El Mundo de Eterna: La Elegida ©

25: HECHIZO

Hechizo

25

Tolfian y sus compañeros habían partido por la madrugada al refugio, en donde los guardias seguían en sus puestos de vigía, cada mañana como por la noche salía un grupo a recorrer más allá de los límites para asegurarse de que las criaturas oscuras no se acercarán. De momento no tenían reportes de ataques en esos lindes, pero más allá de donde a veces las patrullas podían llegar si había movimiento de elfos oscuros e incluso de lobunos.

En esos días, el príncipe como sus guardias eran quienes revisaban más allá del terreno de vigilancia, querían asegurarse de que aquellas amenazas oscuras no se acercaran en demasía al refugio; además de cerciorarse que entre la manada de lobos, no hubiera un alfa licántropo.

En tanto en el palacio quien recibía los reportes del refugio era lord Ivar. Lord Otharan seguía en su entrenamiento de nuevos reclutas entre ellos humanos y enanos, ellos también querían ser guerreros, no solo forjar armas. El nuevo regimiento era la reserva, era preferible contar con soldados entrenados para ataque y defensa del reino.

En el valle, Cenit había realizado una minuciosa investigación de la hechicera, no pudiendo encontrar absolutamente ninguna pista. Por lo que no tenía más duda, aquella mujer estaba dentro de palacio. En el mismo donde no era bien recibida por los guardias, no la dejaban pasar por el simple motivo que el príncipe no se encontraba en palacio, nadie entraba y nadie salía. Por tanto tampoco podía ver a Eileen.

Quién hacía uso de su paciencia, la jovencita extrañaba en demasía al elfo. Él dijo que solo se ausentaría un par de días y habían transcurrido cuatro, los cuales le parecían una eternidad. Pues no podía salir de palacio, Vanora la seguía a todas partes como su sombra.

Su único escape eran los libros por  suerte el que le obsequio Cenit  parecía interminable, contenía varias historias entre sus páginas. Aun así, esta vez no podía concentrarse en su lectura, extrañaba mucho a su amado elfo. Por  tanto cerró su libro para dejarlo de lado sobre el reposero en el que se encontraba.

—Se ve aburrida, Lady —comentó Vanora al verla.

—No —negó.

—Puedo acompañarla a los jardines si desea salir —ofreció.

—No hay nada en los jardines que deseara ver.

Las palabras de Eileen solo le confirmaron a Vanora que la humana no la toleraba, por lo cual guardo silencio.

Lo que hizo reaccionar a la jovencita, cambiando su postura para mirar a la elfa quien había vuelto a su propia lectura.

—No sabía que también te gustaba leer.

Comentó Eileen con menos severidad en sus palabras, a lo que Vanora respondió:

—Será porque se la pasa ignorándome todo el tiempo.

Eileen quiso negar ese hecho, pero Vanora tenía razón.

—Disculpe mis palabras —excusó enseguida la elfa cuando recordó quien era Eileen—. Solo digo que…

—Está bien —acortó enseguida con pesar—. No tienes que disculparte, no ha sido intencional.

La humana se sintió avergonzada, desde que Vanora vigilaba cada uno de sus pasos le había dado por ser descortés y cortante con ella.

—Nunca antes tuve una guardia siguiendo todos mis pasos. Es… no puedo acostumbrarme, no tan rápido.

—Entiendo, no debe ser fácil. Pero… siendo quien eres, debe ser así.

—Sí, supongo que si —respondió no convencida.

—Puede confiar plenamente mí —pidió.

—Gracias.

—Soy tu guardia, pero también quiero ser tu amiga —ofreció.

—Te lo agradezco —Eileen afirmó con una sonrisa, la elfa era sincera.

De pronto, alguien llamo a la puerta por lo que Vanora se dirigió abrir seguida de la vista de Eileen; quien esperaba fueran noticias de Tolfian, pero solo era un mozo.

—Traigo una invitación para lady Eileen —anunció al dejar el sobre en manos de Vanora antes de retirarse.

La elfa cerró la puerta y se encamino hacia la humana para entregar el sobre, pero Eileen dudo en tomarlo.

Por lo tanto Vanora se dispuso abrirlo, era un pequeño pergamino con una caligrafía perfecta, la cual estaba en élfico.

—Es una invitación de lady Maeva —anunció, a lo que Eileen se la quito de la mano enseguida.

Desearía que la elegida pudiera compartir conmigo los alimentos de este día. Me complacería con su amable presencia.

Maeva.

Vanora alzo levemente la ceja, por lo visto Eileen había aprendido el idioma élfico. Pero por como arrojo la nota a un lado en su reposero, aquella invitación no era de su agrado.

—No quiero asistir —declaro con enfado al cruzar los brazos.

—Debería, no puede negarse a una invitación de la realeza —aconsejo.

—¿Realeza? —bufó—. Solo es una elfa.

Y enseguida se mordió la lengua por haber expresado su molestia frente a Vanora, su guardia también era una elfa.




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