Se movía como un río desenfrenado.
Su andar era liberto
Y su correr como aire desbocado.
Fue un quinceañero colorido.
Un colibrí con aletear de entusiasmo
Y alas de alegría.
Un mar hecho marea por instantes
Cuando se sintió preso
Y socavado por su cuerpo…
Pero también se convirtió en sol,
Deslumbrante de vida.
En sus ojos y su sonrisa
Se halló un escudo
Que pinto de verde brillante
Mientras sostuvo la sabiduría de un árbol añejo.
En las almas que lo encontraron sembró de la suya
Y quedó como rocío impregnado
Que no es secado por el tiempo.
¡Ah, colibrí!
Tan fugaz y radiante.
Su corazón ha creado maravilla
Y permanece en la tierra
Mientras ya está en el cielo.
—Anabella Bonaiuto.
Mayo 03, 2019.