El Mundo de Eterna: La Elegida ©

23: MAGIA

Magia

23

Esa mañana Tolfian se dirigió al refugio para revisar que todo estuviera marchando bien en compañía de Argus. En tanto Yaldair revisaría algunos cargamentos que irían a la Villa esa tarde, por lo tanto, se quedó en el palacio. Él sabía de la molestia de Tolfian para con él, desde aquel día de su llamado de atención el príncipe no le daba órdenes directas, siempre era Argus. Lo cual ya no importaba, pues la frágil amistad que alguna vez existió entre Tolfian y él se había ido por el retrete.

También conocía los motivos, y eso lo mantenía al hilo, haber sido instructor de Eileen no había sido la mejor idea, parecía un juego del destino, esa joven humana había capturado de alguna forma su atención. Le sorprendía en demasía la habilidad que ella tenía, superó cada uno de sus retos, pero a su vez ese fue el gran error. Su admiración se convirtió en algo más.

El problema era que ella jamás lo vería de ninguna forma, no eran amigos siquiera. En otro momento eso también le importaría un carajo, en cambio le importaba más de lo debido, sentía atracción por ella, no sabía si tenía sentimientos profundos, sólo reconocía querer verla y ahora estaba ahí siguiendo sus pasos.

Eileen se encontraba con Cenit en uno de los jardines del palacio, en las mesas de metal, era un espacio un poco más alejado de los otros, seguramente porque al rey no le agradaba la presencia de cierta hada. Quien por un tiempo también simbolizo un tambaleo en la seguridad del rey. Tolfian bien pudo haberse enamorado de un hada encantada más no fue así, terminó enamorado de una humana y de saberlo el rey, podría desatar malas acciones.

Las dos mujeres no se habían percatado que estaban siendo espiadas a cierta distancia, ellas estaban conversando sentadas a las sillas y tomando un poco de agua de rosas que Cenit había preparado. El hada y la humana aclararon aquel inconveniente de celos, pues no tenía sentido.

También hablaron del incidente de la rana, el cual Eileen no podía creer.

Olvido el tema cuando Cenit hablo del refugio.

—Todos están agradecidos con el príncipe, lo estiman mucho.

—Como yo no puedo ir… tú, no dejes de cuidarlo, por favor —pidió Eileen al hada.

—Ese elfo no necesita que lo cuiden, pero está bien. Le jalaré una oreja si no se cuida.

Ante eso ambas rieron por aquello, luego Eileen recordó el asunto de aquel día en el refugio.

—Cenit… ¿Qué fueron a cazar esa noche?

El hada la escucho, en cambio no respondió. Aquella noche había sido una de las más oscuras que pudiera haber presenciado por los seres y por la situación.

—No puedo decirte, Eileen —y enseguida vio el gesto de Eileen—. Sólo Tolfian puede decirte.

—¿Tan malo es aquello?

—Si… no hablemos de eso. Mejor dime… ¿Cómo te tratan en palacio?

—Bien.

—Eso no se escucha convincente, dime ¿Estas bien? —preguntó—. Sabes que puedes confiar en mi Eileen. Habla…

Ella podía entenderla, paso por la misma situación, en una situación distinta sí, pero al final las dos estaban solas entre seres a los que nunca habían pertenecido. Y Eileen era sólo una niña si la comparaba a cuando ella llegó.

—Cenit… han pasado algunas cosas en este tiempo —se detuvo un momento, no sabía si debía decirle al hada acerca de Tolfian.

El hada movió la cabeza, levantó las cejas esperando que la jovencita hablará.

—Tolfian y yo…

—¿Están juntos ahora? —preguntó emocionada, el hada se cubrió la boca para no dar un grito de emoción cuando Eileen lo afirmó—. Supe que Tolfian estaba enamorado de ti desde esa noche que tú y el llegaron a mi choza.

—¿Es correcto? Es decir… él es un príncipe y yo.

—¿Lo amas?

—Con todas las fuerzas de mi ser, es mi vida, no podría vivir sin el —confesó apenada—. Pero tengo miedo ¿Sabes de Lady Maeva?

—Sí —a lo cual hizo una mueca de disgusto—. Es una elfa de gran belleza que desea quitarnos a nuestro príncipe.

—El Rey quiere casar a su hijo con esa elfa.

—¿Y vas a permitirlo? —cuestionó Cenit mirando fijamente a Eileen —. ¿Dejaras que esa elfa te quite a Tolfian?

—¡No! —respondió enseguida con decisión—. Por supuesto que no.

—Entonces pelea por él, Tolfian te ama a ti y tu deber es proteger ese amor aún se oponga el Rey. Esa elfa puede ser todo lo bella, pero no tiene el amor del príncipe. Él no cederá a las órdenes de su padre si tú le demuestras que también estas dispuesta a estar con él, nada se interpondrá entre ustedes.

—Lo dices tan fácil.

—Se el tamaño de la magnitud de esto, y Tolfian también lo sabe. El amor es amor y punto. Esto es como la guerra.

Eileen arqueó una ceja al escuchar hablar al hada.

—Bajas la guardia y te atacan, tú debes defenderte, no descuides esto tan hermoso que tienes con el príncipe. Verás que cuando menos lo pienses estarán en un campo lleno de flores donde nadie los va a separar.




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