El mundo del hongo

He cambiado.

En un gigante me convertí, con extremidades tan largas como la serpiente que alguna vez pasó sobre mi gorro. Venían cubiertas de unos pequeños y delgados pelitos, tan hermosos que brillaban con o sin la luz del sol, porque no eran como los feos pelos de las cucarachas. Ahora mis piernas se movían como lo hacían los animales, pero yo no pude dar un paso. Mi color no cambió en nada, seguía siendo de un blanco hueso muy feo, como el color de la polilla que depositó sus huevos; luego sus larvas comieron de mí.

Como era tan pequeño mi mundo era pequeño. Gateaba para moverme, y así me desplacé de un lugar a otro; con mi micelio era más fácil, se extendían bajo tierra, una red de conexión, alimentándome, llenándome de información. De algún lugar no lejano, de algo en el suelo me alimentaba ahora mismo.

Doy un paso, doy dos pasos, doy tres, y mi piel se raja porque no era más fuerte que mi seta anterior. La secreción que sale de mí se mezcla con la tierra y basura. Unos pasos más adelante me crucé con una hilera de hormigas cabezonas, y un zapato rojo de tela. Me lo puse en la mano pero era muy grande, mis pies no cabían porque ahora era muy pequeños, en otro lugar no podían estar, concluí que era basura. Mi inspección quedó a la mitad para seguir gateando. En mi camino me encontré con avispas y escorpiones, todo tipo de plantas y un musgo que quedó pegado a mi pierna derecha, el musgo se estiraba y contorsionaba para recuperar su figura. También me encontré piedras que llamaron mi atención, y por eso las guardé.

El andar es doloroso, el micelio se adhiere a la tierra con velocidad, y tengo que arrancarlo para avanzar, seguía proporcionándome de comida e información a medida que crecía, pero el suelo cada vez se hacía más yermo y no recibía más minerales de ella. Encontré otra zapato rojo, igual de grande, igual de pequeño, lo sujeté fuerte en mis manos y me lo llevé.

Ahora había un pie igual al mío, con dedos iguales que los míos, con vellos más oscuros que los míos. Su color oscuro y sus piernas largas como la rama que dificultó mí camino. Quería tocar lo que estaba al frente mío, y mientras mi mano más se acercaba para tocar, él se alejaba, hasta un punto dónde no podía estirarme más, porque el micelio no me lo permitió, y como me dolía lloré.

–NO TE ACERQUES MÁS –Se veía alterado, y llorar era lo único qué sabía hacer tratando de acercarme –, fuera, fuera…

Su pierna se movió tan brusco qué pegó en mi cara haciéndome caer de espaldas, la sangre ahora salía de mi fosas nasales y mis lágrimas aumentaron, me dolía y mi expresión facial se arrugaba. La sangre que salía estaba limpia y se veía tan bonita, la recogí con mis dedos y lo metí a mi boca. ¡PAF!

–¡No hagas eso, está sucio!

Abofeteó mi mano, y anqué ésta ya estaba roja, el color se oscureció más. Su mirada de sorpresa, ojos grandes y expresivos, negros como ceniza. Él estaba asustado, pero no solo eso, estaba confundido. Mis manos, las acarició y las analizó; su camisa, con mucho cuidado las limpio, era tan cuidadoso y creía que al hacer cualquier movimiento brusco podía salir corriendo, por eso no moví ni un solo músculo.

–¿Qué eres? –Dijo en un susurro. Ahora limpiaba mis muñecas, y subía, subía tan despacio –. ¿Dónde está tu casa?... Tu hogar, y tú familia.

–Llévame contigo.

–No. Dime, ¿De donde vienes? ¿Sabes siquiera dónde estás?

–Yo, vengo de la tierra.

Cuando hablaba mis manos se movían tratando de comunicar lo que quería decir en una oración. Se hundían en el suelo para mostrar la tierra, y venían a mí de regreso para especificar que fue mi hogar alguna vez.

–Eres muy expresivo con las manos.

Trató de levantarme pero fue doloroso, mi micelio ahora estaba por todos lados, arropaba mí cuerpo como la araña a su presa, desgarraba y lloraba, frágil seguía mi cuerpo al tacto de alguien más.

–¡Perdóname! –Exclamó asustado al verme llorar, pero no tenía otra opción que arrancarme del suelo de un

tirón. El micelio quedó atrás y yo me envolví en tela, y fui cargado en su espalda.

Ahora mi camino seguía a un nuevo mundo, guiado por alguien más y quién deposité toda confianza. ¿Qué hacía está persona en un lugar tan solo? Porque no tenía a nadie a su lado que lo guiara como él lo hacía conmigo, y pensaba en miles de respuesta, mientras me alejaba del cuerpo tirado junto a la piedra escondida entre los árboles, se veía casi transparente y estaba cubierto de mi micelio.

 

Si encuentran un error les agradecería que me avisarán ❤️🍄

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



#6356 en Fantasía
#14332 en Novela romántica

En el texto hay: fantasa, boylove, hongo

Editado: 13.04.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.