Deseos de Amistad

Ryan cumplió 8 años, y en un soleado día de su cumpleaños, decidió jugar solo en el parque cerca de su casa. Mientras se columpiaba y se deslizaba por los toboganes, su corazón anhelaba la compañía de amigos con quienes compartir risas y juegos.

Inmerso en sus pensamientos, Ryan se acercó a su madre, Caroline, con una expresión de tristeza en el rostro. "Mamá, ¿por qué no tengo amigos? ¿Hice algo malo para que nadie quiera jugar conmigo?" preguntó con voz tenue pero llena de anhelo y confusión.

Caroline, con los ojos llenos de comprensión y cariño, se sentó junto a Ryan en el banco del parque y le tomó la mano con suavidad. "Ryan, cariño, no has hecho nada malo. A veces, las amistades necesitan tiempo y paciencia para florecer", le respondió con voz calma y reconfortante.

Entre la brisa suave del parque, Ryan se abrió completamente a su madre, expresando sus sentimientos y pensamientos más profundos. "Pero mamá, me siento solo y me gustaría tener amigos con quienes jugar y reír. ¿Por qué nadie quiere ser mi amigo?" murmuró con tristeza y anhelo en sus grandes ojos llenos de emociones encontradas.

Caroline acarició la mejilla de Ryan con ternura, sintiendo el peso de su dolor pero también la fuerza de su determinación. "Ryan, cariño, el verdadero amigo llegará en el momento adecuado. No pierdas la esperanza y sigue siendo tú mismo, porque eres único y especial tal como eres. La amistad es un tesoro precioso que se cultiva con el tiempo y la sinceridad", le aseguró con amor y sabiduría, transmitiéndole su apoyo incondicional y su amor inquebrantable.

Así, en medio de la dulce melancolía de los deseos de amistad de Ryan, Caroline permaneció a su lado, prometiéndole que siempre estaría ahí para él, compartiendo su anhelo de encontrar la amistad genuina y la alegría de jugar con otros niños.