El ocaso de arcadia

CAPITULO 2: EL PRIMER ATAQUE DE MUCHOS MÁS

 

Apenas amanecía Sam salió al cuarto de sus padres con su mata de cabellos azabache— similares a los de su madre en el color, pero ondulados como los de su padre, quien en cambio poesía un cabello color miel, casi rubio— Sam entro rápidamente al cuarto y los abrazo enseguida, con lo que despertaron de inmediato ante tan efusiva muestra de cariño, eran apenas las 6 de la mañana, y ellos entraban a trabajar a las 8

— Hola Honey —Saludo su madre, mientras le daba un beso en la pequeña frente

— Buenos días Sami —saludo su padre mientras la abraza y la acomodaba en medio de ellos dos

— Buenos Días, ¿por qué ayer no llegaron a las ocho? —pregunto Sam, era inusual esa tardanza, y menos cuando sus padres eran fanáticos de la puntualidad

— Tranquila pequeña, solo fue unos papeleos, pero hoy si llegaremos a tiempo, te lo prometo

***

Tamara apenas se despertó, se arregló para ir a despertar a Sam, quien tenía el defecto de no levantarse temprano, pero en aquella ocasión ella ya no estaba, solo la vio entrar al cuarto de los señores Rivers, con lo que decidió ir a preparar el desayuno, el cual debía seguir una dieta equilibrada para mantener la salud óptima de su familia y de Sam, en especial, de ella pues este estricto control lo comenzó a llevar desde que nació le preocupaba que algo le sucediera a su salud, por eso era su sobreprotección. Además, al ser descendientes de los Rivers Sam siempre ha estado en constante presión por su padres, he ahí el motivo de su educación en casa casi no conocía a nadie, a excepción del hijo de su tía Susy, al cual no veía desde hace más de un año, Sam extrañaba a su único amigo, quien la consentía mucho, pues él siempre quiso una hermana o hermano menor —pero sus padres consideraban innecesario tener un hijo más— por este motivo consideraba a Sam, quien era menor a él con 4 años, como su pequeña hermana

Estaban sentados todos en la mesa, incluyendo Tamara, quien siempre lo había hecho a petición de los padres de Sam, sus jefes

—Sami come, no estés perdida en el espacio —la regañó Elizabeth, y es que Sam sentía que algo extraño sucedía, pero no podía entender que

— Ok mami, ya casi termino —respondió ella, dándose cuenta que era la única que no terminaba, de hecho Sami apenas había tocado su comida

***

Era Domingo, por lo que Sam no había visto a Morris aquel día, además hace una semana que ya habían terminado sus clases, y ya era el momento de especializarse, pero había decidido con aprobación de sus padres tomarse un mes de descanso y es que ella recibía clases todos los días, a excepción de los domingos

—Elizabeth prometiste, que hoy pasarías conmigo —reclama Sam, llamándola por su nombre siempre lo hacía cuando estaba molesta

—Cariño, quédate con Sam y yo me voy a resolver los problemas a empresa —propone Karl al ver a su hija con tanta insistencia y es que casi ya no le dedicaban tiempo a su hija ni siquiera los domingos

Al oír eso Samantha se sintió feliz y es que a decir verdad lo extrañaba mucha, se contentaba, aunque no lo los tuviera a los dos al menos si a uno, abrazo a su padre y este correspondió mientras miraba a Elizabeth, quien también quería ir a la empresa para ayudarlo, pero era mejor por el momento quedarse con su hija se lo debía desde hace tiempo así que acepto.  Aquel Domingo lo habían pasado de maravilla madre e hija, viendo películas jugando, contando historias, junto con la dulce Tamara quien ayudaba.

Ya había anochecido, Elizabeth esperaba que llegue su esposo estaba muy retrasado eran casi la diez de la noche, cuando llega y entra todo agitado, al instante se oye el timbre y Karl ordena que dejen pasar a Blandón que lo había seguido, al entrar, Elizabeth noto que su traje ya no se encontraba tan perfecto como siempre, su rostro que nunca mostraba nada ahora expresaba desesperación

—Karl, escúchame sabes muy bien que tenemos que hacerlo, el gobierno, la UIA, ya lo ha ordenado, no podemos desobedecer

—Blandón sabes que no estoy interesado en masacrar gente, ¡Por Dios ahí también habitan humanos!

—Lo sé, pero a veces los sacrificios son necesarios

—Siempre hay otro camino, solo hay que buscarlo, aunque no se vea

 —Hay déjate de moralismo, cuando veas a tu familia, amigos muerto ahí te arrepentirás, además la mayoría a votado a favor de la propuesta de los reyes, y sabes que sus leyes son absolutas —Elizabeth mira a Karl, sabía que nada lo convencería él era un idealista, su rostro siempre había mostrado determinación por todo lo que creía, nunca cambiaba de idea y esta vez no era la excepción— Mañana te esperamos en el palacio, es una orden directa si desobedeces, debes olvidarte de todo

Sin más se marchó, dejando a Karl con la obligación de hacerlo

—... Elizabeth recoge las cosas se van a la casa de campo al Sur es una orden

— Cariño ¿no vendrás con nosotras?

— Lo siento, estoy con las manos atadas, sino voy vendrán a por nosotros, y si voy…  al menos les daré tiempo a ustedes

Elizabeth, lo comprendía todo, pero pesar de todo le dolía dejar al amor de su vida, pero no podía ser egoísta ahora tenía a Sam y debía protegerla, en otra ocasión nunca lo dejaría a merced de ellos, todos estaban contaminados… quieren sobrevivir a costa de perder su humanidad, aunque talvez la humanidad ya no va existir si sigue todo así... En cuestión de minutos ya estaba todo preparado, fue muy rápido, Samantha no lo entendía muy bien, pero coopero había escuchado la conversación




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