El Nuevo Origen: El Inicio

Capítulo 31. Situación preocupante.

Kaz

—¿No les parece tierno? —preguntó Arethia.

—Si te escucha decir eso de seguro se pone rojo de vergüenza —comentó Zoren.

—Shh... Lo van a despertar... —dije.

Resulta que Kitaro se quedó dormido entre nosotros tres mientras se desahogaba, en estos momentos Arethia estaba sentada en el suelo sosteniéndolo con su cabeza apoyada en su pecho, será suertudo, Zoren y yo nos quedábamos de rodillas observándolo, no puedo evitar pensar que se ve adorable al verlo tan calmado y sereno, además de tener una expresión de completa alegría en su rosto durmiente.

—Parece que tener esos sentimientos ahogados por tanto tiempo agotaron a Kitaro cuando por fin logro liberarlos —intuyó la peliblanca.

—Concuerdo... Me encantaría seguir viendo esta escena, pero aún tenemos que terminar de limpiar todo... —comentó el lobo.

—Es verdad... Y no podemos dejar a Kitaro así sin más, hay que llevarlo a su habitación.

—Déjenmelo a mí... yo lo acomodo en su cama mientras terminan de limpiar —sugerí.

No sé por qué, pero apenas hablé esos dos me miraron con expresiones de sorpresa como si jamás esperarían escucharme decir algo como eso.

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Es que bueno Kaz... —hablaba Zoren— No nos esperamos que quisieras llevarlo tu...

—Considerando que no te agradan lo humanos... —ahora la elfa…— Aun si se tratase de Kitaro....

—Estos dos si serán... —pensé y suspiré algo irritado— Me ofende que piensen eso de mi... —dije.

—Es que Kaz por nuestras experiencias... El hecho de que cargues a un Humano por gusto jamás se nos habría pasado por la cabeza —indicaba el lobo.

—¡Ya sé porque lo dicen! ¡Pero por favor! Si se trata de este humano no me importa... pensé que quedo más que claro con lo de hace un momento

—¡Baja la voz! —me reclamó Arethia.

—¡Ups! D-disculpa...

—Descuida, no se despertó... Pero tienes razón, debió quedarnos claro... muy bien, tu súbelo y nosotros terminamos aquí.

—Si quieres ve a dormir una vez que lo dejes en su cama —propuso Zoren.

—¿Seguros? No me importa acostarme tarde para ayudarlos.

—Descuida, ya lo que queda no es mucho así que no pienses en ello.

—Muy bien...

Me acomodo con Arethai de tal forma que pude cargar a Ktaro entre mis brazos, me dirigí a subir las escaleras para dejarlo en su cuarto mientras que Arethia y Zoren se disponían a terminar de limpiar lo que faltaba, creo que tener a este humano de tal manera me agrada de cierto modo, se ve tan tranquilo que resulta adorable, no sé por qué pero se me vino a la cabeza las imágenes de aquel día cuando llevamos a la ardilla al centro de vida silvestre, sinceramente este humano tiene algo especial para hacerme olvidar todo lo malo de su raza.

Ya me encontraba enfrente de la puerta de su habitación y seguía sin quitarle la vista de encima mientras tenía una sonrisa en mi rostro, lo que acaba de pasar hace unos minutos... fue algo que no sé cómo explicarlo, me conmovió demasiado, creo que está de más decir que para Arethia y Zoren fue igual.

Decido entrar de una vez a la habitación, pero antes de dejarlo en su cama me quedo parado otro momento, no me pude resistir hacer lo siguiente. Comienzo a frotar mi mejilla con la suya, noto que incluso comienzo a ronronear, aunque dudo mucho que eso logre despertarlo.

Una vez que termino de acomodarlo en su cama y cubrirlo bien para que no pase frio me quedo arrodillado al lado de su cama sin quitarle el ojo de encima.

—Definitivamente de entre todos los humanos con los que habría tenido que vivir me alegro en verdad que seas tú Kitaro.

Me decido a salir de la habitación, pero no sin antes de acariciar su cabeza para despedirme, justo luego de eso me pongo de pie y comienzo a dirigirme a la puerta.

—Me alegra escucharte decir eso.

—¿¡Pero que...!? —exclamé en mi cabeza.

Me voltee rápidamente del susto, Kitaro estaba sentado en su cama mirándome fijamente con una amplia sonrisa, pero aún más importante... ¿¡Cuando se despertó!?

—¿¡K-kitaro!? ¿¡C-cuando despertaste!? —ahora siento mucha vergüenza.

—Eso no importa... —me dijo.

Kitaro se levanta de su cama y se me acerca, yo estaba paralizado en mi sitio pensando en qué momento se pudo despertar, parecía que estaba profundamente dormido así que no me lo explico, cuando por fin se quedó enfrente mío me quedo mirándolo fijamente esperando a que hablase, pero para mi sorpresa no hizo más que abrazarme, este gesto suyo me tomo por sorpresa y pude sentir que algo de mi sangre se subía a la cabeza.

—¿P-por qué estas...?

—Gracias Kaz...

—¿Ah?

—Tanto tú como Arethia y Zoren me han hecho muy feliz esta noche... En verdad no sé cómo agradecerles.

Sus palabras me sorprendieron, pero me hicieron comprender la razón de sus acciones, tras eso no hago más que corresponderle su abrazo, tengo la sensación de que esto es lo que el necesita en este momento.

—Ni lo menciones Kitaro...

—Pero es la verdad... Ustedes me acaban de dar el mejor regalo que podría desear...

—Comprendo... Perder a todos tus seres queridos debió ser horrendo... No me puedo imaginar lo solo que te sentiste todo ese tiempo...

—Así es... Antes de venir a Entharus hubo un momento que creí que jamás estaría solo de nuevo, pero no fue así... Pero mi mundo me arrebato esa esperanza... En cambio, aquí ya es otra historia... Aquí ya tengo la completa certeza de que eso jamás volverá a suceder nuevamente... Y por eso no se me ocurre nada mejor que agradecerles por haberme aceptado...

—Descuida... —le abrazo con más fuerza— Nosotros podemos entender por lo que has vivido, así que jamás olvides que siempre estaremos para ti.

—Lo hare... Y otra cosa Kaz...

—¿Qué sucede?

—Me parece súper lindo cuando ronroneas... —sonríe.




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