El niño de los dedos extras

Cap #14 [El despertar de las sombras]

Samuel despertó temprano esa mañana, tal vez porque tenía ciertas cosas pendiente por hacer y quería aprovechar el día. Miró al rededor de su cuarto, se quitó la sabana, dio las gracias por un día más, dejó el cuaje atras y caminó hacia la ventana.

Observó lo que se movia afuera, un repartidor dejandole un paquete a la vecina, un ciclista a la espera del semáforo. Abrió completamente la ventana y algo en el aire parecía diferente, tal vez era la brisa fresca de esa mañana o quizás el aroma del café de su madre que lo transportaba a su niñez y raíces Dominicanas.

Bajó las escaleras rumbo a la cocina donde se encontraba su madre con una taza de café en la mano.

— ¿Quieres una taza corazón? — Preguntó Julia.

— Sí, gracias ma'. Amo el olor del café en las mañanas. — Dijo samuel mientras le daba un beso y abrazo de buenos días

— Somos dos. — Respondió la madre mientras sonreía por su comentario.

Su padre un hombre de trabajo ya se había marchado temprano a entregar unos pedidos de carpintería que había terminado en la cochera el día anterior.

Samuel salió a hacer unas diligencias como de costumbre y de paso visitar la librería de la ciudad, sin saber que las figuras de su pasado, esa presencias inquietante que lo había seguido desde las sombras, continuaban al acecho.

Antes de llegar a la librería pasó por un parque medio solitario por la ubicación en donde estaba y mientras está ahí, se sentó en un banquito, cerró los ojos y empezó a sentir todo a su alrededor.

El sonido del viento, la brisa fresca, la manera como danza de los árboles mientras el viento golpea sus hojas, se siente la paz y tranquiliad de la naturaleza. No hay nada más relajante que ello.

Todo se sentía tan quieto, tan tranquilo, como si vibrara en la misma sintonía de los arboles, pero de un momento a otro esa calma simplemente se fue y las voces del pasado resonaron en su cabeza, no paraba de pensar en ello y por un momento cree escuchar su nombre con claridad. Se levanta y procede a continuar su ruta.

Las horas pasaron y era tiempo de regresar.

Movido por un impulso extraño, toma un desvío mientras vuelve a casa y sus pasos lo llevaron a un edificio antiguo donde solía jugar con amigos, ahora cerrado y olvidado. Algo en ese lugar le llamó la atención. — ¿La nostalgia quizas? O tal vez algo más.

Al entrar observó el alrededor detenidamente, veía como el polvo se había dueñado del lugar, las sillas oxidadas, las pinturas desgastada y manchadas por la humedad y la lluvia.

Empieza a tocar ciertas cosas de aquel lugar y le hacían recordar y traer bonito recuerdos.

Encuentra marcas en las paredes: su nombre grabado dentro de en un montón de nombres, incluso una marca que coincide con uno de sus sueños recientes que no recuerda haber hecho. — ¿Será que lo hice yo y lo olvidé? — Dijo en voz alta mientras lo tocaba.

Una sombra se desliza por el pasillo. Samuel logra captarla. La sigue.

Al llegar a un salón cubierto de polvo, la temperatura baja de golpe. La sombra se detiene al fondo y le dice:

— "¿Te acuerdas de mí, Samuel?"
Él parpadea... y está solo.

— ¿Ya me vez? — Se escuchaba mientras el eco de esa voz retumbaba por los pasillos vacíos.

— ¿Quién anda ahí? Sal de una buena vez.

Un silencio total repentino invadió ese lugar. No hubo respuestas.

Tal vez esa niebla que lo envolvía en sus sueños sin ninguna explicación seguía extendiéndose a su diario vivir, como si la frontera que divide este plano y lo invisible comenzaran ser solo uno.

Samuel regresa a casa agotado y pensativo, al llegar se dejó caer en el sillón de la sala. Sin imaginar que al cerrar los ojos, el sueño comenzaría a mezclarse con la realidad.

Se ve a sí mismo, pareciera que su espíritu hubiera salido de él mientras dormía. Lleno de curiosidad se sentia atraido a algo arriba de su casa, fue caminando y se quedó mirando el pasillo que llegaba a su habitación.

La puerta estaba semi abierta y de ahí dentro emanaba una sombra muy negra, era como un humo espeso y negro que lentamente
se asoma. No sabía si avanzar o quedarse ahí, como si percibiera que algo detrás de esa puerta no quisiera ser interrumpido.

Justo antes de despertar, escucha una voz clara salir de aquella figura: — Ya casi es hora.

Se despierta de la impresión. Se agarra el pecho. — Solo fue un sueño. — Dijo mientras un suspiro salía en forma de alivio.

Sube y encuentra la puerta de su habitación realmente entreabierta, aunque juraba haberla dejado cerrada. Y en su mano una pequeña mancha negra que desaparece segundos después.

Ya en su cama un par de horas después, se despierta y logra ver como las sombras en las esquinas de su habitación parecían moverse con más insistencia y sutileza, aunque sus ojos no podían enfocarlas por completo.

Las sombras desaparecieron y un susurro persistente comenzaba a resonar en su mente, el mismo susurro de antes "Sa..mu..el...".

No paraba de darle mente a ese llamado, aunque muchas veces pensaba que era simplemente producto de su imaginación, ya daba por hecho que no lo era.

A veces simplemente era un "Samuel!" como cuando sientes que alguien grito tu nombre — ya sea un familiar o alguien cercano — y juras que si te llamaron y cuando preguntas no fue así, pero es tan real que te deja en duda.

Ese llamado resonaba en su interior, como cuando cierras los ojos y empiezas a escuchar el latido de tú corazón al concentrarse o enfocarse en el.

Una vez más, era esa presencia fria y vacia. Su antiguo "amigo", lo llamaba coninuamente cuando menos se lo esperaba.

Algunas noches cuando caminaba a casa y a medida que avanzaba por las calles o callejones de la ciudad de NYC, algo que no podía ver le acechaba.

Llegó el lunes, día de clases.

Esa tarde parecia que iba a llover. La claridad entraba por la ventana del salón, parecía más apagada de lo normal. Como si algo, desde arriba, estuviera filtrando todo el cielo.
Samuel no sabía si era el clima... o si el mundo entero estaba comenzando a verse distinto.




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