El mundo después de Máreda

Capítulo ocho

Luke

 

— ¿Dónde se ha ido? —preguntó Pol cuando regresé al campamento.

—Será mejor que sigan adelante sin él —nuevamente mi voz sonó autoritaria y firme—. La tierra de los Humanos ya no es un slugar seguro. Es por eso que no deben permanecer mucho tiempo en el mismo sitio.

— ¿Qué pasará con Blake? —preguntó Carol con creciente preocupación.

—Sobrevivirá —garanticé con firmeza, aunque, francamente, dudaba mucho que pudiera mantenerlo con vida.

—Por tu culpa se apartó de nosotros y ahora su vida corre peligro —acusó Jane, cargada de odio—. Tú no eres un protector, destruyes todo lo que te rodea.

—Jane —dijo Pol con advertencia y se acercó a la joven, con el fin de tranquilizarla. El resto del grupo permanecía expectante. Percibí temor en sus ojos.

—Descuida Pol —susurré—. Jane tiene razón… Las cosas no siempre salen como espero.

         En ese momento la brisa del viento trajo consigo un silbido apenas audible. La tierra a mis pies tembló ligeramente y el caballo de Blake relinchó. Supe que Andrew se acercaba desde el este y que estaba acompañado por otros tres de sus compañeros guardianes. Podía oír sus corazones agitados, acelerados por el pánico.

—Un espectro ha burlado la protección de los brujos —me informó Andrew desde la lejanía donde se hallaba, aunque su voz sonó en mi cabeza como si estuviese susurrándome al oído—. Dos ataques en un mes. La oscuridad se acerca, ya no nos teme.

—Nunca nos ha temido —susurré procurando que nadie más que Andrew me escuche.

         La llegada de los espectros podía pasar inadvertida para la mayoría de los individuos que habitaban la tierra, sean o no practicantes de la magia. Había muchas preguntas que carecían de respuesta, y aquello en una mente inquieta como la mía resultaba insoportable. Resolví continuar. Sabía que cada segundo podía ser mortal.

—Pol, procura que nadie se mueva de aquí, ni siquiera tú —aquella orden repentina hizo que Pol se paralice. El joven apenas fue capaz de asentir. Empecé a correr y rápidamente me perdí de la vista de todos. Mientras me alejaba susurré unas palabras con la esperanza que Andrew me escuche—: Protege a los Humanos. Encuéntralos. Protégelos.

         La tierra me atraía como un imán, retrasándome la marcha. Sentía mi cuerpo adormecerse a cada paso y mis energías se consumía rápidamente. Un sonido metálico me indicó que en algún lugar del bosque una espada salía de su vaina lista para batallar, pero yo me encontraba todavía demasiado lejos. Temía no llegar a tiempo. Mi objetivo de a momentos se volvía imposible. La lucha contra aquella fuerza que me retenía me garantizaba que, aunque llegue a tiempo, mi fuente de poder se vería peligrosamente agotada.

         Caí al suelo de rodillas. El dolor en el abdomen no me dejaba continuar. Supe que Blake había recibido una herida justo en el lugar donde yo recibí aquella punzada. Intenté conectarme con su mente para guiarlo desde donde me encontraba, pero mi esfuerzo fue en vano. Ya daba todo por perdido, cuando escuché los cascos de un caballo que trotaba a todo viento. Momentos después, alguien me alzó del suelo y me acomodó en la montura.

         Mi mente había quedado en blanco, como ese espacio vacío que separa la existencia de la inexistencia. Había estado allí muchas otras veces. Era lo más parecido al hogar que podía recordar. Sin embargo, ahora lo sentía como una tortura. Podía sentir la sangre brotar de las heridas de Blake. Podía sentir su respiración. Podía sentir como el joven luchaba sin dejar ver su miedo. Podía sentir todo, hasta que ya no sentí más nada…

—Despierta Luke —me ordenó una voz, que a pesar de escucharse aterrada sonaba dulce y armónica. Los párpados me pesaban y el adormecimiento no me liberaba—. Despierta Luke, Blake te necesita.

         Entonces regresé. Era Jane quien sujetaba las riendas del animal. Cabalgábamos a todo galope por la superficie boscosa. Me incorporé y sentí un hormigueo en el hombro. Me invadió la tranquilidad cuando comprobé que Blake seguía con vida. Volví a sentir su respiración agitada, y por fortuna, descubrí que nos encontrábamos cerca.

         El rápido andar del animal me permitió encontrar a Blake poco tiempo después. Las ropas del joven se encontraban cubiertas de sangre, pero él seguía luchando pese a todo, sacando fuerzas de las raíces más profundas de su raza. Observé al espadachín defenderse y atacar con admirable desempeño. Sus ojos estaban teñidos de odio y rudeza, y no se dejaban intimidar por su atacante, que lo sobrepasaba en habilidad y poder.

 —Únete al resto —le pedí a Jane, al mismo tiempo que desenvainaba mi propia espada.

         Pero la joven ignoró la orden y me siguió. Sabía que no lograría detenerla, así que le cedí mi arma, para que asegure su propia defensa. El espectro reparó rápidamente en mi llegada, pero mi mente fue más rápida y en menos de un segundo ya había recitado el hechizo que lograría enviarlo de nuevo a las profundidades del abismo.

         Las nubes se oscurecieron y formaron un remolino sobre nuestras cabezas, convirtiendo el día en noche. Una ráfaga envolvió al espectro y este comenzó a desvanecerse. Luchaba con todas mis fuerzas para culminar el hechizo, pero la vista se me cegaba de a momentos y mi cabeza parecía a punto de estallar. Observé a Blake en el suelo, inmóvil, y a Jane a su lado, tratando de frenar las múltiples hemorragias. El ritmo cardíaco estaba débil…




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