El origen de las brujas de sangre

3. La ceremonia de elección

POV: Allison🐦‍⬛

Emilie y yo terminamos de cambiarnos mucho antes de que volviera James, quejándose por la cantidad de gente haciendo cola en el baño del tren.

No me extrañaría que solo fuese una excusa y se hubiese encontrado a alguien que conocía. Su familia era muy grande. Tenía muchos primos en el colegio, así que aprecié que si aquel había sido el caso hubiese decidido regresar con nosotras.

—¿Nerviosas por llegar? —nos preguntó, sentándose de nuevo a mi lado.

—Un poco —reconoció Emilie— ¿Tú?

—No mucho— respondió James sin darle importancia.

Tras un breve silencio comprendí que yo no había contestado aún.

No, no estaba nerviosa por llegar. El primer año era introductorio, y yo ya había pasado por un primer año introductorio antes. Sin embargo, ahora que estábamos tan cerca del castillo, había otras preocupaciones que se presentaban sin previo aviso por mi mente. Tenía que llamar a Kaia después de la cena.

—Perdón, estaba pensando en otra cosa —me disculpé—. Más que por llegar, estoy nerviosa por el vociferador que me va a enviar mi padre si termino en Slytherin.

Tanto Emilie como James soltaron una carcajada al escucharme, pero yo no le encontraba la gracia a aquello.

—Ali, a tu padre le va a dar igual la casa en la que termines —dijo Emilie tratando de animarme.

—A lo mejor sí que terminas en Gryffindor. Mi padre dice que el sombrero seleccionador es un proceso extraño —comentó James.

—Gryffindor no es una opción —negué.

—Pues vaya, ahora que me estabas empezando a resultar soportable y no vamos a poder estar en la misma mesa o sala común —bromeó James dándome un leve golpe en el brazo.

—Habla por ti. Qué tu no vayas a ser lo suficientemente inteligente como para entrar en las otras salas comunes no significa que yo no vaya a ser capaz de conseguir las contraseñas de Gryffindor —en parte lo dije con un tono divertido, pero iba totalmente en serio.

Todo el mundo sabía que los Gryffindor eran los únicos lo suficientemente despreocupados como para que les importase destruir su sala común. Lo que significaba que hasta que buscara una solución, Gryffindor se llevaba el primer puesto en organizador de fiestas.

—Ya, seguro que las consigues— dijo con una nota de sarcasmo en su voz.

¿Acababa de retarme? ¿De verdad creía que no iba a ser capaz de conseguir sus contraseñas? Resultaba evidente que aún tenía que conocerme un poco más, porque yo siempre conseguía lo que me proponía. Con la excepción de asistir a Hogwarts.

—Genial —dijo Emilie al notar mi expresión—. Antes de decir eso tendrías que saber que Ali siempre consigue lo que quiere.

—Y no lo dudo —respondió James mirándome— pero, ¿las contraseñas de Gryffindor? Esas cosas se guardan bien. Y según me han dicho no creo que la señora Gorda te dejara pasar.

—Si tan seguro estás, apostemos.

Iba a arrepentirse de subestimarme.

James pareció pensárselo por un momento, pero finalmente terminó aceptando.

—Si consigues las primeras cuatro contraseñas te digo el resto de contraseñas durante todo el año.

—Hecho.

No pude evitar la sonrisa triunfante que me salió en ese instante. Iba a lamentar haber apostado. Me pasaría los días en su sala común aunque solo fuese por molestarle un poco.

—¿No vas a preguntar que gano yo si no las consigues?

—No. No vas a ganar.

—Pues yo tengo curiosidad, ¿qué era? —preguntó Emilie al mismo tiempo que el tren paraba indicando el final del trayecto.

A diferencia de ellos, yo aún no me había puesto la túnica, por lo que la agarré en la mano mientras salía tras ellos.

—Iba a pedirle el postre durante todo el año. No creo que me baste con un solo postre diario. Pero si tanta fe tiene en que va a ganar tendré que esperar a que mi hermano Albus entre al colegio. A él sí que es fácil engañarle.

—¡Los de primero que vengan por aquí, por favor! ¡Los de primero! ¡Por favor, que se acerquen los de primero aquí! —comenzó a gritar una voz ronca que parecía provenir del inicio del tren.

—Ese debe de ser Hagrid. Es amigo de mi padre y mis tíos —explicó James—. Me han dicho que le de recuerdos, pero comprendéis lo vergonzoso que es eso, ¿no? Ya bastante voy a tener con conocer al profesor de Herbología. También era amigo de mi padres, ¿os podéis creer que me han pedido que le dé un beso de su parte?

Emilie y yo empezamos a reírnos sin poder evitarlo al escucharle. No sabía quién se encargaba de los horarios, pero esperaba tener clase de Herbología con James aunque solo fuese para verlo humillado públicamente.

—Yo no me río —replicó él—. No sé en qué demonios estaban pensando mis padres al pedirme eso.

—No en tu integridad —respondí riéndome ante la idea de verle darle recuerdos a un profesor de parte de sus padres.

—Bien, si ya estáis todos los de primero, seguidme. Después de pasar una curva obtendréis las primeras vistas del castillo —volvió a repetir la misma voz ronca de antes mientras comenzaba el movimiento entre los estudiantes.

Debíamos llevar al menos tres minutos caminando por el embarrado sendero y aún no había ni rastro del castillo. Sinceramente, podrían ahorrarse toda esta parte. No veía la razón por la que era necesario darle tanta importancia a la llegada de los de primero, al final todos terminábamos en el mismo lugar. ¿Por qué el resto podía ir por un directo sendero de pierda y nosotros teníamos que embarrarnos para llegar? Lo veía injusto e innecesario.

—¿Por qué no llevas puesta la túnica? —me preguntó James señalando con la mirada el trozo de ropa que yo aún llevaba en la mano.

—Es por su lado Slytherin —contestó Emilie en voz baja.

James la miró sin entender, y yo me limité a explicarle bien el por qué.

—Estas túnicas son feísimas, estropean todo el uniforme. La utilizaré en el Gran Comedor durante la selección y después se quedará encerrada en el fondo del baúl hasta final de curso. No voy a ir paseándome con esto todo el día.




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