Era la dulce primavera moteada
Y nombre de niño dorado.
Era terrestre, sutil y transparente.
Y pareciendo roble
Permaneció rubio.
El día seis –en la boda de su hermana–
Lo vieron las campanas del templo
Y los celestes aplausos
Hacía un altar.
Y el día ocho
Despertaron las raíces marchitas,
Y flores de la tierra muerta.
Era la lluvia celeste y agria,
Porque él permaneció rubio.
¡Ay niño mío!
–Ilusión mía, viva– que se marchó en la pascua.
Todavía recuerdo su mirar implacable de esmeralda
Y la sonrisa de desvelo.
Alba de dulzura que me quiso.
Y por su querer yo lo amé.
Él me quiso a su manera,
Y yo lo amé más y más.
Niño dorado –anhelo y orquestal– que cerró sus ojos, temprano.
Primavera azulada,
Y pascua del firmamento.
El niño permaneció rubio,
Y con él la primavera al cielo.
—Anabella Bonaiuto.
Abril 08, 2021.