El niño de los dedos extras

Cap #1 [ El nacimiendo de Samuel ]

El reloj marcaba las 3 y 27 de la madrugada de aquel sábado, cuando los gritos de la madre rompieron el silencio de una noche que parecía dormida bajo la lluvia.

Afuera, el aguacero golpeaba con fuerza el zing de ese pequeño hospital rural, perdido en algún pueblo de la República Dominicana. La luz eléctrica parpadeaba, luchando contra la tormenta, haciendo sonidos raros, como si los cables hicieran algún tipo de corto circuito por dentro. Un leve olor a alcohol y cloro se mezclaba con incienso mientras se avanzaba por el pasillo, las monjitas del centro, como era de costumbre, habían dejado un pequeño altar encendido en una esquina de aquel pasillo. Un altar diminuto con una imagen de la Virgen de la Altagracia en el, unas velas encendidas que lanzaban destellos dorados sobre el suelo mojado.

En la sala de parto se encontraba la enfermera principal Sor Elvira, una monjita robusta y silenciosa, ella había asistido cientos de nacimientos anteriormente, pero nada como éste.

El médico, con la ayuda de las monjitas finalmente logró traer al mundo al tan esperado bebé. La madre apenas logró escuchar el primer llanto antes de ver el rostro de la enfermera transformarse disimuladamente. Un gesto pequeño y rápido. Sor Elvira se quedó inmóvil por un segundo, sus ojos se clavaron en las pequeñas manos del recién nacido. Tenía seis dedos en ambas manos.

Sin pensarlo, tal vez por mera intuición se persignó rápidamente, murmurando algo en latín. Las demás asistentes se acercaron. Algunas hicieron gestos de asombro. Una de las internas dijo, casi en un susurro: — Es uno de ellos.

— ¿Qué dijiste? — Preguntó la madre, débil pero alerta a cualquier cosa referente al bebé.

Sor Elvira negó con la cabeza y dijo en voz baja: — Nada, hija. Todo está bien. Está sano. Muy sano. — Enfatizó.

Pero sus ojos decían otra cosa.

El llanto del bebé llenó la sala, cortando ese incómodo y raro silencio que había quedado flotando. Una de las enfermeras se acercó para entregárselo a la madre. El médico aún con los guantes puestos, lo observaba detenidamente, concentrado.

— Todo está bien — dijo. Hizo una pequeña pausa, como si dudara.

Alzó cuidadosamente la pequeña mano del bebé y todos quedaron en silencio. Tenía seis dedos. Lo mismo en la otra mano: Un sexto dedo, perfectamente formado.

— Es polidactilia — dijo el médico con tono profesional, pero intrigado. — No es muy común, y menos en ambas manos. Pero no parece haber complicaciones.

La madre, entre lágrimas, sonrió. Se giró hacia su esposo, le tomó la mano, y murmuró al oído de su esposo:

— Está bien amor, mi abuela solia decír que algunos niños nacen "marcados por los Dioses."

La madre, agotada pero llena de emoción, extendió sus brazos para cargar al recién nacido.

El padre no dijo nada. No porque no sintiera. Al contrario. Solo no sabía que decír, lo miró largo rato sin poder expresar lo que sentía en ese momento, era su primogénito. Había amor en su mirada, y asombro.

Y así, entre una tormenta y un silencio que nadie entendía del todo, empezó la historia del niño que nació con algo más que tan solo unos dedos.

El niño de los dedos extras.

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Nota de autor:

Gracias por llegar hasta aquí. Espero que hayan logrado disfrutar el primer capítulo tanto como yo. Si te gustó, me encantaría saberlo en los comentarios. Cada palabra tuya es un impulso para seguir contando esta historia.

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