El Mundo de Eterna: La Elegida ©

15: CERCA DE LAS ESTRELLAS

Cerca de las estrellas

15

Esa noche era demasiado tranquila, pacífica como si no hubiera maldad en el mundo. Las luces de las estrellas eran lo suficiente brillosas para iluminar los bosques de tenues rayos azul turquesa y en el lago todo un manto de ellas. El palacio era hermoso eso lo sabía, pero hoy parecía que sus muros blancos reflejaban luz propia. En ese momento Eileen volvió a sus pensamientos. ¿Otra vez? Todo le recordaba a ella o sólo era aquello que intentaba alejar y por el contrario avivaba más.

Cuando Tolfian llegó al palacio luego de revisar todo en el Valle, su deber era ir a ver a su padre, por la hora la cena había pasado, lo mejor era verlo después. Tal vez debería revisar sus pendientes, en cambio no lo hizo. Fue directamente al dormitorio de Eileen, llamó a la puerta varias veces, ella no se asomó. ¿Estaría dormida? Se preguntó al no escuchar ruido, volvió a llamar y no obtuvo respuesta, su percepción le decía que el dormitorio estaba vacío, ella no estaba dentro. ¿A dónde iría? Era de noche.

Abrió la puerta lentamente inspeccionando un poco, Eileen no estaba ahí. ¿Dónde estaba ella? Quizá cenando, se respondió mentalmente, así que se encaminó al comedor de invitados, pero tampoco estaba ahí.

—¿En dónde estás, Eileen?

Se preguntó sin saber en dónde podía estar a esa hora. No le quedó más que ir a buscar a Kara, no podía dejar pasar esa noche tan hermosa. Sólo esperaba encontrar a la elfa, él no podía ir al área del servicio. Para su suerte, se encontró a Kara por el pasillo del primer piso.

—¡Alteza! —lo llamó sorprendida.

—Buscó a Lady Eileen. ¿Sabes dónde puede estar? —preguntó.

—Sí, su Alteza. Lady Eileen pasa todas las noches hasta cierta hora en la biblioteca.

Tolfian se sorprendió de eso, más no mostró ninguna expresión ni reacción en su voz.

—Gracias —él se retiró de nuevo ¿Qué hacia Eileen en la biblioteca? ¿Cómo la encontró?

Camino a paso rápido hasta la biblioteca, la puerta estaba cerrada, la abrió despacio para no generar ruido y al entrar encontró todo en penumbras, no había luz. Iba a llamar a Eileen, luego optó por adentrarse, avanzó entre los pasillos hasta que finalmente la vio. Ella se encontraba en un rincón entre los estantes altos de los libros, alumbrándose apenas por una vela que parecía se iba a terminar en algún momento. Él se recargo con el hombro al estante, manteniendo su vista en Eileen, estaba demasiado concentrada en su lectura. Era curioso, ese libro que tenía en sus manos no estaba escrito en su idioma de ella, sino en el de los elfos.

Ya no podía más, debía aceptar que callar su amor por ella era imposible, su corazón, todo su ser le pedía a gritos estar con ella. No podía permanecer lejos de Eileen, menos ahora que no la vería más para practicar, no deseaba apartarse de ella. En verdad intento alejarla, hizo lo que pudo para no amarla y no resultó, ella era la dueña de su corazón.

Eileen no se había percatado de la presencia de Tolfian, no lo escucho entrar y menos visto. Ella parecía interesada en el mundo élfico, en verdad lo estaba, si iba a salvar aquella tierra debía saber lo más posible de esas tierras. Era tal su concentración que no se percató de la presencia del elfo observando a distancia.

Tolfian sonreía con ligereza, Eileen no se daba cuenta que la observaba, amaba todo de ella, hasta su forma distraída. Se había enamorado de sus facciones, su sonrisa, su mirada miel, cuando se quedaba atenta a algo nuevo; cuando fruncía el ceño, cuando jugaba, cuando hacía muecas por disgusto, cuando saltaba emocionada contra él y hasta cuando lo llenaba de preguntas. Eileen era única, no sólo por ser humana, poseía un corazón noble, se preocupaba más por él y los demás, en darlo todo por ese reino aún sin pertenecer a él.

Cuando ella le llenó de cosquillas sintió todo un mar, como aquellas olas golpeando detrás de la montaña rocosa. Sus manos le habían llenado de sensaciones que hicieron acelerar su corazón y sentir hervir su cuerpo con el deseo de jugar al mismo juego.

No podía creer eso, si bien no había conocido a ninguna otra humana, si había conocido y tratado a tantas damas elfa que ninguna con una sola mirada lo habían hecho sentir así. ¿Debía admitirlo, o seguir callando?

—¿Qué estudia tanto, mi Lady? —preguntó al hablarle al fin. Ya no estaba recargado en el estante.

—¡Tolfian! —exclamó abriendo los ojos al verlo ahí. ¿Desde qué momento entró? No lo sintió.

—Así que… —El elfo miró a los lados—. Por las noches asaltas la biblioteca —avanzó hacia ella.

—Perdóname —hizo un gesto preocupado y llevo un mechón de su cabello tras su oreja—. No tengo lecciones por la tarde, encontré la biblioteca y pensé que podía venir. ¿Debía pedir permiso?

—No —respondió cerca de ella—. Nadie viene a la biblioteca.

—¿Por qué? Es el sitio del saber.

—Porque es la biblioteca real, tal vez.

Eileen abrió los labios por la sorpresa. ¡Asaltaba la biblioteca real!

—Veo encontraste algo interesante —agregó al ver el título del libro que leía Eileen “Magia"

—Sí —ella se puso de pie—. He encontrado algo demasiado interesante aquí.




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