POV: Allison 🐦⬛
El continuo estallido de flashes hubiese molestado a cualquiera, pero no a mí. Estaba demasiado acostumbrada a las cámaras, llevaba rodeada de ellas desde antes de ser consciente de que lo estaba. Era un efecto colateral de ser hija de quien era.
Cuando un nuevo periodista se acercó a mí no tardé en dedicarle otra falsa sonrisa a las cámaras. Estaba cansada de las mismas preguntas. Aun así, las contesté, porque sabía que las consecuencias serían peores si no lo hacía.
—Desde muy pequeña siempre me han preguntado que quería ser de mayor —comencé, empleando el mismo tono iluso que había practicado durante semanas—. Esta misma pregunta se la hacían a los niños a mi alrededor y siempre me sorprendía como muchos de ellos lo tenían tan claro.
Hice una pausa por unos segundos, intercambiando una mirada con mi hermano pequeño. En parte, porque sabía que a los periodistas les gustaría el gesto. Otra parte de mí necesitaba recordarse por qué estaba haciendo aquello. Cuando encontré la paz que buscaba en los ojos de mi hermano continué con la entrevista.
—Yo, al contrario que esos niños, nunca supe que quería ser. Lo que sí sabía era que, terminase donde terminase, antes pasaría por Hogwarts. Porque Hogwarts es la oportunidad de oro para cualquiera que quiera triunfar, y ser admitida en esta maravillosa escuela no es algo que se deba tomar a la ligera.
En realidad, discrepaba con todas y cada una de esas palabras. Solo las decía porque eran las que conformaban el discurso que mis padres me habían hecho memorizar.
La verdad era muy distinta. No podía estar más enfadada con mis padres por obligarme a asistir a Hogwarts. Llevaba discutiendo con mamá todo el verano, cuando me enteré por sorpresa de aquella decisión que había tomado por mí. Y, si no hubiese conocido mejor a mi madre, seguramente habría dicho lo que realmente pensaba ante los periodistas. Si no hubiese conocido a mi madre, seguramente no estaría haciendo la entrevista. Pero por desgracia conocía demasiado bien a mi madre y por cosas más pequeñas me había encontrado con consecuencias que había decidido enterrar en lo más profundo de mi mente.
Así que seguí con el programa previsto para aquella mañana. Seguí con las entrevistas y fotografías, seguí refiriéndome a mis padres como "el jefe del departamento de coordinación mágica internacional" y "la mejor jugadora del equipo suizo", y lo más importante, seguí sin dirigirle la palabra a mi madre. Ambas sabíamos que aquello solo nos enfurecería a las dos y ninguna estaba de humor para una última discusión.
A mi alrededor, los periodistas seguían anotando todo lo que decía, pero yo había dejado de prestar atención. Mi vista se dirigió sin poder evitarlo hacia la chica rubia que me apuraba a subir al tren desde la ventana de su compartimento. Por lo general odiaba darle la razón a mi amiga, pero esta vez era complicado negárselo. Si no me libraba de los periodistas terminaría por perder el tren.
Pensando una manera de finalizar la entrevista, encontré en la estación un par de ojos cafés que me parecieron los más bonitos del mundo, porque podían traer consigo una vía de escape.
Clavé mi mirada en el chico, esperando que la presión fuera suficiente para que este se girara. Tal vez fue por eso, tal vez fuese porque una masa de periodistas llamaba la atención, pero el chico encontró mis ojos y no pudo evitar dedicarme una sonrisa burlona ante la situación.
Yo me limité a lanzarle una súplica en silencio. Nos conocíamos demasiado bien, no necesitábamos palabras. Y tampoco necesitaba palabras para saber que la razón por la que aquel chico seguía sin ayudarme era porque disfrutaba viéndome sufrir a base de entrevistas.
—¡Por Merlín! ¿Ese de ahí no es Harry Potter? —exclamó él después de unos segundos.
No sabía si era cierto o no, tampoco me importaba. Murmuré un "gracias" en dirección a mi amigo y este se limitó a guiñarme un ojo mientras subía al tren.
Tan rápido como aparecieron, los periodistas fueron disparados hacia el otro extremo de la estación, provocando que pudiera relajarme al fin.
Noté que mi madre estaba dispuesta a empezar una conversación. Yo simplemente no estaba por la labor. Todo lo que había que decir estaba ya dicho.
Tomé a mi hermano por los hombros y apartándolo un poco de nuestros padres me agaché para quedar a su altura. No me hacía especial ilusión dejar a Matt solo con nuestros padres, pero no es que tuviera más opciones.
Todo estará bien, me convencí. Con Matt siempre habían sido más flexibles que conmigo. Al fin y al cabo, Matt no era el primogénito y, por tanto, no cargaba con tantas expectativas como yo.
—Prométeme que vas a portarte bien y que no vas a molestar mucho a papá y a mamá, ¿vale? —susurré en español, colocándole bien la chaqueta.
Era más fácil centrarme en algo que no fuera él directamente.
—Lo prometo, me portaré bien.
—¿Y me escribirás muchas cartas mientras yo no esté?
Matt asintió, sonriendo antes de abalanzarse sobre mí sin previo aviso en un último abrazo.
Le dediqué una sonrisa al separarnos y, tragándome mi orgullo, me acerqué a mi padre para darle un rápido abrazo a él también. Las razones por las que estaba enfadada con él eran solo parciales. Él no había decidido nada. En realidad, lo único que podía echarle en cara era el no haberle reclamado a mamá la matrícula en Hogwarts. Y sabía que no podía enfadarme con papá por ello. Para empezar, porque él había estudiado en Hogwarts. Sabía que le hacía ilusión que continuara lo que él llamaba "su legado académico". Para acabar, no había gryffindors suficientes en el mundo para reunir el valor de enfrentarse a mi madre cuando se enfadaba. Contradecirla cuando ya había tomado la decisión de mi matrícula la hubiese enfadado.
Sabiendo que me quedaba sin tiempo me separé de mi padre, dispuesta a marcharme hacia el tren cuando mi madre hizo un último intento por llamarme.
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Editado: 06.05.2025