El Origen del Zodiaco

Capítulo 1

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Su mirada se concentraba en las estrellas, algunas brillaban más que otras, unas eran más grandes, otras más pequeñas, pero tenían un brillo único que las diferenciaba.

Suspiró tranquilamente.

Desde su niñez, todas las noches antes de dormir, le encantaba ver el cielo lleno de estrellas; era una costumbre que jamás perdió con el paso de los años. Se sentó un momento, sin dejar de mirar el espectáculo que le ofrecía el cielo al anochecer. De alguna manera, no logró calmarse totalmente.

Algo no andaba bien.

Repentinamente, todas las estrellas comenzaron a brillar con gran intensidad. Todas por igual. Se puso de pie inmediatamente, cambiando su mirada tranquila a una de preocupación. Algo grande estaba a punto de ocurrir. No pudo saber con exactitud si era algo bueno o malo, pero era algo digno de atención para que las estrellas reaccionaran de esa manera.

Analizó el cielo, intentando descifrar cuando sucedería ese gran evento. De un momento a otro, una luz brilló aún más que las otras. Iba descendiendo hacia el lugar, corrió hacia donde se dirigía la pequeña estrella que aterrizó. Al llegar ahí no pudo encontrar nada fuera de lo normal, todo permanecía tranquilo como si nada hubiera pasado.

Cuando estaba a punto de irse, un diminuto brillo en la orilla del lago llamó su atención, al acercarse lo suficiente pudo ver que era un collar que tenía un pequeño rombo azulado muy hermoso, lo tomó entre sus manos admirándolo por un momento. Era una piedra preciosa, de eso no cabía duda, pero ¿cómo algo tan valioso llegó a ese lugar?

Decidió conservarlo hasta que averiguara de donde venía, a quién pertenecía y como había llegado. A ese pequeño planeta solo llegaba la gente para entrenar o porque se perdía; aunque lo segundo se daba con más frecuencia. Era la primera vez que encontraba algo tan bello en su pequeña estrella.

Cuando estaba a punto de volver, el collar comenzó a brillar en su mano con un tono azul. Fue tan grande el resplandor que tuvo que soltarlo y cubrirse los ojos. Al abrirlos de nuevo, el pequeño cristal parecía apuntar hacia las estrellas.

—¿A dónde quieres llevarme? —susurró con temor.

Volvió a tomarlo entre sus manos y su brillo se incrementó provocando que cerrara sus ojos nuevamente por pocos segundos.

En un parpadeo, ya se encontraba en una pequeña colina, se hallaba rodeada de naturaleza: el césped brillaba gracias a la luz del día, los árboles se movían de acuerdo con la brisa y las hojas volaban hacia alguna parte. Entre el paisaje había un espacio que revelaba una encantadora vista hacia una ciudad rodeada de un gran bosque.

Miró atentamente su alrededor asegurándose de que no hubiera ninguna amenaza y trataba de decirse a sí misma que estaría bien; con esos pensamientos logró calmar su inquieto corazón y su tembloroso cuerpo producto de la preocupación. Tomó el collar entre sus manos y lo atrajo hacia su pecho, de alguna manera sabía que aquella joya era algo muy importante que debía cuidar.

Caminó con cierto miedo hacia aquella ciudad y se acomodó su capa, ocultando su vestido celeste y su rostro con capucha, también peinó su flequillo de tal manera que su mirada no fuera llamativa, esperaba que no se fijaran en una persona como ella, así podría recorrer el lugar con más tranquilidad, buscando información acerca de su ubicación y del misterioso cristal.

Llegó rápidamente a su destino; para su buena suerte, no era la única persona con capucha. A pesar del agradable viento el calor era intenso, por lo cual varios habitantes tenían un vestuario similar al suyo. Mientras avanzaba, observó todo con cuidado, no encontraba diferencias físicas entre ella y los habitantes de ese mundo, nada fuera de lo normal.

Los niños reían y jugaban, toda la gente iba de un lugar a otro comprando cosas en lo que pudo identificar como un mercado. Tiendas sencillas, cada una ofreciendo productos diferentes como telas, comida, ropa, entre otras necesidades.

Tan concentrada estaba mirando a su alrededor que no se percató de que alguien caminaba veloz entre la gente. Ambos chocaron y pudo sentir como, por descuido, se le cayó su cristal azulado de las manos y casi perdía el equilibrio. Al otro extraño también se le cayó algo, no pudo identificar qué era ya que lo tomó rápidamente y escapó.

En cuanto se recuperó del choque, recogió su collar y fue tras él.

—¡Espere! ¿Se encuentra bien? —le preguntó, pero la ignoró y por más que intentó alcanzarlo, ese sujeto fue más rápido y lo perdió de vista.

Tomó la decisión de no darle importancia por ahora y decidió retomar su misión. Entonces decidió ver un poco el cristal, ya no estaba del mismo color azul… ahora tenía un color esmeralda. Tenía la misma forma romboide, el mismo brillo intenso…

Se sintió extraña, había algo diferente en ese collar y no podía identificar con exactitud qué era. Sus ojos turquesa mostraron la desesperación que ya no podía ocultar, y buscaban algo o alguien que pudiera ayudarla.

Volteaba hacia todos lados intentando encontrar a la persona con la que había chocado.

A pesar de su esfuerzo, no volvió a localizarla.

Sintió una mano en su hombro, contuvo su respiración y giró bruscamente. El joven retiró su mano de inmediato.

—Disculpa, ¿estás bien? ¿buscabas algo?

Definitivamente, suficientes cosas le habían pasado en un día.



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En el texto hay: zodiaco, aventura accion drama, origen de la vida

Editado: 25.06.2020

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