranquilo corazón. Pensar demasiado siempre generaba más pensamientos, de continuar así no volvería a dormir.

A pesar de tener los pensamientos en otro lugar, sus tiros con arco eran precisos pese a estar a gran distancia de la diana, cada que una flecha daba el punto, la otra también, una a otra se iban sacando.

—¿Cómo es que puedes lanzar a tan larga distancia? Esa diana está demasiado lejos —comentó Eileen al llegar donde el elfo. Le sorprendía aquella habilidad en él—. Sé que los elfos tienen gran habilidad con su vista. Aunque.... dudo que en tu caso sólo sea la vista, deben ser cientos de años de práctica.

—En parte —respondió. Debió estar tan distraído que no la sintió llegar—. El secreto del punto exacto es el blanco, si lo fijas no hay distancia que te impida alcanzarlo.

—Es un gran consejo —a lo que sonrió para saludarlo—. Buen día, Tolfian.

—Buen día.

La saludó con una leve sonrisa. Dándose cuenta que no importaba cuánto se esforzará por alejarla de su mente, sería imposible apartarla porque ella ya estaba en su corazón. Ella siempre captaba su atención de una o de otra manera, en ese momento era su belleza, sus ropas la hacían verse una hermosa mujer guerrera.

Eileen apartó un poco la mirada del elfo, no deseaba que sus mejillas la traicionaran por verlo de pies a cabeza. Sus ropas le quedaban perfectas, está vez él no tenía la chaqueta verduzca, sólo tenía una camisa café con un cordón por el cuello haciendo juego a sus pantalones verduzcos. Él se veía bastante atractivo como todos los días.

—¿Qué practicaremos hoy? —cuestionó. Siendo que le había pedido no llevar su arco.

—Esgrima —anunció, dejando de lado su práctica con el arco, el cual dejo sobre el suelo, luego tomo un paquete envuelto en una tela gamuzada.

—Estas son tus espadas. Las mandé a forjar especialmente para ti —se las extendió para que ella las tomará.

Eileen abrió los ojos en sorpresa al descubrir el par de espadas, eran hermosas y de un filo reluciente, tan platinado como el metal, además el mango era fácil de sostener.

—Traté de diseñarlas lo más parecidas a las espadas que te gustan.

―Gracias, Tolfian ―el rostro de Eileen brillaba de felicidad. Veía las espadas y no podía creer que eran suyas ahora, eran más hermosas de las que había diseñado alguna vez, eran únicas.

—Espero te gusten.

—Son hermosas —pronunció aún asombrada. Se volvió hacia él con una gran sonrisa en sus labios—. Me haces la mujer más feliz.

Eileen estaba a punto de llorar, desde que perdió sus espadas estuvo anhelando poder tener otras, perderlas había sido como perder una parte suya, ahora estaba completa.

—Son especialmente para ti. Cuídalas bien y hazlas parte de tus brazos en práctica como en batalla.

—Lo haré —Eileen comenzó a moverlas para adaptarse a ellas—. No me acostumbres a obsequios tan hermosos

Tolfian sólo mantuvo su mirada en ella. ¿A que venía eso? Sin indagar más dejó de lado aquello. Pues al igual que ella tenía su atención en las espadas.

—Tengamos un duelo —propuso él, tomando su espada la cual separo en dos.

—¿Que? —respondió confundida al ver al elfo con espadas en manos.

—Un combate entre tú y yo —Tolfian deseaba medirse con ella, en parte así sabría por dónde comenzar su instrucción.

—Está bien —accedió no muy segura de eso. Practicar sola era una cosa, pero con ¿él? Sin embargo, se concentró en no distraerse.

Por unos momentos ambos sólo se miraron fijamente, desafiándose entre sí, formando un círculo en sus pasos mientras sujetaban los mangos de sus espadas en sus manos, y en un segundo se encontraron en el medio con un choque de espadas comenzando así su pelea.

En otros terrenos no tan lejos de ahí también estaban los otros escuadrones de elfos comenzando su práctica junto a lord Otharan y Yaldair quién estaba ayudando un poco. Él había visto a cierto elfo pasar entre los terrenos en dirección al lado oeste, lado en el que Tolfian estaba entrenando con la joven humana ese día. A pesar de que la mayoría de ellos tenía algo por hacer, uno de los guardias de Lord Arlius estaba de vigía espiando al príncipe. El elfo de cabello corto sólo mantuvo su mirada en aquella dirección.

En la cual en ese momento Eileen y Tolfian peleaban en su encuentro, buscando sus puntos débiles pero lo suficiente rápidos para evitar hacerse daño, sus espadas chocaban a cada ataque. Eileen era demasiado buena con aquellas espadas al igual que Tolfian con sus espadas élficas.

Ambos en sus movimientos de giró y evasión lograron poner sus espadas en sus cuellos, justo a tiempo antes de herirse de verdad. Ambos respiraban algo agitados por su enfrentamiento.

—Empate —dijo Tolfian al observarla directamente.

—No lo creo —acto seguido Eileen fue rápida al desequilibrar la pierna del elfo y jalarla con su pie a modo de tumbarlo, lo cual consiguió —. Lección uno, no bajar la guardia hasta que el combate haya finalizado —dijo gustosa al verlo sobre el suelo.




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