8. La historia de Beauxbatons

POV: James🦁

Las dos primeras semanas pasaron demasiado rápido.

Allison resultó ser extremadamente buena en transformaciones y aún mejor en encantamientos. No dábamos pociones juntos, pero por lo que había escuchado, el profesor Snyder les había pedido, al igual que a nosotros, que hicieran una poción el primer día basándose en las instrucciones y su propio instinto. Al ver la poción de Allison le había sugerido hablar con la directora y pedirle que diera clase con los de segundo año, por lo que si aquello no era excelencia en estado puro no sabía qué lo sería. En vuelo también sobresalía, por supuesto, y en historia ni siquiera necesitaba el libro para contestar.

Allison tenía el nivel, claramente, tenía la práctica y tenía la teoría, y, a pesar de ser la mejor del año, Allison no parecía satisfecha. Y todos se preguntaban qué más podía pedir cuando conseguía sobresalir en prácticamente todo. Y yo también me lo hubiese preguntado si no la conociera.

Aún no le había preguntado de nuevo por sus motivos para rechazar Hogwarts con tanto ímpetu, pero después de aquellas primeras semanas sentí que no lo necesitaba. Allison superaba el nivel de primero, y era consciente de ello, pero a Allison, como a toda buena Ravenclaw, le encantaba aprender y superarse. Allison sabía que su capacidad estaba muy por encima de lo que se enseñaba en la escuela y odiaba que no le ofrecieran una posibilidad para aprender ajustada a sus capacidades. Estaba convencido de que esa era la razón por la que a pesar de estar encantada de asistir a un lugar donde mejorar su magia, Hogwarts no le parecía el mejor lugar para hacerlo, porque con ella se quedaba corto.

Era domingo por la mañana. Allison había aprovechado la aparente insistencia de Leo por dormir hasta tarde para desayunar con sus compañeros de Ravenclaw y Joshua Osborn y Andrew Castro, dos chicos de Hufflepuff con los que se había hecho muy amiga. Habían pasado dos semanas, pero Leo no sospecha nada respecto a la verdadera casa de Allison. Y no era el único. Muchos gryffindors habían empezado a creer también que Allison era uno de nosotros. Casi todas las comidas las hacía en nuestra mesa, me había robado un par de corbatas que vestía de vez en cuando al pasearse por nuestra sala común, y pasaba casi tanto tiempo como yo en la sala común de Gryffindor, principalmente, porque el tiempo que pasaba allí era conmigo. Además, había presentado un creciente interés por nuestro equipo de quidditch, por lo que la mayoría de estudiantes la conocía como una más. Incluso una de las chicas de primero, Grace, llegó a preguntarle los primeros días dónde se suponía que dormía si su habitación estaba completa.

—La última vez que me vuelves a levantar tan temprano un fin de semana —se quejó Walter comiendo su desayuno—. Tendríamos que habernos quedado durmiendo como Brody y Miles.

—Oye, te he ofrecido venir o quedarte. Tú has elegido.

—Tampoco hubiese podido seguir durmiendo con los ronquidos de Brody. ¿Crees que Ali sabrá algún hechizo silenciador?

—Es probable.

Estaba empezando a creer que no había nada que Allison no supiera hacer.

Walter se giró sin disimular, localizando a nuestra amiga en la mesa de Ravenclaw. Ella estaba hablando animadamente con uno de los chicos de primero, añadiendo a Abigail en la conversación de vez en cuando. Asumí que Emilie aún dormía. Ali giró levemente en su posición, encontrando nuestros ojos. Ella nos hizo un gesto para saludarnos y enseguida volvió a centrarse en su mesa cuando el chico la llamó de nuevo.

—Le voy a pedir que me enseñe —declaró Walter—. Nuestra calidad de sueño subiría muchísimo si no tenemos que escuchar a Brody roncar todas las noches.

Los búhos aparecieron en ese momento inundando el Gran Comedor. Por un instante fue como si todo se parase. Los presentes recogían sus cartas y paquetes como locos, pero a pesar del ruido parecía que todo el mundo se puso de acuerdo al mismo tiempo para olvidarse de la comida que tenía delante.

Yo abrí la carta que mis padres me habían mandado. Me había quejado por recibir cartas suyas tres veces por semana, pero en realidad no me importaba lo más mínimo. Me gustaba mi vida en Hogwarts, mi libertad, pero también echaba de menos a mis padres y hermanos. Más de lo que les dejaba ver en las cartas que les enviaba de vuelta.

Un búho destacó sobrevolando el comedor. Volaba con dificultades por el volumen del paquete que llevaba. Cuando finalmente llegó a su destino me di cuenta de a quién había estado destinado aquel paquete en primer lugar.

Allison, sin embargo, no parecía tener ningún tipo de interés por el contenido. O ya sabía lo que había en el paquete o simplemente no le importaba.

Llenó un vaso con agua para darle a su lechuza, e ignorando los comentarios de los estudiantes a su alrededor cogió uno de los platos y dejó que la lechuza picoteara un poco de pan. No fue hasta asegurarse de que las necesidades básicas del animal estaban cubiertas que se dedicó a centrarse en el paquete. Cogió una carta enganchada al contenido y se limitó a leerla aun sin abrir el paquete.

No estaba seguro de si la carta era excesivamente larga o se había dedicado a leerla varias veces, porque Allison tardó un rato hasta que la dejó a un lado. Se quedó mirándola, sin abrir el paquete y aparentemente ignorando a cualquiera que le preguntara algo al respecto. Accedió a abrir el contenido después de unos minutos, aunque estaba claro que no para inspeccionarlo. Allison se levantó de la mesa mientras destrozaba el papel que envolvía el paquete. No la veía desde mi posición, pero podía imaginar perfectamente la mirada amenazante que debía estar dedicándole a sus amigos, porque todos parecieron callarse al mismo tiempo.

Terminó de tirar el papel por la mesa a medida que avanzaba por el camino a la salida, aparentemente encargándole a la persona que lo cogió que lo tirara. Cuando ella estaba llegando a la salida me levanté yo también. A lo mejor no quería hablar con los de Ravenclaw, pero sentía que conmigo sí lo haría, y no creía que le viniese mal desahogarse.