El mundo del hongo

Hogar, dulce hogar

 

Mi temperatura ha cambiado, estaba sudando a mares envuelto en esta tela. De cintura para abajo, mi cuerpo está entumecido, y la otra mitad de arriba no encuentra acomode. Había algo que estaba dejando maravillado, y era captar los distintos ruidos, motores, bicicletas, niños y adultos, los sonidos más estruendoso y pesados, hasta los más dulces y otros indescriptibles. El micelio no se detenía, seguía estirándose y removiéndose entre mi cuerpo y la tela. El micelio nunca había sido así de rápido para extenderse, nunca lo hacía cuando estaba en la tierra, que antes era mi hogar; ahora sentía un cosquilleo en mi espalda y piernas, lo que significaba que se estaba deslizando buscando cabida.
 
Me muevo una vez, dos veces. El agarre del joven se hace más firme alrededor de mi cuerpo, y la voz de un hombre mayor le dirige la palabra: –¡Buenas vecino! –Una voz rasposa y una tos seca –, ¿Qué lleva ahí que va de afán? –Otra tos seca una vez más.
 
–Ah… yo…
 
Su agarre se hizo más fuerte.
 
–¡Jesucristo! ¿Quién es esta persona? –Una mano tibia tocó mi espalda –¿Tiene algo o porque está cubierto?
Un movimiento brusco me desequilibró –¡No! no, es mi primo. Él es, sabe… especial –, su tono de voz era de esas quisquillosas.
 
Un ¡Oh! Se alargó en susurros –Sí, sí, entiendo.
 
–Sí, no soporta los ruidos fuertes, por eso ya me i-
 
–Profesor, la jornada de búsqueda se extenderá hasta mañana – nuevamente la tos seca–, la familia no quiere dejar de buscar.
 
–Pero ya no sabemos dónde más buscar, no podemos ir más profundo al monte.
 
–No lo escuchó de mí pero, ese muchachito, ya no regresa…
 
Sus movimientos eran más rápidos, por cada paso que daba, mi cuerpo resbalaba unos centímetros por su espalda, para después subirlo con un brusco movimiento. Su cuerpo se tambaleaba, debes en cuando tropezaba y maldecía entre dientes, mientras tanto, yo iba en silencio porque así me lo habían pedido, talvez algunas preguntas se me salían como: ¿Dónde vamos? O ¿Cómo te llamas? Pero ninguna era respondida. Me sentía soñoliento, mi cuerpo poco a poco dejaba de responderme, y lo último que escuché fue un chirrido.
 
–¿Descansaste?
 
Una mano acariciaba mi rostro, se sentía caliente y estaba húmeda, observé a mi alrededor y todo el lugar estaba lleno de sillas y pupitre sin mesa o respaldar, todas amontonadas en un mismo lado del salón. Él seguía sosteniendo mi rostro, y en la otra tenía un objeto filoso y puntiagudo.
 
–¿Qué piensas hacerme con eso?
 
–No quiero hacerte daño –, dijo antes que nada. Dio pasos lentos sin amagar, sintiéndose libre de tocar mi pierna–. Solo cortaré el exceso de esto.
 
Prosiguió a cortar el micelio, no sentía dolor, poco a poco cortó largos trozos que tiraba al piso . Cortó todo lo que envolvía mis piernas, brazos y algo de mí espalda; también se detuvo su crecimiento, porque no salió más después de terminar. Estaba sentado sobre una manta de muchos colores, en realidad eran diferentes trozos de tela de diferentes colores, y después fueron cosidas entre si hasta formar esto tan acogedor.
 
–Cómo lo imaginaba, es como un corte de cabello. Y el color de tu pelo, es tan bonito –, me asusté por su repentina cercanía, mí cabello poco fue tocado por unos escasos centímetro –. Perdóname si te asusté.
Se alejó de mí como si hubiera visto a un enfermo con alguna vaina contagiosa, así que traté de explicar la situación lo mejor posible –. No me incómoda, pero podrías liberar, mis esporas –, me miró extrañado, esperando una explicación con más detalles a lo que acababa de decir –, yo soy un hongo, y los hongos tenemos esporas, si las tocas ahora se esparcirán y no queremos eso, porque, aún no están del todo maduras.
 
Y después de eso, lo único que sabía hacer él era asentir sin implementar palabra.
 
–Entonces, ¿Casi hago perder tu semilla?, ¿Estoy comprendiendo? Perdóname. Yo no sé cómo tratar contigo, es la primera vez tan cerca de una criatura como tú, la mayor parte del tiempo las criaturas de diferentes especies no conviven juntos. ¿Cuánto llevas de vida?
 
–He pasado, cuatro días, en esta forma, y había estado alimentándome, de algo que no son los nutrientes de la tierra, mi hogar ya no produce nada bueno para mi bienestar.
 
–Aún no te acostumbradas al habla…
 
El joven se paró y mostró una postura recta, no dijo nada hasta detenerse en el corredor y dirigirme una mirada –, estamos en el tercer piso de un colegio, nadie te molestará, no tengo dónde más llevarte así que lo estaré pensando durante la noche, yo tengo que regresar junto a mi familia. Te volveré a ver mañana y los siguientes días.
 
Y se fue. Los calados tenía un color amarillo, y las cucarachas de este lugar, tenían algunas características que no había visto en un animal como ese, esta tenía pequeñas alitas que le ayudaba a volar, y ahora se fue por ese mismo calado. Pasé en ese mismo lugar unos tres días. El sol calló, una vez y dos veces. Él no se había aparecido, y tenía la intención de moverme por mi cuenta pero aún me faltaba práctica para moverme. Cómo no recibí nutrientes durante dos días, al último día mi micelio se esparció por todos lados los rincones del salón, salió por los calados y se coló entre las grietas a otros salones, no había forma de pararlo, entonces al siguiente día apareció él, totalmente vestido de blanco.
 
–Todo es mi culpa –Con la misma herramienta, que era una navaja, cortó el micelio, y con mucho cuidado me envolvió entre las telas y me cargó en su espalda como aquella vez –. Te pido mis sinceras disculpas, nunca imaginé que pusieran llave a esta área del colegio. Al parecer lo único que has devorado fue una rata–, estaba en un rincón de la habitación con mi micelio por todo su cuerpo, también se metía en su boca y ojos–. Encontré un lugar especial donde podrá seguir tu desarrollo con normalidad.
 
Espero que les guste el capítulo. Si encuentran un error no duden en avisarme ❤️🍄
 
 



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En el texto hay: fantasa, boylove, hongo

Editado: 13.04.2022

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