El Mundo de Eterna: La Elegida ©

21: EL AGUA Y EL VIENTO

El Agua y el Viento

 

Tan pronto el príncipe estuvo libre se escabulló de todos en palacio; enviando sólo una nota con Argus. «Mi Eileen, te veo en el terreno de entrenamiento que tú conoces, trae a Éire». Por lo que Eileen se apresuró a meter al zurrón el contenido de la canasta, se colocó su capa antes de salir del dormitorio y fue directo a los establos en donde un mozo ya tenía lista a su yegua, en la cual ella partió hacia el bosque.

El día estaba siendo soleado y fresco, la brisa se paseaba por todos lados llevando el aroma invernal, era un buen día para cabalgar. Lo supo cuando estuvo en el terreno de entrenamiento de Tolfian, él se encontraba de pie practicando tiro con arco, Fismus se encontraba cerca de él.

—Espero no haberme retrasado, mi Lord.

—No, mi Lady —respondió encantado al verla—. Es más, por ti esperaría toda la vida.

Eileen sintió que sus mejillas tomaron color, pues Tolfian no dejaba de mirarla. El elfo en si veía lo hermosa que se veía ella con ese vestido a dos colores. El vestido constaba de dos piezas, una falda interior verde pino, larga hasta cubrir los zapatos y por encima un vestido café de tirantes, de largo hasta la rodilla, además de llevar una blusa de mangas largas hechas de puro bordado.

—¿Lista para el paseo, mi Lady? —preguntó al acercarse donde ella.

—Desde luego, mi príncipe —respondió alegre.

—Perfecto, andando —se volvió hacia Fismus y camino hacia el a paso rápido.

Eileen sonrió al ver a su amado, él siempre se veía atractivo, sus pantalones verde pino y su chaqueta corta en verde alga hacían juego con sus vestimentas de ella.

En cuestión de unos segundos los dos se pusieron en marcha cabalgando sobre sus corceles. Los caballos pasaban entre los árboles quienes les acompañaban en un suave viento guiando su camino. No hablaron mucho, en especial porque Eileen iba observando todo a su paso, los bosques de Ruas parecían no tener fin, a todos lados era maleza verde y a pesar de que no había senderos, los árboles y las plantas abrían camino para ellos.

Tolfian y Eileen avanzaban bajo las ramas que los llenaban de destellos de sol, la brisa les acompañaba al igual que el aroma a bosque. El recorrido era tan gratificante que incluso los corceles disfrutaban de su cercanía, tanto como sus jinetes que se miraban de vez en cuando con una sonrisa en sus rostros.

Conforme se acercaron a una zona más cerrada, el agua de la cascada fue más perceptible y parecía llamarlos con el sonido que viajaba por todo el bosque. Al llegar, la montaña rocosa se alzó imponente dejando ver su esplendor, en donde el agua de la cascada se unía con la tierra.

Eileen se quedó boquiabierta por la belleza, la brisa de partículas de las gotas que salían por doquier al impacto con las piedras producía un frío fresco convertido en aire. Para ella era el canto más hermoso que había escuchado, el sonido que provocaba el agua era fuerte y armonioso.

—Es hermoso.

—Lo es —Tolfian observó la cima de la montaña, tan alta que parecía tocar el cielo. Los antiguos elfos creían ese era el único lugar donde el cielo se unía a la tierra, tocaba el agua de la cascada y está caía libre a la tierra. Aunque lo más misterioso era que allá arriba nacía el agua.

—¿Se puede ir más cerca? —pregunto al observarlo.

—No, el agua es pesada, es mejor subir.

—¿Se puede subir? —cuestiono de nuevo.

—Sí, no hasta arriba, si a cierta altura —respondió al desmontar a Fismus y dejarlo libre.

A pesar de que Eileen ahora sabía subir y bajar de un caballo, Tolfian se acercó a ella para ayudarla a bajar, en ese acto ambos se miraron por un segundo antes de besarse a los labios suavemente.

—Vamos arriba.

Tolfian le tomo de la mano y la guio cerca de la cascada, en donde las gotas del agua caían como una lluvia sobre algunas rocas, en las que subieron con cuidado un par de pasos antes de internarse por una cavidad en la que apenas podía caber una persona.

Tolfian fue primero, era un solo camino para llegar arriba.

—Está muy oscuro —Eileen no soltó la mano de Tolfian, en cambio con su mano libre decidió usar su magia creando luces de estrella—. Así está mejor.

Y enseguida la pequeña cavidad se iluminó dejando ver las paredes rocosas.

—¿Cuándo aprendiste hacer esa magia?

—Una vez que me perdí en los bosques de las Piedras Quebradas. No supe como lo hice, lo perfeccione y ahora puedo crear cientos de estas luces.

—Eres mi maguita de luz.

—¿Es similar a la de la reina? ¿Cómo es ella?

—No recuerdo como era la magia de mi madre, sólo sé que su presencia se sentía llena de luz, su energía era diferente a todos. Ella es, la hermosa elfa de la pintura de tu dormitorio.

—¿En verdad? La elfa de la pintura es… tu madre —preguntó asombrada sin poder creerlo.

—Si… cuando mi madre llegó al palacio, ocupó esos aposentos unos días antes de las bodas doradas con mi padre. Es por eso que su pintura se encuentra ahí, también hay otras en otros lugares del palacio. Me pareció justo que tú usaras su dormitorio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.