El Mundo de Eterna: La Elegida ©

26: LA SOMBRA

La Sombra

26

Más tarde Tolfian leía el informe de los curanderos de la casa de Mannisse, la sustancia era nociva, residuos de una planta sumamente venenosa, Cicuta (Malaculatu Conium) esa era la sustancia de la única gota encontrada. El cómplice de esa hechicera debía tener en su poder ese veneno tan mortal poniendo en peligro la vida de alguien y en este caso de Eileen. Tolfian masajeo sus sienes al pensar lo vulnerable que estaba la mujer a quien más amaba, si ese veneno llegaba a ella, no, no podía siquiera pensarlo, debía encontrar a ese traidor. Antes de ir con su padre dio la orden de que se revisarán todas las pertenencias y habitaciones de palacio, todas sin excepción alguna, quien se negara sería interrogado. Era una medida muy extrema la cual no venía del rey, más no iba a esperar a que este la diera, era el príncipe su voz también tenía poder. Como el de interrogar a Yaldair quien ya estaba despierto, aunque aún se sentía adormilado.

—¿Puedes recordar cómo era? ¿Su voz? ¿Dijo algo? —cuestionó Tolfian.

—No puedo recordar con exactitud. Me duele la cabeza.

—Debes de recordar, esa hechicera creo un veneno utilizando las propiedades de cicuta. ¿Sabes quién está en riesgo verdad? Cualquier dato es importante para nosotros. Su cómplice podría matar a Eileen o alguien más.

—No recuerdo... las imágenes son vagas. Ella hablaba como si me conociera… no lo sé. Todo fue rápido, ella quiso usar magia y supongo que el colgante lo impidió. No el golpe que recibí.

—Debiste ver algo —dijo desesperado—. Su voz debe recordarte a alguien. Piensa bien.

—Lo intento. ¿Crees que no me preocupo por Eileen?

Aquello molesto a Tolfian, inspiró con algo de molestia y se encaminó hacia la puerta.

—Eileen está bien, recuperándose —informó a pesar de no querer hacerlo.

—Gracias… cuídala.

Tolfian salió del cuarto, la casa de sanación de Mannisse era una amplia casucha a un costado del palacio; ahí vivía la elfa vidente y el séquito de elfos sanadores que ella instruía. Al salir de ahí volvió a ir al salón de su padre, por alguna razón se sentía abrumado, esa mañana había sido extraña, ver a Kara era no verla a ella, en cambio era ella. Iba tan distraído que no se dio cuenta cuando el guardia ya le había dado el paso al salón llegando frente a su padre, para luego observarse con Arlius.

Tolfian sólo entrego el pergamino de la investigación, el rey los tomó y se dispuso a revisarlos cuidadosamente. Sus facciones no mostraron más que asombro, sin ningún comentario, no hasta que terminó de leer donde hablaba del veneno encontrado en un recipiente, todo estaba ahí.

—¿Cómo es posible que tengamos un traidor entre nosotros? —cuestionó el rey con una mirada afilada sobre su hijo.

—Estamos investigando, tengo sospechas... alguien muy cercano a nosotros es quien ayudó a esta hechicera, un guardia común o soldado no sabe cómo llegar hasta esos recovecos.

Lord Arlius mantuvo la vista serena, y pudo ver que Tolfian tenía la vista puesta en el ¿Acaso lo estaba acusando?

—Son acusaciones serias, hasta no saber con certeza no hagas esas suposiciones —pidió el rey.

—Encontraré al responsable, se lo aseguro. Sé que es alguien muy cercano.

—¿Que hará cuando lo haya encontrado? —preguntó lord Arlius. Lo de esa mañana tenía que ver con esa investigación.

—Presentarlo ante todos, lo dejaré a manos de Lord Egil y del Rey —Tolfian se puso de pie a la misma vez que reverencio a su padre—. Si me disculpan hay cosas por hacer.

Tolfian salió en silencio ante la vista de su padre. Erumahtar a veces olvidaba el poder de cuestionamiento que tenía su propio hijo, él era un elfo que no daba un paso en falso, a todo le encontraba una razón y un porqué. Por ese motivo él pudo haber atrapado a esa hechicera.

—Si me permite seguiré los pasos de su hijo —Arlius iba a irse.

—No, está muy ocupado de momento. Necesito tu colaboración para un plan estratégico. Nadie más puede entrar ni salir de Ruas por el momento. Revisare cada lugar minuciosamente.

—Como usted ordene, Majestad.

Por la noche Tolfian decidió visitar a Eileen, correría el riesgo no podía permitirse no verla. Los guardias no tenían prohibido el paso al príncipe por lo tanto pensaron era normal la visita de este a la humana. Eileen había estado durmiendo la mayor parte del día, se encontraba mejor después de la curación de madame Mannisse, el riesgo había pasado su corazón estaba bien, los síntomas habían sido sólo por hipotermia debido al agua helada, los remedios de la elfa habían surtido efecto.

Vanora y Cenit habían estado al pendiente de ella todo el día, eran las encargadas de seguir las instrucciones de madame Mannisse, afuera del dormitorio en la puerta estaban dos guardias uno a cada lado, firmes y atentos. Ellos habían inclinado la cabeza en reverencia ante la presencia de Tolfian, uno de ellos llamo a la puerta, cuando esta se abrió el príncipe elfo entro.

—Príncipe Tolfian —Vanora inclinó la cabeza y saludó al elfo con el debido respeto.

—Me da gusto verte aquí, Eileen pregunto por ti —Cenit no saludó a Tolfian—. No debe tardar en despertar, se encuentra mejor.




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