Luego de tres días en que las clases fueron suspendidas y en que la Guardia oscura se encargara de revisar cada rincón de la escuela cerciorándose de que no había más peligros, las clases fueron reanudadas. Pero aún se mantenía la prohibición de que los estudiantes deambularan solos por los pasillos del instituto.
La Guardia Oscura son los encargados de la seguridad de los cazadores desde el inicio de esta, eran tan fuerte como los cazadores, pero de reacciones más frías, muchos no tenían más relaciones fuera de la guardia, y con sus familias pocas veces mantenían contactos. Para llegar a pertenecer a esta orden había que seguir un rígido y duro entrenamiento, en que la mayoría de los postulantes terminaba retirándose.
Francisca y Vanessa se acompañan de un lugar a otro, y ya la joven comienza a sentirse más a gusto con la compañía de aquella chica de cabellos claros. Pero le preocupa no haber visto a Nicolás durante estos días.
Escucharon risas y al observar de donde provenían se encontraron con Antonio y su grupo, este al notar la presencia de las chicas se puso serio y guardó silencio, hizo el ademán de acercarse, pero titubeó y se detuvo fijándose en la presencia de Vanessa, tensó su rostro al saber quién es, y recordando las palabras de su padre.
Francisca apuraba el paso y se alejaba lo más rápido posible hacia el salón de clases.
Antonio tragó saliva, volvió a titubear, no es fácil para alguien con su orgullo aceptar sus errores. Finalmente, salió detrás de las dos muchachas.
—¡Hey! Esperen un momento —les gritó dándoles alcance.
Francisca no quería detenerse, pero Vanessa le indicó que Antonio quería hablar con ellas al parecer, se detuvo, pero siguió dándole la espalda, esta muy incómoda, no sabe si debe saludar con amabilidad, ignorarlo o enfrentarlo, pero como siempre su opción es huir, por un momento pensó en salir corriendo.
—Yo... eh.. Quiero pedirte disculpas —se nota que para Antonio decir esto no fue nada fácil.
La chica guardó silencio, podía estar dirigiéndose a Vanessa y no a ella, hasta que la chica de cabellos claros le dio un ligero empujón, dándole a entender que Antonio le hablaba a ella.
—Está bien... —fue la seca respuesta de Francisca, lo detesta y sabe que si le dirige la mirada él podía darse cuenta, pero no puede evitar tener esos sentimientos hacia ese joven, él no ha sido buena persona desde que llegó a esta academia y sus disculpas no sabe si son sinceras o es por el temor de recibir un castigo.
Antonio notando que su disculpa no ha sido recibida con sinceridad quiso decir algo más, no puede evitar sentir que su orgullo está siendo pisoteado, con todo lo que le costó ir y pedir disculpas no puede aceptar una respuesta así, además que sinceramente se siente demasiado culpable por lo que le había pasado a la joven. Tomó el brazo de Francisca para impedir que se retirara. La chica se volteó molesta con ademán de quitar bruscamente su brazo, cuando notó que Antonio levantaba la mirada, deteniendo su atención a lo lejos.
Katrina los observa con una expresión de sorpresa, en realidad su atención solo está siendo enfocada en Antonio. Bajó la mirada con una mezcla de molestia y tristeza, y dándoles la espalda se retiró.
— ¡Katrina, espera! — gritó Antonio saliendo detrás de ella, preocupado y olvidándose de Francisca, de su orgullo, de todos los que lo miraron con curiosidad. No le importan, solo le interesa lo que Katrina piensa de él, esa expresión con que acaba de mirarlo lo ha preocupado.
Francisca, aliviada de sentirse libre, apresuró el paso entrando al salón de clases, mientras la guardiana entrecerraba los ojos con seriedad antes de seguirla.
Casi al final del pasillo, cansada de ser perseguida por Antonio, Katrina se detuvo y volteó molesta.
—¿Qué quieres, Yarel? — preguntó seriamente sin mirarlo a los ojos.
—No es lo que imaginas, solo estábamos hablando nada, más — habló Antonio lo más rápido que pudo, ya que respiraba agitado por haberla perseguido.
—¿Y por qué tienes que darme explicaciones a mí? Que me importa a mí con quien te mezclas Antonio Yarel, ese es problema tuyo — y le dio la espalda, molesta, no sabe si realmente su molestia es porque la ha seguido por el pasillo y le daba excusas o porque por algún momento sintió celos al verlo tan cerca de aquella extraña chica.
—Pero Katrina...
—Has con tu vida lo que te plazca y a mí déjame en paz — indicó con un tono frío y molesto, se retiró caminando.
Antonio se quedó parado en el pasillo, enmudecido por la actitud poco amistosa de la muchacha. Aunque en realidad siempre ha sido así. Empuñó ambas manos sintiendo dolor en su pecho. Ha esperado por años algún gesto en Katrina que le haga entender por qué cambió tanto con él. De niños eran buenos amigos, la pasaban bien juntos, hasta que ella comenzó a tratarlo con frialdad alejándose de su lado ¿Qué fue lo que hizo para que ahora lo odie de esa forma?
—¡Sabes que más! ¡Que sí, tienes razón, yo no tengo por qué darte explicaciones de lo que haga con mi vida! —exclamó dolido soltando lo que se ha guardado desde hace mucho tiempo—. Y si me gusta o no aquella chica, eso a ti no te incumbe...
Katrina no se detuvo, sintió un ligero dolor en el pecho al escuchar a Antonio, y cerró los ojos, tratando de concentrarse en sus padres que la esperan en su habitación para hablar con ella. Tal vez es lo mejor, al fin aquel joven empieza a entender que ella no lo quiere. Aunque en realidad eso quiere creer, porque dentro de sí misma sigue teniendo sentimientos por Antonio.
Por eso quisiera devolverse, abrazarlo y nunca más alejarse de su lado, pero no puede, debe ser la digna representante de su clan, porque ella era la elegida, la cazadora principal. Y los elegidos no deben relacionarse sentimentalmente con ningún ser, su principal rol es el sacrificio, la entrega total a la comunidad de cazadoras. Es una debilidad que lo hagan, es una debilidad amar, porque sus enemigos pueden usar eso en su contra.
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Editado: 19.06.2025