El ocaso de arcadia

CAPITULO 4: DESICIONES

 

El tiempo no se detiene, y así había pasado más de un año encerrados ambas madre e hija. Las noticias sobre Arcadia eran cada vez menos, todo estaba cada vez más extraño.  Elizabeth había recibido recientemente noticias sobre Karl, de su informante —una amiga, una persona en quien confiaba mucho, quien sabía sobre el refugio, que esa persona lo supiese no era un problema—     y Elizabeth habían quedado en encontrarse a las afueras del bosque en dos semanas, sabía que era peligroso pero la razón no pudo con ella, en esta ocasión mandaba el corazón

Elizabeth se encontraba en el bosque, había salido hace más de 25 minutos de la cabaña, al lugar donde se dirigía se encontraba hacia el norte a unos 35 minutos en su Hover-motorcicle —no producía ruido, era mejor que ir caminando, iba a una velocidad de 120 kilómetros  por hora— miraba a todos los lados, hasta que vio unos volantes tirados por el suelo, lo que la detuvo de golpe, para apreciar la escena

Maldición... — susurro para mí misma, cuando se dio cuenta que efectivamente era su rostro el cual se encontraba impreso en aquel papel, se ofrecía una cifra de $200.000 por su cabeza, ella sabía que por esa zona no era tan seguro, estaba a solo unos 10 Km de un pueblo que había sido destruido por las bombas, ni siquiera estaba segura en seguir llamándolo pueblo. Además, con el casco nadie la reconocería, se decía para sí misma. Elizabeth noto otro volante distinto más con otro retrato suyo pero lo que le dejo impactada fue lo que decía

"Se busca: Elizabeth Andrews

Se la acusa de robo de tecnología para su propio beneficio, que ayudaría a todos

Recompensa: Lo que usted desee

Firma: Jake- Capitán de los Krobis”

Elizabeth ya no sabía que pensar, no solo los humanos la buscaban también ahora los Krobis, ella necesitaba cuidarse ahora de los Krobis, que la buscaban a ella especialmente, no podía con tanto, ella nunca fue una mujer de mucha presión y eso la angustiaba, cuando estaba presionada era Karl siempre la apoyaba y tranquilizaba, pero ya no estaba.

***

El camino para llegar se le hizo eterno justo cuando llego, la vio a ella sentada en el árbol de nogal en el que solían verse a menudo tiempo atrás cuando solían escaparse al bosque cuando apenas ella era una niña, Tamara apenas la vio  le sonrió a su amiga —y eterno amor—, ella haría lo que sea por Elí, solían llevarse bien, pero no siempre el amor es correspondido se conformaba con acompañarla a desayunar, cuidar a Sam quien era muy importante para ella, le tenía envidia a Karl —por él fue que se alejó de ella ya que le hacía daño a ella verlos juntos, pero cuando Sam nació Eli, la invitó para que la conociese, y quedo encantada al ver esos ojos tan azules en esa carita tan inocente, ahí fue que se ofreció a cuidarla— por haberse quedado con ella, pero ella lo eligió a él y no a ella, quien siempre había estado ahí y apoyado cuando había decidido renunciar a sus sueños ella fue quien la motivo para seguir y apoyando, nunca se le confeso, aunque Elizabeth ya lo había descubierto tiempo atrás y no sospechaba que ella aún tenía aquellos sentimiento.

Elizabeth se acercaba a ella cuando de pronto, Tami le dio una señal de advertencia para que se aleje, ella vio a su alrededor y en ese momento noto como la rodeaban a Tamara, eran 8 personas las cuales le apuntaban, Tamara vio a Eli por última vez y movió sus labios gesticulando un “Te amo”, Elizabeth le sonrió iba a acercarse no podía dejarla ahí la quería mucho —para ella era como una hermana, aunque para la Tami era ella su amor imposible—, pero ella con un gesto de manos le dijo que no. Entonces desde donde estaba vio como le disparaban en la cabeza, ella se escondió como una cobarde; cuando se dio cuenta que no había nada ya iban a ser cerca de las 5 de la madrugada decidió salir del tronco en que estaba escondida desde hace ya casi 12 horas, cuando de pronto escucho las hojear crujir atrás suyo, volteo y ahí estaba un Krobi de unos 2.5  metros de altura con su piel blanca que se le asemejó a un fantasma, cuya vista hizo que su corazón comenzará a latir frenéticamente

—Hola Elizabeth —la saludo tranquilamente con un toque familiar, ella logró tranquilizarse un poco, logró identificar su rostro, era un Krobi que hace tiempo atrás se le había escapado a ella del laboratorio cuando apenas era una novata, él nunca la olvidó, después de todo lo que sufrió por su culpa.

—¿Me vas a matar?

—Eso me gustaría, pero mis compañeros te quieren viva, necesitan la IA.

Elizabeth buscó algo que la ayudase, su Hover —se encontraba oculta en la lejanía, se demoraría mucho en llegar—. Siguió mirando, buscando algo que la ayude a escapar, pero solo vio a un niño pequeño, ¡Un niño!, como de la edad de su hija, sabía que si el Krobi lo veía lo mataría, lo conocía,  solo era cuestión de que se diese la vuelta para que esa criatura lo viera y lo destruyera, pues se encontraba armado por todos lados —maldición lo matará solo por ser un humano —pensó para sí mismo le parecía injusto, pero así era su mundo y no podía hacer nada

—¡Hey tu aléjate de ella! —grito el niño tratando de ayudar a la mujer que vio que se encontraba acorralada, tenía miedo, pero él quería ayudarla, le temblaba las manos mientras le apuntaba con un arma, que de seguro que si intentase disparar no acertaría

El Krobi se volteo y se rio al verlo, solo era una pulga, le encantaba torturar a los niños, era uno de sus pasatiempos favoritos, y a los humanos, la criatura que más odiaba. Elizabeth noto el brillo malicioso en los ojos del Krobi, sabía que no tenía más opción mataría al niño y se la llevarían hasta conseguir lo que querían de ella y sino igual la matarían, y después seguiría su hija. Así que tiro un Celular— en el cual había tecleado rápidamente un mensaje — hacia él niño, el Krobi al ver eso intento interceptarlo, pero no pudo, ya que la mujer se le había tirado encima, a pesar de su altura Eli era muy fuerte entierra el cuchillo que tenía guardado y logra desestabilizarlo  




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