POV: Allison🐦⬛
Regresé con Leo a la sala común con una idea bastante clara respecto a la revista. Aun así, mi principal objetivo era crear el club de duelo, pero aquello no parecía suponer una gran dificultad.
Era ya tarde cuando volvimos. Leo iba con prisa, pues tenía práctica de quidditch. Me había preguntado si iría a verla, pero no le aseguré nada. Había prometido a James ayudarle con un par de hechizos de cursos superiores. Tenía un par de ideas para bromas, pero antes de desarrollar nada quería perfeccionar sus técnicas. Y yo, por supuesto, no puse pegas a aportar mi granito de arena.
James estaba en el sofá cuando entramos, con Walter y Brody a su lado. Los tres parecían absortos en su conversación por lo que supe que no tendría nada que ver con los deberes que parecían haber dejado apartados frente a ellos.
—¡Ali! —exclamó James al verme—. Te estaba buscando. Nunca apareciste para desayunar.
—Hemos ido a desayunar a Hogsmeade.
—Pensaba que hoy no había ninguna visita programada —comentó Brody confuso.
—Y los de primero no tienen acceso —agregó Walter, a la espera de una explicación.
—Nos hemos escabullido. He pensado que le gustaría un desayuno en Hogsmeade como agradecimiento por ayudarme con los deberes —explicó Leo a mi lado, dedicándome una última sonrisa antes de despedirse—. Hablaré con Oswyn sobre las fotografías.
Asentí, agradeciéndole su ayuda antes de observar cómo subía a su dormitorio corriendo.
—¿Qué fotografías? —preguntó Walter.
—Para la revista del colegio —comenté, haciéndole un gesto para que se apartara.
Él lo hizo, y yo no tardé en sobrepasar el sofá quedando sentada entre él y James.
—¿El colegio tiene una revista?
—La tendrá. Es largo, os lo cuento luego con Emilie y Abby. ¿Qué estáis tramando?
La sonrisa de James delató que fuese lo que fuese me gustaría. Él agarró mi mano debido a la emoción, y ampliando su sonrisa buscó mis ojos para que centrara toda su atención en él.
—Ya la tengo. La primera broma —aclaró, provocando que me uniera a su sonrisa de inmediato—. ¿Recuerdas que queríamos hacer algo grande para que todo el mundo se enterase? Bien, vamos a usar todo el castillo.
—Me gusta como suena. ¿Qué has pensado?
—Bueno, como dijiste que no querías hacer una broma a nadie en concreto he tenido que pensar en algo que no afectara a la gente directamente. He estado investigando...
—¿Investigando? —interrumpió Walter—. Un poco más y le pasas un cuestionario de satisfacción a la gente.
James le dedicó una rápida mirada, molesto, pero enseguida se olvidó del comentario.
—He preguntado a gente de todas las casas y de todos los cursos y todos dicen lo mismo. No hay nadie que no se pierda en este laberinto de castillo.
—Tiene demasiados pasillos —coincidí—. Y que las escaleras se muevan no ayuda. No hay manera de ubicarse.
—Exacto, ¿pero sabes que más tiene el castillo además de pasillos? Cuadros. En serio, esto no lo considero ni una broma. Cuando terminemos la gente nos lo va a agradecer.
Él seguía sonriendo y supe que el concepto clásico de broma, en realidad, era lo que menos le importaba. Quería hacer algo con lo que ser recordado, algo con lo que animar a la gente e influir de manera positiva en ella. Y me gustaba que fuese así, porque yo también quería dejar mi huella en el castillo sin necesidad de que nadie se viera afectado negativamente por ello.
—Vamos a conjurar los cuadros para que den direcciones cuando les preguntemos —declaró James, orgulloso de la idea—. El cómo es cosa tuya.
Sonreí. Era la mejor idea que había escuchado en mucho tiempo. Y no me importaba en absoluto que me dejara la parte teórica, en realidad, me gustaba. Así me aseguraba personalmente de que nada saliese mal.
—Bueno lo primero sería hacer un hechizo localizador en todo el castillo y pasar esa información a los cuadros para que ellos también tengan sentido de la orientación.
—¿Cómo vamos a hacer eso? —preguntó Brody.
—El hechizo no lo sé aún. Pero cuando lo descubramos necesitaremos tu escoba —dije mirando a James—. El hechizo habrá que hacerlo desde arriba para que abarque todos los terrenos de Hogwarts.
—Eso es fácil —aseguró James—. Y cuando me ayudes con los hechizos reductores podré tener la escoba en mi habitación sin que Seth sospeche nada. ¿Cuál es el segundo paso?
—Conjurar en todos los cuadros un hechizo para hacerlos hablar. Algunos ni siquiera tienen personas, tendremos que asegurarnos de que se comunican igualmente. Y, el último paso, sería realizar un hechizo para que los cuadros estén obligados a contestar con la verdad.
—Sabía que tú sabrías exactamente lo que hacer —comentó mi amigo con una sonrisa.
—Vale, tenemos la idea —comenzó Brody—. ¿Cómo hacemos los hechizos?
—Biblioteca —contesté—. Podemos preguntar a alumnos mayores por si saben cómo hacer los hechizos que necesitamos, pero en caso de que no sepan la biblioteca es la solución.
—Y cuando esté hecho, ¿cómo vamos a dejárselo saber a todo el castillo? —preguntó Walter.
—Si lo de la revista sale bien yo puedo encargarme de eso. Si no ya lo pensaremos cuando comprobemos que funciona.
—En serio, ¿qué es lo de la revista? —insistió James.
No les conté todos los detalles, porque no quería repetirlo dos veces, pero cedí a explicarles lo básico. Además, ya le había comentado a James mi idea de reabrir el club de duelo y sabía que aquellos tres chicos no tendrían problemas para ayudarme a hacerlo.
***
Resultó que el hechizo localizador era el más fácil de los tres que necesitábamos para la broma. Le pregunté a Katherine y Henry aquella misma noche y fueron rápidos en enseñarme lo que necesitaba. Lo probaría antes, por supuesto, pero no parecía complicado.
Aquella misma noche también les comenté mi idea de reabrir el club de duelo. Ambos accedieron de inmediato a colaborar con la recogida de firmas. Sabía que McGonagall no aceptaría nada fuera de la formalidad, por lo que con ayuda de mis prefectos creamos un formulario oficial donde la gente podría sumarse a la petición. Les ofrecí varias copias a Leo y los chicos el lunes en el desayuno y para el martes en la comida las firmas habían alcanzado ya las ciento diecisiete. Teníamos más que suficiente, pero decidí esperar a final de la semana. Quería conseguir el mayor número de firmas posibles. Además, aquella semana tenía otras cosas de las que ocuparme. Y podía haber tomado una decisión que no me forzase a hablar con mi madre, pero mi estúpido deseo por conseguir la excelencia académica sabía que la mejor manera de conseguirla era tragándome mi orgullo y pidiéndole ayuda a mi madre. Iba a tomarme toda mi concentración y voluntad enfrentarme a la que sería la respuesta de mi madre y adaptarla a lo que necesitaba, así que decidí que si el club de duelo llevaba cerrado años podía esperar un par de semanas más.
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Editado: 22.07.2025