22 | No Todo lo que Brilla

—¿A qué te refieres con que no puedes quitarte la armadura? —preguntó Aurora con ansiedad. Quería irse de una vez.

—Yo... no puedo quitármela —repuso Antony, queriendo evitar la pregunta.

—Haz traído esa armadura desde que Charlie te vio por primera vez, jamás te hemos visto sin esa cosa. Cuando te preguntamos en la cárcel por qué los guardias no habían confiscado tu armadura, no respondiste nada ¡Incluso haz dormido con ella! —exclamó echando humo—. ¡Dinos de una vez por qué no quieres quitártela!

Antony se quedó sin palabras y miró al suelo. Aurora hizo un gesto, dando a entender que esperaba con impaciencia la respuesta.

—No quiero hablar de eso —dijo con desánimo—. Me pondré el casco y fingiré ser un guardia real. Puedo ayudar a distraer a los...

—¡No! —le interrumpió la bruja—. Explícate ahora, porque por culpa tuya y tus obsesiones raras nos descubrirán.

—Antony, por favor —interrumpió Clara con una cálida voz—. Ya no somos conocidos, al menos yo te veo como un amigo. Puedes contárnoslo.

El ex-guardia estaba bajo la mirada de todos. Incluso Godor se veía curioso y atento. Entonces, Antony suspiro profundamente, y después de un desagradable silencio, se preparó para hablar.

—Hace varios años, cuando aún estaba empezando mi trabajo como guardia, patrullaba fuera de la ciudad. Mataba alguno que otro monstruo con tal de limpiar el bosque, hasta que encontré una casa. Era muy lujosa y no parecía haber nadie. Vengo de una familia pobre, así que... —Antony se detuvo de pronto, y apretó los labios por unos segundos antes de continuar—. Entré a la fuerza, y tomé todo lo que pude. Fue entonces que encontré la armadura. Se veía muy valiosa, así que la intercambié por la que traía puesta porque no tenía espacio para llevar ambas. No me había dado cuenta que la armadura estaba maldita, es por eso que no me la puedo quitar ahora.

»Sabía que estaba mal... yo sé que está mal, pero estaba tan desesperado y enojado. Había tratado de ser una buena persona todo este tiempo, pero la gente mala siempre es la que recibe cosas buenas, y tenía la oportunidad de ver esa injusticia con mis propios ojos... Estaba harto de ser un chico bueno, harto de ser pisado por todos los demás, así que lo hice.

»Mientras llenaba mis bolsillos con todo lo que había, no me di cuenta de que alguien había entrado. Me asustó tanto que me temblaba la voz. Traté de decirle que tenía una orden de allanamiento, pero no me creyó, porque venía solo y sin un permiso que confirmara lo que decía. Comenzó a gritarme y a acusarme, y yo estaba congelado, no sabía qué hacer. Así que traté de... deshacerme de él.

Clara se llevó la mano a la boca. Aurora miró a Antony, tratando de contener sus emociones... algo se sentía aterradoramente familiar. Antony miró avergonzado al suelo, no quería seguir hablando, pero ya había empezado, y lo iba a terminar...

—Saqué mi espada pero él la bloqueó al instante. Después peleamos, y estuvo a punto de someterme, pero lo herí...  lo herí bastante. Cuando vio que no iba a poder vencerme en su condición, trató de escapar, pero yo lo perseguí... si él le contaba a alguien sobre lo que había hecho, era seguro que la guardia me iba a decapitar sin juicio alguno, había demasiadas pruebas en mi contra.

»Corrimos adoloridos, pero él estaba más herido que yo, así que logré alcanzarlo, y cuando lo hice, lo volví a lastimar, una y otra vez, hasta que... una niña apareció.

Aurora vio a Antony respirando con rapidez y apretando los puños con fuerza hasta que le temblaron los brazos. Antony podía ver con el rabillo del ojo las lágrimas y el odio que había en el rostro de Aurora, pero, incluso con el miedo que sentía, siguió hablando, hasta sacarlo todo.

—El hombre le dijo a la niña que escapara, pero yo me levanté y traté de... traté de matarla también —dijo con mucha dificultad, mientras temblaba de miedo por la mirada penetrante de Aurora. Entonces, su voz comenzó a quebrarse—. No quería hacerlo ¡No quería hacerlo!

Aurora se empezó a acercar lentamente a Antony, y los demás comenzaron a darse cuenta de lo que sucedía.

—Aurora, tranquilízate —dijo Clara con preocupación.

—No quería hacerlo... pero un solo testigo era suficiente para que me mataran —siguió narrando Antony—, así que... Me levanté y traté de atrapar a la niña; pero él me agarró y me hizo caer junto a él en una cascada que estaba cerca. Todo solo para protegerla de mí. Cuando desperté, él estaba... él estaba ahí, sin moverse. Y yo... yo...

Aurora corrió hacia Antony, y lo tiró al suelo con un puñetazo en la cara. Entonces, se subió sobre él, y con sus propias manos lo golpeó una y otra vez sin parar, lo golpeó con toda su fuerza como si sus puños fueran martillos. Antony no se defendió, y lloró con amargura mientras Aurora destruía su rostro con cada puñetazo que proyectaba a su cráneo.

Clara y Tobi corrieron hacia Aurora para detenerla, pero ella había agarrado tanta fuerza que era imposible detenerla.

—¡¡¡TÚ LO MATASTE!!! ¡¡¡LO MATASTE!!! —gritó cada vez que lo golpeaba, llenando sus nudillos con la sangre de Antony. El pobre hombre empezó a gemir de dolor.

El suelo se había cubierto con gotas de sangre y lágrimas. Los gritos de los cuatro y el ruido sordo de los puños de Aurora impactando contra el cráneo de Antony llenaban la habitación.

—¡Aurora, tranquilízate! —gritaba Tobi tratando de salvar a Antony, pero era en vano.

Entonces, sin más remedio, Godor se acercó y la inmovilizó agarrando su cuerpo con ambas manos, alejándola del chico casi inconsciente.

—¡¡¡SUÉLTAME PEDAZO DE...!!!

Con tal de no llamar la atención de los guardias y de nadie más, Godor tomó un pedazo de tela y lo ató alrededor de la boca de Aurora, quien forcejeaba de una forma violenta con tal de escapar y continuar destruyendo la cara de Antony hasta matarlo, pero el gigante la puso contra el suelo, y la inmovilizó por completo, atándole las manos detrás de su espalda y sus piernas. Poco a poco, los gritos de furia y odio de la bruja se fueron convirtiendo en llantos y gemidos repletos de amarga tristeza.